El Cachorro Del Rey

Kaelen entró a la recamara, lo primero que vio fue a Astrid inconsciente en el suelo, corrió a ella, la tomó en brazos, su cuerpo estaba frío, pálido, su corazón se aceleró, el miedo se apoderaba de él.

- Mi Diosa, por favor…- Dijo con su voz baja, acarició su rostro con ternura, levantó su mirada hacia su cachorro quien seguía durmiendo.

- Majestad…- Su voz entre cortada hizo que su mirada se girara a ella.

Astrid tenía sus ojos entreabiertos, los hermosos escarlatas de rey la miraban con alivio, con ternura, pero también podía notar los rastros del miedo, llevó una mano a su rostro acariciándolo con ternura.

- ¿Qué paso mi Diosa? – Pregunto, mientras la aferraba más a él.

Astrid empezó a recordar todo, aquel extraño sueño que tuvo, no, fue un sueño, fue real, su cuerpo aun estaba helado por el terrible frío de ese lugar donde estuvo.

- Kali – Dijo en susurro. – Mi loba, se llama así – Continúo.

Kaelen la miro con sorpresa. Se levantó con ella en brazos y camino hasta un sofá donde tomó asiento, con ella en su regazo.

- ¿Qué dijo? – Preguntó, podía entender que por eso la encontró inconsciente, el enlace requería de gran cantidad de energía, a lo que ella no estaba acostumbrada.

- Todo estaba oscuro, cubierto por miles de estrellas y frente a mí la Luna llena y ella, una preciosa loba con su pelaje similar al color de la luna – Empezó a hablar, sentía como su cuerpo volvía a su temperatura normal, estando en brazos de él.

Kaelen escuchaba atento, sentía como Lugh se emocionaba solo de escuchar la descripción de la loba de Astrid.

- Dijo que necesitamos la marca de Sol – Susurró.

- ¿Qué?  - Kaelen entrecerró la mirada ante eso, incluso Lugh se quedo inmóvil.

- Si, solo la marca del Sol, nos protegerá de la Oscuridad – Lo miró - ¿No me crees? – Pregunto desanimada al ver la mirada perdida de Kaelen.

- Claro que sí, te creo – Kaelen acarició su rostro. - ¿Dijo algo más? – Preguntó.

Astrid negó, empezó a jugar con sus dedos recordando lo que sucedió después.

- Ella, fue envuelta en la oscuridad, esa oscuridad absorbió todo, las estrellas, la luna llena y a ella, a Kali…- Su voz se quebró – Fue, horrible, sentía tanto miedo de esa oscuridad, aun lo siento – Llevó sus manos a su pecho, mientras resistía a sus lágrimas a salir.

- Tranquila, yo estoy aquí para protegerte, no debes temer mi Diosa – Aclaró, con su mano sobre su mentón, levanto lentamente para encontrarse con sus preciosos ojos azules cubiertos de miedo y lágrimas que resistían a salir.

Astrid suspiró, nunca antes se había sentido tan protegida como era ahora, y todo era debido a él, el Rey Lycan, acercó su rostro al de él para darle un beso, que tomó al rey por sorpresa, pero solo fue cuestión de segundos para que él respondiera al beso y tomara el control.

- Mi Diosa, no me provoques, mi autocontrol es débil ante ti- Musito Kaelen cerca de los labios, una de sus manos ya estaba subiendo hacia su muslo, por debajo de la falda.

Astrid asintió, su rostro estaba ya rojo, el frío se había desvanecido y ahora estaba acalorada.

- ¿Qué es la marca del Sol? – Preguntó recordando las palabras de Kali.

- Mi marca – Respondió – Lugh es un Lycan especial, así que solo podemos marcarte durante la Luna solar – Continúo.

Asintió, Kali fue clara en sus palabras, para ser protegida de la oscuridad necesitaba la marca del Sol.

– Será pronto, así que, durante la Luna Solar, te marcare, mientras te follo, Mi Diosa – Kaelen bajo sus labios hasta su mentol y enterró suavemente sus dientes, provocando un gemido en ella.

- Espere…Alain está aquí – Dijo deteniendo la mano que ya estaba cerca de su intimidad.

Kaelen la miró y dirigió su mirada hacia su cachorro aun durmiendo, sonrió.

- Bueno, supongo que debo esperar hasta que estemos en nuestra recamara – Dijo con una leve sonrisa, retirando su mano de aquella zona.

- ¿Nuestra recamara? – Lo miró confundida, ella dormía en esa recamara con su pequeño.

- Si, quiero tenerte en mi cama todas las noches, Mi Diosa – Dijo Kaelen con una coqueta sonrisa.

Astrid mordió su labio inferior, y negó.

- Alain duerme conmigo, desde que nació – Comentó nerviosa, así era en su antiguo departamento, bueno también porque solo había una habitación, pero ella estaba tan acostumbrada a tener a su cachorro a su lado.

- Ah – dirigió su mirada a su cachorro – Bueno, no hay opción entonces… - Continúo, a pesar de que quería a Astrid para él, también entendía que su cachorro la necesitaba y no pensaba separarlos.

- Bueno, tal vez…si la recamara se adecua a sus gustos…él podría empezar a dormir solo – Susurro al ver la mirada triste en su rey.

Kaelen la miró y sonrió, beso sus labios de nuevo, fue algo corto y tierno.

- Eres muy tierna mi Diosa – Susurró.

Astrid suspiró, incluso que le dijera “Mi Diosa” hacía que todo su cuerpo lo deseara.

- ¿Cómo te fue en la reunión? – Pregunto tratando de controlar sus nervios.

- Bien, tenemos tiempo para preparar todo – Respondió, mientras una de sus manos ya estaba rozando sus senos.

- Que alivió – Dijo – Por cierto, Alain tiene una amiga ya, y se divirtió mucho en el colegio – Agregó emocionada.

Kaelen detuvo sus caricias, escuchar eso incluso a él lo alegraba, saber que su amable cachorro tenía ya una amiga.

- Oh, entonces, ya está conquistando corazones – Respondió.

Astrid entrecerró la mirada, no pensaba en eso, su pequeño solo tenía cuatro años.

- Es su amiga – Respondió Astrid inflando ligeramente las mejillas, claramente estaba celosa por su cachorrito.

Kaelen empezó a reír ante ese gesto infantil de su pareja.

- Mami…- La soñolienta voz interrumpió la risa de Kaelen.

Astrid se levantó de inmediato del regazo del rey y dirigió su mirada a la cama, Alain estaba ya sentado con sus ojos cerrados y soltando un largo bostezo.

- ¿Dormiste bien mi amor? – Se acercó a él y se sentó a su lado.

Alain asintió aun con sus ojos cerrados, llevo sus manos a su estómago que comenzó a rugir.

- Tengo hambre…- Susurro el pequeño.

Alain abrió sus soñolientos ojos azules y se encontrón con su padre de pie cerca de la cama.

- ¡Papi! – Grito emocionado, se levantó en la cama y saltó a los brazos de Kaelen.

- Hola mi cachorrito – Dijo Kaelen mientras lo abrazaba.

Astrid sonrió mirando aquella escena tierna, Kaelen incluso era demasiado amoroso con Alain. Recordó su encuentro con Kali, ya no tenía miedo, porque él le prometió que la protegería y confiaba en sus palabras.

******************

Oscar estaba en la manada Cascada Azul, tenía tanto que investigar sobre el linaje de Astrid, por lo que primero iniciaría con los archivos de registros de la familia Cameron, aunque bien pudo solicitar todo mediante correo, prefirió estar personalmente en la búsqueda, además que también tenía ganas de reunirse con el Alfa y la Luna de la manada.

Leandro y Catalina estaban sentados en unas sillas que estaban frente al escritorio del Alfa, mientras que Oscar estaba sentando la silla del Alfa, con los pies arriaba del escritorio de cedro oscuro.

- Vaya, es cómoda esta silla – Dijo Oscar mientras recargaba su espalda.

- Gracias, Gamma – Respondió Leandro con gran respeto - ¿Qué lo trae por aquí? – Preguntó, el Gamma había llegado de sorpresa y eso lo tenía preocupado.

- Vengo a revisar personalmente su red de comunicación – Respondió dirigiéndole la mirada a ambos.

- ¿Por qué? ¿Hay algún problema? – Pregunto Catalina tratando de mantener la calma.

- Eso es lo que quiero averiguar, ya que sus informes han llegado incompletos – Respondió Oscar con una leve sonrisa.

Leandro y Catalina se miraron sin entender.

- No reportaron el regreso de Astrid Cameron – Dijo con su ronca voz.

- Gamma…yo – Leandro trago en seco, no sabía cómo responder.

- Eso es por que ella lo pidió así – Intervino Catalina – Astrid, nos rogó para que no reportáramos su regreso al palacio real – Continúo con una falsa calma.

Oscar arqueo las cejas, sorprendido de lo bien que mentía la Luna de la manada.

- ¿Por qué? – Preguntó.

- No lo sabemos, no quisimos interrogarla más, Astrid es una vieja amiga por lo que decidimos ayudarla sin cuestionarla – Respondió con otra mentira Catalina.

- Perfecto, entonces le preguntare personalmente – Dijo Oscar, pensando en seguir la falsa de Catalina, solo para saber hasta donde era capaz de llegar – Tráiganla ahora mismo ante mi- Ordeno

Catalina se puso pálida ante esa orden, dirigió su mirada a Leandro, él debía ayudarla en esos momentos, pero incluso ella sabía lo cobarde que podía llegar a ser cuando tenía en frente a alguien que rebasaba su estatus.

- Se fue – Respondió.

- ¿Cuándo? ¿Por qué? – Cuestiono Oscar.

- Hace unos días, no lo sabemos, simplemente desapareció otra vez, ni siquiera les dijo a sus padres – Respondió Catalina sin imaginar las consecuencias de sus mentiras.

Oscar asintió, tanto el Alfa como la Luna eran basura y recibirían en su momento el castigo del Rey Lycan.

- Ok – Se levantó del asiento.

Leandro y Catalina lo hicieron también.

- Iré directamente a las oficinas del registro – Dijo.

- ¿quiere ayuda en algo? – Preguntó Leandro

Oscar miró de pies a cabeza, siempre le había desagradado aquel Alfa.

- Si – Respondió.

- Usted diga, Gamma – Sonrió Catalina, pensando que el Gamma le había creído toda su mentira.

- No me estorben – Dicto.

Oscar salió de la oficina dejando a Leandro y Catalina paralizados por la cruda respuesta del Gamma.

- ¿Por qué mentiste? – Leandro la miro molesto

- No podíamos decir la verdad, además ella ya se fue con su bastardo, y no volverá – Dijo Catalina.

Su odio hacía a Astrid seguía latente después de tantos años. Pues a pesar de que ella se convirtió en la Luna, no tenía mando en la manada y mucho menos tenía a Leandro, su vida con él era solo un protocolo, no había amor.

************

Oscar llegó a la oficina de registro, ahí podría investigar tranquilamente sin que se atrevieran a ocultar algo, era obvio que tanto el alfa como la luna de la manada no eran de confiar, por lo que debía establecer una protección de los registros que encontrara de la familia Cameron.

- ¡Tonta! ¡No debes salir sin permiso! –

Su mirada se centró en aquella mujer de cabello rubio y ojos claros que le gritaba a otra mujer de cabellos color marrón, le daba la espalda por lo que no podía ver su rostro, pero su tenía una vista agradable de su trasero grande y redondo que se veía firme y carnoso bajo la tela de su falda.

Camino hacia a ellas, su mirada clavada en ese delicioso trasero.

- Disculpe – Dijo una vez que se detuvo justo detrás de ella, olfateando su delicioso aroma.

- Gamma – Balbuceó la rubia ante la presencia del Gamma de Rey.

La chica que le daba la espalda, giro un poco su cabeza, levantó su rostro para encontrarse con intensa mirada aceitunada del Gamma, que ocultaba un deseo puramente lujurioso.