Una mujer, una traición, un matrimonio sin amor.
¿Realmente valdrá la pena?....
Espero que esta carta te encuentre bien, aunque mi corazón late con dolor al pensar que ya no estaré aquí para verte sonreír. Si la estás leyendo, es porque mi tiempo se ha agotado y mi cuerpo ya no puede luchar más.
Quiero que sepas que te perdono. Te perdono por todo el dolor que me causaste, por todas las noches que pasé llorando por ti, por todas las mañanas que desperté con la esperanza de que regresaras a mí.
Te perdono por no estar allí para mí cuando lo necesité, por no escuchar mis súplicas, por no sentir mi dolor. Te perdono por dejar que el tiempo y la distancia nos separaran.
Aunque decidí rendirme y dejar de luchar por nosotros, nunca dejé de amarte. Siempre te amé, y siempre te amaré. Recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada beso, cada abrazo, cada mirada...
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Capitulo 7
Perspectiva de Sergio
Después de que Elena se encerró en el baño, me quedé sentado en la habitación, esperando a que saliera y hablara conmigo. Pero a medida que pasaban los minutos, mi ansiedad y frustración crecieron.
Comencé a pensar en nuestra relación y en cómo había cambiado con el tiempo. Al principio, todo era emocionante y apasionado, pero ahora parecía una rutina. Siempre era lo mismo: Elena me decía que me amaba, yo le decía que la amaba, y todo parecía perfecto. Pero en realidad, no lo era.
Mi mente comenzó a vagar y pensé en Carola. Ella era diferente. Era emocionante, apasionada y siempre me hacía sentir vivo. No era como Elena, que siempre parecía tan seria y reservada.
Me levanté de la silla y comencé a caminar por la habitación. Me sentía atrapado en una relación que ya no me satisfacía. Quería algo más, algo que Carola podía darme.
Fui al minibar y me serví un whisky. Luego otro, y otro más. La embriaguez comenzó a apoderarse de mí y mi mente se nubló.
Pensé que había tomado una decisión. Elena ya no era la mujer que yo amaba. Carola era la que realmente me hacía feliz.
Cuando Elena salió del baño, dos horas después, yo ya había cambiado. Mi amor por ella se había desvanecido, reemplazado por una ilusión de amor hacia Carola.
No recuerdo exactamente qué pasó después, pero sé que le dije cosas que nunca debería haber dicho. La herí, y ahora no hay vuelta atrás.
Me senté en la cama, llorando desconsoladamente después de que Sergio me dijo que ya no me amaba y que amaba a Carola. Pensé que ya había visto lo peor, pero me equivoqué.
De repente, Sergio se acercó a mí, con la cara desfigurada por la ira y la embriaguez. Me levanté de la cama y retrocedí, intentando alejarme de él.
"Erés una puta", me gritó, su voz llena de veneno. "Te acostaste con otros hombres, ¿verdad? Mientras tenías a mí, te divertías con otros".
Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. ¿Cómo podía decir eso? ¿Cómo podía creer eso?
"Sergio, no es cierto", intenté decir, pero él no me escuchó.
"¡Eres una puta!" repitió, su voz cada vez más alta. "¡Te mereces que te traten como a una puta!"
Me protegí la cara con las manos, intentando evitar sus golpes. Pero él no se detuvo. Me empujó contra la pared y me golpeó en la cara. Sentí un dolor intenso y un miedo que nunca había sentido antes.
Mi instinto maternal me hizo proteger mi barriga con las manos. No podía creer que Sergio me estuviera haciendo esto. No podía creer que el hombre que una vez me amó ahora me tratara como a una basura.
"Sergio, detente", grité.
Sin embargo el ya no entendía y en un momento no se que paso pero se desabrochó el pantalón y comenzó a quitarme la ropa, yo pataleaba y le suplicaba que no lo hiciera, mis lágrimas caían por mi cara pero parecía poseído.
Después de una hora de sufrimiento lo único que dijo fue "es la única manera de borrar el rastro de otros hombres de ti" luego se vistió y salió, dejándome herida no solo físicamente también mental.
Mi cuerpo dolía, mi alma dolía no sabía que había pasado como después de amarme y un bebé ahora tenía otra y lo que menos entendía de donde sacaba que lo había engañado, yo nunca haría eso.
Con todos los pensamientos en mi cabeza me arrastre hacia la ducha sin embargo antes de llegar mi abdomen bajo empezó a dolor por lo que saque todas las fuerzas que tenía y llamé a recepción que mandarán una ambulancia.
Elena fue llevada a urgencias en una ambulancia, con el cuerpo cubierto de moretones y la mente nublada por el dolor y el shock. Los médicos y enfermeras la atendieron con rapidez y cuidado, mientras ella intentaba procesar lo que había pasado.
"¿Qué pasó?", preguntó uno de los médicos, mientras le examinaban las heridas.
Elena intentó hablar, pero las palabras se atascaban en su garganta. "Sergio...", murmuró, antes de que las lágrimas la sobrepasan.
Los médicos intercambiaron una mirada preocupada. "¿Fue un ataque?", preguntó otro médico.
Elena asintió, con la cabeza baja. "Me golpeó... y me..."
No pudo terminar la frase. Los médicos entendieron y se miraron entre sí, con una expresión de consternación.
Mientras los médicos la atendían, la mente de Elena se desplazó hacia sus padres y abuelos. Recordó cómo siempre la habían protegido y amado, y cómo siempre habían creído en ella. Y ahora, estaba aquí, en una camilla de urgencias, con el cuerpo destrozado y el corazón roto.
Pensó en su "segunda vida", en la que había intentado dejar atrás su pasado doloroso. Pero ahora, parecía que esa segunda vida iba a acabar peor que la primera. El dolor y la tristeza la sobrepasaron, y Elena se derrumbó en lágrimas.
"¿Hay alguien a quien podamos llamar?", preguntó una enfermera, con voz suave.
Elena negó con la cabeza. "No", murmuró. "No hay nadie".
La enfermera la miró con compasión. "Estamos aquí para ti", dijo. "Te vamos a ayudar a superar esto".