 
                            Tras una muerte trágica, Sofía recibe una nueva oportunidad para corregir el pasado. En su vida anterior, fue despreciada por sus padres, que preferían a su hermana adoptiva, y traicionada por el hombre que amaba, responsable de su final.
Decidida a ser feliz, Sofía dejará todo atrás y valorará a quienes la amaron de verdad en ambas vidas.
 Ella, una mujer plus size. Él, un hombre mayor y con discapacidad. Ambos rechazados por la familia y el mundo.
Mientras quienes los lastimaron se encaminan a la ruina, Sofía y Rafael avanzan juntos hacia el éxito y un gran amor.
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Capítulo 4
— ¡¿Miren el estado de su hermana?! ¡¿Por qué la llevaste a un lugar lleno de peligros y la emborrachaste?! ¿Hasta cuándo, Sofía? ¿Hasta cuándo vas a seguir decepcionándome?
— Soy la gorda rechazada, ¿recuerdan? No tengo amigos y no soy tan popular como la hija de ustedes. ¿Por qué creen que yo soy la culpable de llevar a su hija a beber con sus amigos? Si ella bebió, es responsabilidad de ella y no mía!
Dijo Sofía y subió las escaleras, ignorando los insultos de su padre.
Ella también se sentía mal, pero ellos solo se preocupaban por la hija adoptiva.
Ella nunca salía a fiestas, no tenía amigos, constantemente sufría bullying y eso no era un secreto para sus padres, pero para ellos, cualquier cosa que le pasara a Verónica, la culpable era ella.
Sofía llegó a su cuarto y fue al baño, se miró en el espejo y acarició su rostro. Ya ni siquiera se acordaba de este rostro, se apretó las propias mejillas, viendo cómo el rubor se instalaba en su piel. Nada de piel cenicienta y sin vida, nada de los huesos de los pómulos saltando. Ningún resquicio de ojeras y ojos hundidos.
Nada de caída de cabello, sus cabellos eran castaños rojizos, ondulados y llenos.
— ¡Soy bonita! — se dijo a sí misma, no algo que intentaba convencerse, era una real constatación.
Después, miró la bolsita que cargaba y retiró de allí el anticonceptivo de emergencia. Tomó una píldora y se la puso en la boca, enseguida llenó un vaso de agua y estaba a punto de tragarla.
Pero su garganta se cerró, su mano se detuvo temblorosa.
Cuando no se sabe el resultado de la noche de un sexo casual, no hay peso en la conciencia, pero ella sabía.
Ella acarició su barriga, recordando su otra vida, recordando su primer embarazo. Era un niño, Luiz. Él se movía siempre que ella se sentía abandonada por Lucas, haciéndola recordar que no estaba sola, que él estaba allí.
Ella siempre conversaba con él, contaba historias y siempre que ella preguntaba si él estaba escuchando, él se movía correspondiéndole.
De los cinco abortos, fue el primero y el más doloroso.
En una fiesta, Verónica tropezó con ella cuando estaba próxima a una escalera. Ella cayó y Verónica también.
¿Y a quién Lucas salvó primero? A Verónica.
Perder a aquel bebé fue el dolor más profundo que ya sintió.
Fue salvada por el asistente de Rafael Castro, tío de Lucas Fontes de la casa, ni su padre, su madre, su suegra se importaron. Todos la acusaron de haber empujado a Verónica.
Recordando ahora, ella pensó que Rafael Castro siempre estuvo cerca, siempre arreglando una manera de salvarla. Si no fuera por su deficiencia en la vida pasada, ella habría percibido eso. Solo en sus últimos momentos ella percibió, que si fuera por Rafael, ella habría sobrevivido, en el último aborto, fue él quien la salvó, pero Lucas Fontes no permitió la cirugía que salvaría su vida, diciendo que nadie iba a quitar aquel bebé de su barriga y que Sofía solo estaba inventando ese aborto para volver a comer compulsivamente.
En el hospital, quedó internada por días y no recibió ninguna visita. Pasó por el luto sola.
En aquella vez, pensó en divorciarse de Lucas, sin un bebé no tenía razón para continuar en aquel matrimonio.
Pero él apareció el día del alta para buscarla. Solo en aquel día él supo de la pérdida del bebé. Él se disculpó, diciendo que pensó que las gorduras de Sofía protegían al bebé. Dijo que Verónica era la arquitecta jefa de la empresa y por eso, si se lastimaba la mano significaría que él perdería millones en inversiones.
Él pareció realmente enlutado, hasta su suegra pareció tratarla mejor. Hasta sus padres fueron a visitarla en casa, lamentando la pérdida del bebé.
Verónica, llevó flores y se arrodilló pidiendo disculpas y diciendo que fue un accidente, que se había resbalado.
Todos parecían tratarla mejor y ella desistió de pedir el divorcio, sin saber que todo aquel tratamiento sería temporario, luego todo volvería a ser como antes y hasta peor.
Recordando todos los acontecimientos de la vida pasada, Sofía acabó escupiendo el anticonceptivo de emergencia y desistió de interrumpir aquel embarazo. Ahora ella haría que esta vida fuera diferente para ella y también para este bebé.