Prisionera Del Ruso

Dos semanas, dos estúpidas semanas llevo en esta casa. Al menos agradezco tener la compañía de Anika, de no ser por ella no se qué clase de cosas habrían cruzado por mi mente. Ni siquiera he podido hablar con mi mamá; Desde que le dejé en claro a Andrey que quería volver a mi casa tomó mi teléfono y mi pasaporte y se los llevó.

Estoy completamente encerrada en esta casa y sin nadie conocido en este país. Podría decirse que yo misma me metí en la boca del lobo en el momento que dije si en el altar.

—Señora, el señor Volkov la está esperando en el comedor— No voy a salir, no quiero comer con él.

No puedo sacarme de la cabeza lo que me está haciendo y no solo a mi, también a esa pobre muchacha embarazada que tiene atada.

—Dile que no tengo hambre— Qué no se cansa de decirme que baje a comer y siempre le digo lo mismo, no quiero.

—Por favor, mi señora. Él señor Volkov está enfadado el día de hoy, no lo haga enojar más— ¿Enojarlo yo? él es quien debería dejar de hacerme enojar.

—No iré, no me interesa si se pone como los mil demonios— Le dije cruzándome de piernas manteniendo una postura recta.

Anika salió de la habitación a regañadientes mientras yo volvía mi vista a mi libro. Tan solo unos segundos después la puerta de mi cuarto se abrió de golpe, gracias a un muy furioso ruso.

—CUANDO TE ORDENO ALGO, OBEDECE— Andrey entró a la habitación seguido por Anika, aún gritando se acercó a mi por lo que abandoné mi posición y me levanté asustada por su tono.

—Ja, ahora eres tú el que viene a rogar a mi habitación— Me estaba gustando esto de provocarlo, era lo único divertido que podía hacer en esta casa. Si él ha decidido hacerme la vida imposible entonces yo también se la haré a él.

—¿Rogar? ya veremos si esto es rogar— Me sujetó del brazo y por impulso comencé a forcejear con él tratando de zafarme de sus manos. Él comenzó a caminar rumbo a las escaleras conmigo prácticamente doblada ante el doloroso agarré que estaba imponiendo.

—Suéltame, Andrey, me duele— Más de una vez tropecé en las escaleras pero no caí debido a los jalones que el me daba.

—Vas a aprender a respetarme— Cuando llegamos al comedor me sentó en una de las sillas próxima a la suya. Inmediatamente los empleados comenzaron a llenar la mesa de varios platos mientras yo acariciaba mi adolorido brazo.

Llamó mi atención que en la mesa había un plato extra, ¿a caso él estaba esperando a alguien?

—¿Qué? ¿Traerás a la chica que mantienes encerrada para que compartamos como una hermosa familia?

—No deberías estar tan enojada. Después de todo, una vez que ese bebé nazca, será tuyo— ¿Estoy escuchando bien? ¿A qué se refiere con que será mío?

—¿Qué quieres decir con eso?

—No puedo dejar que mi hijo sea ilegítimo. Al nacer para todos él será tu hijo, será un Volkov nacido correctamente en el matrimonio.

—¡Estás demente!— Jamás sería participe de algo como esto —Parece que tienes todo muy bien calculado pero, ¿Qué pasará con su verdadera madre? Ella no abandonará a su bebé tan fácil.

—Un muerto no puede reclamar nada.

—¡ANDREY!— Me levanté de golpe con la intención de marcharme y ya no seguir escuchando estas ridiculeces pero dos guardias que no se en que momento se colocaron detrás de mí volvieron a sentarme.

—Lamento llegar tarde, Andrey— Giré mi vista para ver al invitado que había llegado, resulta que es nada menos que el fiel amigo cómplice de las locuras de Andrey.

Él tomó asiento justo en la silla frente a mí sin ocultar la radiante sonrisa que tenía.

—Diego, ella es mi esposa Paula. Paula él es mi mejor amigo Diego— Ambos nos observamos pero yo estaba demasiado enojada en ese momento que no quise corresponder a su saludo.

—Nos habíamos visto antes pero me temo que las circunstancias no eran las adecuadas para una presentación. Me disculpo por eso— Por más amable que parezca no puedo confiar en él, es amigo del psicópata de mi esposo.

—Entonces señor...— Le dije tratando de averiguar su apellido

—Manssiani— Manssiani? su apellido es italiano, acaso él....?

—Somos compatriotas, Paula— ¿Paula? qué es este atrevimiento. Su fachada de hombre elegante y recatado no debe ser más que para ocultar su naturaleza desvergonzada.

—¿Está de acuerdo señor Manssiani, con el método que ha elegido mi esposo para retener a la madre de su hijo?— Necesito conseguir el apoyo suficiente para sacar a esa muchacha de ahí, estar atada con un embarazo tan avanzado no debe ser nada seguro. Si logró convencer al amigo, tal vez el pueda tratar de lidiar con Andrey.

—No lo estoy pero, debido a las circunstancias es más seguro para ella y para ustedes que permanezca así.

—Ahora entiendo porque son mejores amigos— No tenía ganas de permanecer en esta mesa con estos dos pero se que Andrey no me dejaría ir tan fácil.

—Si alguna vez se siente aburrida y desea salir a conocer el lugar no dude en llamarme. Se lo difícil que es llegar a un país donde no se conoce a nadie— Salir con él, claro, como si Andrey fuera a dejarme poner un pie lejos de este lugar

—Estaría encantada señor Manssiani pero no creo que a mi esposo le guste su propuesta— Le dije observando a Andrey que se encontraba devorando su filete.

—No tengo problema, siempre que sea con él puedes ir donde desees— ¿Es enserio? ¿planea dejar que al fin ponga un pie fuera de esta casa? Si es así, entonces no voy a desaprovechar esta oportunidad

—Ya que mi esposo está de acuerdo, ¿le parece si mañana salimos un rato?— Dije esto con la esperanza de que él aceptara. Solo tengo que apartarme de la vista de Andrey y podré regresar a casa.

—Estaría perfecto, pasaré por usted mañana antes de mediodía—Después de todo está cena no ha sido tan mala, por el momento conseguí un boleto de ida sin retorno a mi libertad.