Nadie recuerda cómo comenzó, pero en los viejos cuentos se dice que Sombravelo era un reino bañado en luz dorada, donde las estrellas brillaban en el día y la magia fluía como el agua en los ríos. Sin embargo, algo oscuro se apoderó del reino. Una sombra antigua, nacida de los miedos más profundos de la humanidad, comenzó a extenderse, transformando a sus habitantes en figuras retorcidas y grotescas. Este mal, llamado La Niebla Devora-Sueños, era invisible para el ojo humano, pero dejaba marcas en el alma.
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Capítulo 19: El Encuentro con la Sombra
Elías y el Guardián de la Medianoche permanecieron en el claro, rodeados por el resplandor dorado que poco a poco se desvanecía. El equilibrio en Sombravelo había sido restaurado parcialmente, pero tanto Elías como el Guardián sabían que la calma no duraría mucho. Había algo en el aire, un murmullo inquieto que indicaba que la verdadera amenaza aún no se había revelado por completo.
—"Elías,"— dijo el Guardián, con una mirada seria—, "lo que hemos logrado aquí es solo el principio. La Niebla ha sido contenida, pero no destruida. Hay una sombra más antigua, un poder que se ha fortalecido con el caos. Debes saber que esta oscuridad no es una simple fuerza externa. Está entrelazada con tu propio ser."
Elías sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Había enfrentado sus miedos, había sellado las grietas en su corazón y restaurado el equilibrio en varias ocasiones, pero la idea de que la oscuridad pudiera estar conectada con él mismo le resultaba perturbadora. Aún así, no podía ignorar la verdad en las palabras del Guardián. En su viaje, había vislumbrado fragmentos de recuerdos y sentimientos que lo asustaban, sombras que siempre parecían estar acechando en los bordes de su conciencia.
—"Entonces, ¿dónde debo ir ahora?"— preguntó Elías, tratando de mantener su voz firme. —"Si la oscuridad es parte de mí, ¿cómo puedo derrotarla?"
El Guardián de la Medianoche lo observó con una expresión mezcla de tristeza y comprensión. —"Debes ir al Corazón de Sombravelo, un lugar donde la magia es más pura, pero también donde la oscuridad puede tomar forma. Allí podrás confrontar la Sombra que ha crecido dentro de ti. Pero no será una batalla común. Para triunfar, deberás aceptar esa oscuridad como parte de ti, y trascenderla."
Sin más que decir, el Guardián extendió una mano hacia Elías y le entregó una llave de aspecto antiguo, forjada en un metal que parecía cambiar de color bajo la luz de las estrellas. —"Esta llave abrirá el camino al Corazón de Sombravelo. No es un lugar que puedas encontrar caminando; solo se revela a aquellos que están listos para enfrentarse a su propia verdad."
Elías tomó la llave, sintiendo una sensación de solemnidad y responsabilidad pesando sobre él. Se despidió del Guardián de la Medianoche y, con la piedra cristalina aún en su mano, se adentró más en el bosque, siguiendo el llamado silencioso de la llave. El camino se volvió cada vez más oscuro y estrecho, hasta que solo un débil resplandor parecía guiarlo en la penumbra.
Finalmente, llegó a un espacio donde los árboles se alzaban como colosales pilares, sus ramas entrelazadas formando un techo que impedía ver el cielo. En el centro del lugar, un pedestal de piedra esperaba, y en él, una cerradura perfecta para la llave que llevaba consigo. Elías sintió que su corazón se aceleraba mientras se acercaba, consciente de que abrir esa puerta no solo lo llevaría a un nuevo lugar en Sombravelo, sino también a las profundidades de su propio ser.
Con mano temblorosa, introdujo la llave en la cerradura y la giró. Un sonido de engranajes antiguos resonó en el bosque, y el pedestal comenzó a descender lentamente, revelando una escalera de piedra que se adentraba en la tierra. El joven tomó aire y descendió, adentrándose en lo desconocido.
El aire en el interior era denso y frío, y la oscuridad lo rodeaba por completo. No había luz natural que lo guiara, solo el tenue resplandor de la piedra cristalina. A medida que avanzaba, Elías sintió que la oscuridad se volvía más espesa, como si intentara sofocarlo. Cada paso era más pesado que el anterior, como si sus propios temores tomaran forma y lo atacaran.
Entonces, sin previo aviso, la oscuridad se separó frente a él, revelando una figura que lo observaba con ojos brillantes y llenos de malicia. Era su propia sombra, pero más oscura y densa de lo que cualquier sombra debería ser. La figura tenía su misma forma, pero sus ojos estaban vacíos, reflejando un abismo sin fin.
—"¿Crees que puedes derrotarme?"— la sombra habló con una voz idéntica a la de Elías, pero cargada de un veneno que le heló la sangre. —"No soy una entidad separada, Elías. Soy tus miedos, tus dudas y tus errores. Soy la parte de ti que siempre has querido ignorar. ¿Cómo podrías superarme si ni siquiera aceptas que soy parte de ti?"
Elías dio un paso atrás, sintiendo el peso de las palabras de la sombra. Había enfrentado muchas pruebas en Sombravelo, pero esta era diferente. No se trataba de derrotar a un enemigo físico, sino de mirar dentro de sí mismo y aceptar las partes que había tratado de negar.
—"Tal vez no pueda derrotarte,"— admitió Elías, su voz resonando en la oscuridad. —"Pero puedo aceptarte. Sé que eres parte de mí, mis errores y miedos, y no voy a seguir ignorándolos. Los llevo conmigo, pero no me definen."
La sombra se retorció y rugió, como si esas palabras fueran un golpe directo. Sin embargo, en lugar de disiparse, comenzó a fusionarse con Elías, integrándose en su ser. El joven sintió un dolor profundo mientras la oscuridad se mezclaba con su esencia, pero también sintió un alivio inesperado. Era como si al aceptar su sombra, hubiera liberado un peso que llevaba consigo desde hacía mucho tiempo.
La oscuridad se desvaneció, y Elías se encontró en una vasta llanura iluminada por una luz cálida y dorada. En el centro, un árbol gigantesco se alzaba, sus ramas extendiéndose hacia el cielo. Era el Árbol del Corazón de Sombravelo, un símbolo del equilibrio y la armonía. A su alrededor, pequeñas criaturas luminosas danzaban, llenando el aire con una melodía suave y reconfortante.
El joven se acercó al árbol, y al tocar su tronco, sintió una conexión profunda con el mundo mágico. Era como si todas las partes de sí mismo, luz y oscuridad, estuvieran en equilibrio. Había llegado al Corazón de Sombravelo no solo para enfrentar su sombra, sino para comprender la naturaleza del equilibrio: que la luz y la oscuridad eran necesarias, y que ambas coexistían en él y en el mundo.
Nox apareció en una rama cercana, observándolo con una mezcla de aprobación y orgullo. —"Lo has hecho bien, Elías,"— dijo el cuervo. —"Aceptar la oscuridad es el primer paso para dominarla. Ahora, eres un verdadero Guardián, capaz de proteger no solo Sombravelo, sino también a ti mismo. Pero recuerda, el equilibrio es una tarea continua, y siempre habrá nuevas sombras que enfrentar."
Elías asintió, sintiendo una serenidad que no había experimentado antes. Había comprendido que su viaje no se trataba solo de proteger Sombravelo, sino también de crecer y aprender a aceptarse por completo. El bosque le había dado un propósito, pero también le había mostrado que el verdadero poder residía en su capacidad para enfrentar sus miedos y abrazar su verdadera esencia.
Con un último vistazo al Árbol del Corazón, Elías se dio cuenta de que su viaje en Sombravelo estaba lejos de terminar. Pero esta vez, avanzaría con la certeza de que, sin importar cuántas sombras lo acecharan, siempre llevaría consigo la luz necesaria para enfrentarlas.