Alejandra ha sufrido mucho y el dolor más grande es haber perdido a su único hijo y con el la posibilidad de volver a quedar embarazada tras tener una vida desafortunada al lado de su esposo Antuan, ¿La vida se encargará de poner todo en su lugar?.... eso lo veremos, acompáñame a ver cómo se desarrolla la historia.
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CAPITULO DIEZ
Al día siguiente llegué a la casa y los niños estaban en el porche retirando sus zapatos llenos de lodo, yo repliqué su acción, luego abrí la puerta y todos entramos al cálido hogar de los Montés, la verdad se sentía lo acogedor, un aura familiar que te hacía sentir reconfortado.
Fui directo a la cocina y allí estaba el almuerzo listo, Mariana dejo todo preparado antes de irse a su trabajo, yo solo calenté los alimentos y los servi.
Después de terminar lave los platos, los niños se fueron a descansar un poco mientras yo revise unos mensajes que me enviaron sobre el centro comercial.
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La tarde paso muy rápido, los niños hicieron sus tareas después de que logré llegar a un acuerdo con ellos ya que Dominic perdió la carrera y a el le tocaría hacer las tareas de sus hermanos, pero el se puso a llorar porque eran muchas, convencí a sus hermanos de que yo los ayudaría por esta vez, ellos se emocionaron ya que me dijeron que sus padres siempre estaban ocupados, yo los entendí Pero también les expliqué que a veces nuestros padres hacen sacrificios muy grandes por nosotros y a veces no valoramos eso, pero que nunca pongan en duda que los aman infinitamente.
Sus padres llegaron alrededor de las 5 de tarde, Mariana preparó la cena y después de comer algo regresé a la cabaña, está vez me fui antes de que oscureciera.
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Los días pasaron y con ellos las semanas, el centro comercial estaba comenzando a encaminarse nuevamente, cuidar de los niños había sido una de las mejores ideas que se me han podido ocurrir, es como una terapia para mí, han logrado dispersar un poco el dolor de perder a mi hijo, han logrado llenar algunos vacíos en mi corazón.
Los señores Montés son excelentes personas, incluso ya conocí a la mamá de Fernando, la señora Dina, ella es muy amable aunque a primera vista no parece ya que se la pasa con el ceño fruncido, pero es un amor de persona, también supe que Fernando tiene 34 años, Pero se ve mucho más joven quizás porque se cuida demasiado, y yo que solo tengo 2 años más parezco de 50, le comenté eso a el y después de reírse por un buen rato se ofreció a entrenarme, el es entrenador físico así que tiene la experiencia necesaria para ayudarme.
Hoy es sábado así que no tendré que ir a la casa de los Montes, en cambio quedé con Fernando de comenzar mi entrenamiento desde hoy.
Hice aseo temprano y preparé mi desayuno, cuando estaba por sentarme tocaron la puerta.
¡¡VOY!!
sali rápidamente y abrí.
- Hola, llegaste temprano - me hice a un lado para darle paso.
- hola, discúlpame por eso, pero quería sorprenderte desayunando, quiero ver qué es lo que le das a tu cuerpo - dijo Fernando sin más.
Y preciso hoy me prepare unos hotcakes con dos huevos fritos y dos tiras de tocino
El se fue acercando al comedor y yo corrí por instinto y me interpuse en su camino, esto nos hizo chocar bruscamente haciendo que casi me cayera, Pero el fue rápido y me agarró fuerte de mi cintura y me pegó a el.
- L-lo siento, e-es que creo que... Que....que-- no pude artícular más palabras.
- que...que ... Que, ¿se te comió la lengua los ratones señorita? O es que no me quieres dejar ver qué vas a desayunar -
me miró fijamente a los ojos y por un momento ví un brillo diferente en ellos, hasta puedo asegurar que ví como sus pupilas se dilataron y aquellos ojos color miel se oscurecieron por un instante, luego me soltó y carraspeó.
- bueno... Siii, me descubriste, lo siento, tenía mucha hambre - agaché mi cabeza avergonzada por ser descubierta.
- hay opciones más saludables que te pueden dejar satisfecha, Pero no te preocupes ya aprenderás, yo te enseñaré, por hoy desayuna lo que preparaste no podemos darnos el lujo de botar comida- guiñó un ojo antes de tomarme por los hombros y sentarme en la silla del comedor - Ahora desayuna que ya se nos está haciendo tarde-
Sin poder decir una palabra comencé a comer, y en menos de 20 minutos ya estábamos afuera de la cabaña.
- ¿y a dónde vamos? - pregunté por qué ví que Fernando traía unas cuerdas y un bolso grande que se veía muy lleno, además de una bolsa de camping.
- bueno, pensé que sería buena idea ya que mañana no trabajas ir a caminar a la montaña y allí quedarnos a acampar -
- tu y yo... ¿Pasar la noche?- dije aturdida.
- bueno, si lo dices así, suena como que me quiero aprovechar de ti, Pero te juro que no, es un plan que te gustará -dijo Fernando.
- no, no... lo siento, lo dije sin pensar, no has demostrado ser de ese tipo de personas, discúlpame es solo que no estoy acostumbrada a este tipo de planes- respondí.
- entonces, ¿aceptas la invitación?-
- si, vamos - que carajos, gaste la mitad de mi vida encerrada en cuatro paredes complaciendo a un imbécil que no lo valoró, es hora de vivir mi vida.
Primero nos fuimos en bicicleta hasta una caseta que había unos kilómetros antes de que comenzará la subida a la montaña, allí Fernando las aseguró, el me pasó un bastón de apoyo y comenzamos a subir, la ruta era bastante agotadora, tenía mucha inclinación, y podía sentir como mis piernas amenazaban con dejar de funcionar.
- Fernando, creo que voy a morir si no nos detenemos un momento, por favor, déjame descansar - casi ruego al borde del llanto.
- oh, claro, lo siento, por un momento olvide que venía contigo, discúlpame, normalmente vengo solo-
- no te preocupes, pero por favor déjame descansar - volví a insistir.
- si, ven caminemos solo unos metros más, allí hay una zona de descanso-
- está bien, creo que puedo hacerlo- me recompuse y camine un poco más hasta llegar a la zona que mencionó.
La verdad si se veía cómoda, casi que corrí a la silla que había en aquel lugar y me acomode en ella como si en muchos años no me hubiera sentado.