Mayday Brown, una niña de 8 años que pasa la navidad en casa de sus abuelos mientras sus papás están ocupados en su trabajo.
Sus vacaciones parecian normales; convivía con sus tíos, primos, sus abuelos, y exploraba la casa. Cuando de pronto conoce una chica llamada Elizabeth quien su abuela presenta como su hermana mayor.
Sin embargo, May no tarda en darse cuenta de que detrás de la sonrisa de su hermana mayor, hay una oscura intención que pondrá a prueba su valentía e ingenio.
¿Que secretos puede ocultar Elizabeth? ¿Podra Mayday sobrevivir a su navidad?
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Capitulo #4
Debido a que esa tonta habitación estaba vacía, mi abuelita me hizo llevarle de comer a una de mis primas. Con la comida en mis manos subí por unas escaleras de concreto que estaban en el patio, para llegar a su habitación. Mi prima a diferencia de Clara y Rubí era más amable conmigo, además de que estaba más concentrada en sus trabajos como actriz.
—¡Lana! ¡Lana! ¡La comida! —grité de pie frente a la puerta mientras mis manos se ponían rojas, y se quemaban—.
Lana adormilada me abrió la puerta. Sin pensarlo y sin preguntar entre a su habitación corriendo para dejar su plato de comida en su cama.
—¡Quema! ¡Quema! —me quejé mientras me lamía las manos en un intento por detener el dolor—.
—Mayday ¿Cuándo llegaste, enana?
—Hace 2 horas —respondí alzando cuatro dedos—.
—Jaja —se me acercó y se agachó para verme con más detenimiento—. Sí que te pareces a nuestro bisabuelo, casi como su hermana gemela
—¿Huh? ¿Eso es bueno?
—Más o menos —me agarró la nariz de forma cariñosa haciéndome reír—. ¿Quieres unas galletas? Papá me compró un par pero ya sabes que no me gustan las galletas que compran
—¡Sí! —respondí, saltando de emoción—.
—Bien, solo dame un momento, ¿sí?
Mientras Lana buscaba las galletas, como toda buena exploradora decidí ver cada rincón de su habitación. Su habitación estaba más ordenada que las demás habitaciones de la casa, también tenía pósters de todas las películas y cortometrajes en los que había actuado.
—Wow, ¿esa eres tú? —dije viendo un poster de mi prima vestida de conejo y con una linterna con muchas pegatinas de conejo—.
—Sí, cuando tenía tu edad participé en ese corto del conejo de pascua, de hecho fue lo que me hizo amar la actuación
Seguí explorando su habitación en busca de cosas increíbles, y fotografías que le sirvieran a ese viejito desquiciado. Aparte de los pósters había tarjetas del tarot, por lo que recuerdo, mami y mi tía Lilith siempre hablaban de las cartas de Lana, nunca entendía muy bien lo que decían pero podría intuir que esas cartas estaban relacionadas con el horóscopo, algo que a mami y mi tía no les gustaba.
—¡Las encontré! —dijo victoriosa mientras alzaba el paquete de galletas—. Huh, ah, veo que a ti también te gustan ese tipo de cosas, no como —hizo una mueca de disgusto—. Mi tía y mi mamá
—Mami dice que los estafadores siempre llevan estas cosas, Lana ¿Eres una estafadora?
—¿Qué? Jaja, no —me dio las galletas y agarro las cartas del tarot—. ¿Quieres que te lea tu futuro? Quién sabe, tal vez vea cómo serás de adulta o… ¡El hombre con el que te vas a casar!
—¡Puagh! Qué asco, yo no voy a casarme con ningún chico ¡Yo odio a los chicos!
—Jaja, entiendo, nada de chicos pero deja que te lea tus cartas, enana
Lana apagó el brillante foco que iluminaba toda su habitación y cerró la puerta, para después sentarse en el suelo frente a mí con sus cartas en sus manos. Mientras comía las galletas de chocolate, Lana comenzó a revolver las cartas para después dejar tres cartas en el suelo.
—Ay Mayday, tu futuro es borroso, es incierto, es como si un peligro mayor estuviera acechando en la oscuridad —murmuró Lana con voz temblorosa mientras tenía los ojos cerrados—. Lo poco que veo en tu futuro es a una bruja —puso la carta de una monjita frente a mi—. También veo a un ser de otro mundo que te guiará y te cuidará —puso la carta de un hombre con una barba enorme—. Y… Oh, Mayday
Con una voz temblorosa puso la carta de la muerte, a diferencia de las otras cartas, está carta la dejó totalmente muda con una expresión de terror en su rostro. Lana abrió los ojos para luego levantarse y caminar a un mueble donde tenía la misma linterna del póster, sólo que esta linterna tenía una piedra extraña en su interior.
—Siempre que salgas de noche, lleva esto. Nuestra bisabuela me lo dió cuando tenía tu edad, y me dijo que ella no puede hacerte daño sin que tú se lo permitas. Así que usa esto para espantarla, ¿sí?
No sabía si creerle a Lana, mami siempre me había dicho que el horóscopo y esas cosas del tarot eran simples inventos de viejos estafadores, así que aunque me causara cierto miedo, pero una parte de mí me hizo ver las palabras de Lana como una simple broma al igual que las de Clara y Rubí.
—Tranquila, enana —me aplano la nariz de forma juguetona—. Jaja, no te pasará nada mientras seas fuerte y mientras estemos ese viejo loco y yo contigo
Incómoda asentí para después salir de la habitación de Lana corriendo, lo que dejó desconcertada a Lana. Ella salió de su habitación preocupada, encontrando a Rin sentado a un lado de la puerta, casi como si estuviera espiando y escuchando la sesión de tarot anterior. Lo que dibujó una sonrisa en el rostro de Lana, quien se agachó y acarició a Rin.
—Tu también la sientes, ¿verdad?. Debes cuidarlos, y ser su pequeño escolta
Rin tan solo la miró con firmeza antes de irse, para seguir vigilandome desde lejos. Por otro lado, seguí explorando los alrededores de la casa, encontrando más ventanas, otras puertas y muchos más cuadros curiosos.
Mientras caminaba en el patio, pude ver a los vecinos, ellos actuaban muy raro, y sé de lo que hablo ya que como cazadora de misterios yo soy experta en rarezas. Me daban un poco de miedo sus miradas. No dejaban de verme por la ventana mientras hacían sus cosas del día a día.
No era una mirada normal, era una mirada que causaba escalofríos. Una de las vecinas de la parte trasera de la casa, fue la que más me asustó e incómodo. Ella estaba cocinando un pastel sin apartar la mirada al patio de mi abuela. No sonreía, no parpadeaba solo miraba fijamente. Por nada del mundo dejaba de verme incluso llegó a cortarse un dedo, manchando su vestido y sus mejillas con su sangre.
Verla me causó tanto miedo que no pude evitar correr al interior de la casa para esconderme. Aún así, mi curiosidad por ver si seguía ahí me hizo asomarme por una ventana. Esa mujer había desaparecido.
No quería ver a esa mujer de nuevo, así que no salí de la casa de mi abuelita por el resto de la tarde, mantuve mi misión de exploración lejos del patio. Aunque después de cenar los macarrones con queso que siempre preparaba mi abuelita en ocasiones especiales, mis papis subieron conmigo a la habitación para jugar un juego en la consola de papi.
Pero no pude jugar mucho, pues mi misión de exploración me había dejado tan cansada que me quedé dormida en los brazos de mami. Como siempre ellos me arroparon y… aprovecharon que estaba dormida para irse a trabajar lejos de Amphy City. No sabía en qué trabajaban, aún así no me importaba ya que mientras dormía escuché la vocecita de ambos despidiéndose de mí:
“Adiós bebé, prometemos volver el veinticuatro o en navidad con muchos regalos para tí”