Él le hizo un terrible daño al matar su bebé y luego de varios años vuelven a encontrarse y nuevamente la lastima, pero ya cansada de esa situación decide terminar con el problema, dándole vida a La Diabla, una mujer decidida y dispuesta a todo para ser feliz con su nueva hija.
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5
—Bueno mi amor—alza los hombros— la droga y el alcohol me consumieron y tu cara bonita me volvio loco, pero si quieres llamarme enfermo también lo aceptó. Ustedes —señala a los hombres que me sostienen— la llevan a mi habitación, no vuelvo está noche. La diversión comenzará mañana.
Me nublo, no sé que responder, me paraliza el miedo de saber que puede pasar en esa Habitación, no me importa tanto está noche porque sé que no volverá o por lo menos tengo esa esperanza, pero debo pensar muy bien en un plan.
La noche llegó y con ella la hora de la cena...
— Hola—aparece Alen— disculpa todo lo que ha pasado, por hoy puedes estar tranquila porque no va a volver, se está acostando con mi novia.—logra asombrarme con sus palabras.
—¿Cómo puedes decir eso tan tranquilo? —indago—¡Es tu novia! Ellos te ven la cara de idiota y tú los dejas. —reprocho—¿Qué haces en esta familia tan disfuncional? Te conozco hace unos años y eres el más normal de todos, creo.
—Bueno, en realidad es mi prometida. Sin embargo, es impuesto por mis padres y por negocios, no me importa ella.—responde— Esta familia es un asco, no sé si soy normal, pero si el más cuerdo y sensato de por acá —empieza a reír.
—Peor aún—volteo los ojos—Es tu prometida, así sea por obligación, no te respetan, o lo que ellos serían; quiero decir cuñados.
—Realmente no me importa, no me duele el ego como hombre, no me guío por la cantidad de mujeres que pasen por mi cama, prefiero una sola que se dé a respetar de verdad. La culpa es de ellos dos, yo no voy a evitarlo, en una de esas tengo la suerte de que los casen a ellos y yo librarme de esto.— me guiña el ojo.
—¿La suerte o planeas algo?—curioseo— Por dios, déjame ayudarte en lo que sea, sólo necesito salir de aquí— uno mis manos rogándole ayuda.
—Planeo Rubí—contesta— y en cuanto a lo otro, deja que pase un tiempo, sigue normal, ni muy sumisa ni muy salvaje. Déjame pensar como sacarte.
—¡Gracias de verdad! no sabes cuanto odio a tu hermano. Quiero desaparecer.
—Ten paciencia, no sé cuanto tiempo nos lleve —agarra la comida que me trajo—cada día vendré yo a traerte comida, no comas nada más, descansa.
—¡Gracias por la advertencia!—respondo regalándole una pequeña sonrisa.
—¿Qué haces con ella, Alen?— indaga Fátima mirándome mal.
—Le traje la comida, ¿no ves?— responde tosco.
—Y tú, idiota—me mira— ¿quieres tener a los dos hermanos?
—Tu madre tiene razón—digo riendo.
—¿en qué?— pregunta con el ceño fruncido.
—¡Eres hueca! —la insulto riendo.
—No sé de que te ríes— responde burlándose—a mí por lo menos no me tienen secuestrada
—Tienes razón, pero a mi me trajeron hoy— me señalo a mí misma—A ti te tienen así desde que naciste, quien sabe cuando te liberen, tal vez te casen con algún viejo o algún pervertido para no soportarte.
—A ti te libera la muerte, querida—contrataca.
—Por lo menos sé mi destino, cuñadita—digo sarcástica—pero el tuyo nadie lo sabe—finalizo riendo.
—A mi me quieren, a ti no— responde nuevamente— Tu morirás a manos de mi hermano.