Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
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Cap. 5 No necesitas saber mi nombre
Ese día me enseñó algo de lo que debería hacer, pero aunque no entienda mucho tengo que aprender, así que decidí entrar en una relación más cordial.
—Bueno, sería interesante presentarme, mi nombre es Bianca Lizorty, tengo 22 años y este año debería graduarme de la universidad, ¿cómo te llamas? —dije mientras él caminaba delante de mí mostrando el huerto y algunos molinos improvisados, cosa que no me gusta porque tengo una mala sensación cuando los veo.
—No necesitas saber mi nombre, solo dime Al, es todo, ahora iré a traer leña, ve a poner la olla para cocinar — dijo seco mientras se aleja de mí y yo solo me quedo parada ahí como una tonta, pues gruñón es su nombre de ahora en adelante, no entiendo cuál es su problema, ni que le costara tanto ser un poco amable.
Hago lo que él me dice y me alisto para cocinar, presintiendo que esta dinámica se va a repetir mucho y no me equivocaba. Así pasamos varios días, yo aprendiendo a hacer pan, en realidad, desde la maldita harina, pues sí, tras la cabaña hay un pequeño molino donde debo moler el maíz y hacer la harina, pues bien, los bullados 15 días ya pasaron, soy casi una experta, aunque a veces aún me quemo con el horno.
Pues no, no me fui dentro de los 15 días que tenía como plazo, el gruñón, tuvo una accidente, y sí, casi se mata. Cabe resaltar de que fue un poquito, mi culpa, en realidad, fue toda mi culpa, me dijo que no debía ir más lejos que la pequeña barda que había hecho, que había un oso grande rondando, pues como a mí esos cuentos no me asustan, tomé mis sobras y no quería enterrarlas. Así que caminé sola dentro del bosque, buscando donde lanzar mi bolsa, y sí…, el maldito oso era más que grande, era enorme, casi se me afloja el esfínter al verlo, corrí gritando y asustadisima.
Cuando estaba por alcanzarme, vi al gruñón acercarse y apuntarle con su escopeta.
—Abajo — gritó y eso hice, me tiré al suelo para después escuchar el disparo.
El animal pasó de largo y se fue contra el gruñón, quien volvió a disparar, pero el animal logró atraparlo antes de debilitarse por completo, así que tiene unas heridas muy grandes en el pecho producidas por las garras de ese oso.
Sé que no debo desobedecerlo, sé que es mi culpa, así que lo he estado atendiendo durante casi una semana, tengo carne seca para el invierno, tengo almacenada agua cerca. Mi huerto está protegido con un invernadero que él había construido un tiempo antes, así que me tocó armarlo, bueno, no habla mucho, pero sé por su mirada que me está llamando estúpida de forma clara.
Cuando estaba terminando de cosechar las últimas verduras lo escucho gritarme desde la puerta de la cabaña.
—Bianca, entra ahora, la tormenta está por comenzar — me dice y yo que nunca le creo, esta vez le creí, no vaya a ser que pase lo del oso.
Entró volando, cierro las ventanas y la puerta, acomodo bien mis leños lejos de la chimenea para que no haya problemas y me pongo a hacer una sopa mientras él afila sus cuchillos de caza, lo hace muy bien, y estoy segura de que saldrá a cazar en cuanto a tormenta pase.
—Ya que no te fuiste, sabes lo que quiero, solo mantén el silencio — me dice, mientras que yo solo asiento y paso mi mano por mis labios simulando un cierre.
Él es tosco, es malhumorado, a veces me dice lo estúpida que soy, aunque no con palabras, solo me mira para decirme que soy muy estúpida.
Pero después de eso, me cuida, me protege, incluso me mima, sí, un día llegó con un poco de miel y nuez, le ofrecí, pero me dijo que no le gusta la miel y es alérgico a las nueces.
Eso quiere decir que lo trajo solo para mí.
No es que crea que está enamorado de mí, pero…, viniendo de alguien tan tosco, es muy lindo de su parte hacerme esos detalles, pues yo he arreglado toda su ropa, sé coser bien, eso sí lo aprendí, mi abuela materna es un genio.
La tormenta comenzó y de verdad que es muy fuerte, sentía como la pequeña cabaña se estremecía por los fuertes vientos y la nieve azotando todo.
—Ven al fuego, esta noche hará frío, no te quedes cerca de puertas y ventanas — me dice mientras se envuelve con una gran frazada.
Sí, ya hace mucho frío, ¿me haces campito? — digo como una niña mimada y él solo me mira como si yo fuera una tonta.
—Apúrate —me dice mientras abre su brazo dejando un espacio dentro de su pequeño búnker de frazada calientita, me meto sin pensarlo.
Dormimos juntos siempre, solo dormir y nada más, y sé que es muy caliente, como un delicioso colchón térmico, solo que con mal carácter, así que esta noche pueda dormir caliente a su lado es lo mejor que me puede pasar.
Así pasamos esa noche que era realmente fría, solo me levanté para calentar la sopa y hacer un par de mate de romero, en el invernadero hay muchas cosas, y así fue como cenamos algo caliente y tomamos algo reconfortante.
Así pasamos 3 meses, era imposible salir, y definitivamente, agradecí que Gruñón haya salido tanto a cazar, ya que la comida no faltaba, y mi colchón térmico por las noches tampoco me faltaba, pero algo estaba diferente, él hacía sutiles movimientos, yo los notaba, yo sentía que me abrazaba con más énfasis, tendía a acomodarme en cupido para dormir.
El asunto es que yo andaba ya de babosa con el gruñón que de día ni me hablaba, pero en la noche, sin ser atrevido, me hacía sentir que quería tocar más de lo que tocaba, que era casi nada debo decir.
Yo me despertaba bastante acurrucada a él, su herida se había curado, sin embargo, yo seguía siendo una cuidadora compulsiva, ni siquiera me pedía nada, yo solo lo hacía para que él esté cómodo.
Una vez de parlanchina que soy, aproveche un día que estaba más hablador, le conté mi triste historia, mi familia disfuncional, sin embargo, él parece una tumba, solo me escuchó y asintió ante mi revelación. Vi un poco de tristeza en sus ojos, pero obviamente lo cubrió bien y solo alcanzó unos calcetines gruesos que tenía cerca de la chimenea para ponerlos en mis pies, yo solo guardo silencio cuando él hace eso.
juuuum
este si es loco....
gracias