Si alguien me hubiera dicho hace unos años que encontraría el amor en un hombre que casi me dobla la edad, juro que no le creería, para ser sincera aún no lo puedo creer.
Él mejoro cada aspecto de mi persona, saco mi mejor versión y yo a él le di lo que siempre quiso.
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Baño
Gire en mis tacones y me dirigí al privado del Sr Dominic, llame a la puerta, pero no escuché voz alguna, abrí la puerta después de pensarlo un poco, en el sofá estaba sentado el, está vez en un traje azul marino con el saco desabrochado y algunos botones de su camisa, que dejaban ver algunos tatuajes, sus ojos obscuros me miraban fijamente, las manos me comenzaron a sudar.
En la mesa estaba su asistente con una portátil, muy concentrado.
-Buenas noches mi nombre es Galilea esta noche seré su servicio, ¿desean comer algo en especial?- me incline un poco en forma de saludo y me enderece esperando respuesta.
-Lo de siempre el chef ya sabe, solo di que es para el Sr Dominic- asenti y salí de la sala, me comunique con chef.
-Bien, en 1O Min está, no te salgas de la sala yo lo llevaré-
-Estoy fuera-
-No, regresa no debes de dejar al cliente solo, ponte detrás de la barra y espera a que te pida algo-
No quería verme inexperta así que tome una charola de fruta y entre al lugar de nuevo, lo deje sobre la mesa frente al Sr Dominic y me coloque detrás de la barra.
No me fijé en su expresión, pero lo vi mirar la charola por lo que pasó una eternidad antes de verlo tomar unas uvas, su asistente lo miro con algo de asombro y luego me miró algo extraño
Continuo comiendo la fruta y justo cuando llamaron a la puerta el término la fruta, recogí el plato y abrí la puerta, le entregué el plato al chef y el me dejó el carrito con la comida, me alcanzó a susurrar,
-No le sirvas en la mesa, come ahí donde está- le guiñe un ojo ante su nota verbal.
Jale en carro y me coloque a su lado y puse una servilleta de tela sobre la mesa y saqué lo del carro, tome otra servilleta y se la estire para que la pusiera sobre sus piernas.
-Hazlo- dijo sin mirarme, dude un poco, pero puse la servilleta, llene un vaso con agua y otro con vino, me di la vuelta para poner la comida de su asistente en donde está trabajando, estaba por ponerle la servilleta en las piernas también, pero escuché nuevamente su voy gruesa e intimidante.
-Él lo puede hacer solo- me quedé en pausa.
-O no puedes- volvió a hablar.
-Si jefe, lo siento- tomo la servilleta de mis manos y la puso sobre sus piernas, jale el carro al ricon y volví a colocarme detrás de la barra.
Este hombre es muy raro y aterrador, espere a que terminarán de comer, recogí los trastes y saque el carrito, lo deje en el pasillo y tome 2 postres, tarta de crema de coco individuales, regrese con ellos y los deje uno a cada uno con una cuchara, el asistente me miró como si hubiera cometido un crimen.
-Sr me lo comeré también- dijo y se puso de pie, el Sr Dominic levanto la mano y lo hizo callar y se volvió a sentar.
Todo esto es muy raro e incómodo, deberían de haberme dado un manual para atenderlo, saber que puedo hacer que no y como hacer las cosas, me da miedo hasta respirar.
Terminaron el postre y salí a dejar los trastes a un carrito para que el servicio lo llevará y cuando estaba por regresar el asistente del Sr Dominic salió de la sala.
-Debo salir no dejes solo al Sr y no le des cosas dulces no le gustan- me sentí como una tonta, no pregunté solo lo serví.
— No sabia lo siento-
-Coloidal, que date adentro no salgas para nada- asenti y regrese a la sala.
Estaba con su móvil, no me miró en ningún momento y solo levantaba su vaso para que me acercara a llevarle uno nuevo con más licor.
En el primer intercambio lo coloqué en una porta vasos sobre la mesa, pero me indico que se lo diera en la mano, tal vez con él el protocolo sea así.
Pero el roce de sus dedos al tomar el vaso me generaba un hormigueo extraño y con cada vaso hacia el roce más evidente.
Yo creo que mi cara ya estaba roja como tomate, lo bueno es que no me miraba sino que vergüenza.
Abran pasando quizá 3 horas y su asistente no llegaba, y juro por Dios que necesito ir al baño, pero me dijeron que no podía salir para nada, cruzó los pies, pero ya no puedo aguantar y mucho menos creo moverme, me preocupa tener un accidente aquí o que me vea salir como una loca desquiciada corriendo al baño.
Levanto de nuevo el vaso, Caramba pues cuánto puede tomar este hombre, si ya estuviera dormido habría salido rápido al baño, no me pude mover y el se desesperó y antes de gruñir se giró para mirarme.
-Me disculpo Sr, en este momento no puedo servirle, tengo una emergencia y necesito salir un momento, la cara ya no la tenía roja se me caía de la vergüenza- traté de dar unos pasos, pero sentí que me iba a hacer pipi.
Me detuve de la barra como pude para no caer al piso, pero antes de que me diera cuenta, él me estaba levantando en brazos, camino al lado contrario de la sala y abrió una puerta oculta, detrás de esta había un baño muy bien equipado, me dejó de pie en piso blanco del cuarto y salió cerrando la puerta, lo pensé un momento, pero mi cuerpo me dijo que ya no podía esperar más, así que me senté a hacer del baño, lave mis manos y estaba por salir, pero la vergüenza me volvió a invadir.
No es apropiado usar el baño de los clientes es una de las reglas de los privados, seguro me van a correr, salí despacio y mi cara roja como tomate, lo vi recargado en la barra tomando otro vaso de licor.
Camine hacia la barra como una niña que había hecho algo mal, esperaba un regaño o que me corriera de la sala.
Con la cabeza gacha llegué frente a él.
-Sr lamento mucho este incidente, no acostumbro comentar este tipo de inconvenientes-
-No lo vuelvas a hacer, cuida tu salud- su respuesta me cayó como baldede de agua fría y más el tono de voz.
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