Dos personas, que por destino se unen, un amor destinado a no ser, traición y venganza, muerte y pasión, desencadenado por El Desencuentro.
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Cap.4 No me parece adecuado
Su amada Fátima es quien está siendo perjudicada por mí, y cuando los quiero echar de mi casa, repentinamente soy secuestrada y trataron de asesinarme.
Esto está realmente mal, muy, pero muy mal.
Me duermo pensando en todo esto. Me despierto, y todo está más claro, parece que es de día y ayer ya era de noche, me incorporo con pesadez y veo un espectáculo digno de admirar. Hay un hombre alto y con un físico de infarto, se pone una palera y encima un abrigo, es realmente espectacular, no sé ni en qué estoy pensando, pero me distraje, solo quería decirle que ni bien me pueda parar y caminar con naturalidad, me iría, me había desviado del objetivo un poco.
—Bu…, buen día, yo…, quiero agradecerte, en cuanto pueda pararme y caminar con más estabilidad me voy, no quiero molestar —digo y él me mira de reojo y solo asintió para luego irse, realmente eso de que no quiere hablarme era cierto, si no fuera que lo escuché hablarme ayer, diría que es mudo, bien mudo.
Él salió, después de acurrucarme bajo esas pieles que son deliciosas, me dispuse a buscar algo de comer, mi cabeza aún está abombada.
En la pequeña mesa cerca de una cocina medio improvisada, hay un plato con huevos fritos y algo de pan, realmente me moría de hambre y me lo comí, no sabía si lo había dejado para mí, pero el hambre aguanta regaño, así que me lo comí.
Así pasé el día. Ese tipo nunca volvió y me estaba asustando, puse agua para hervir, quería hacer una sopa, había algunas verduras y se veían magnífica, así que cuando estaba por iniciar mi aventura culinaria, el hombre entró por la puerta, y arrojó en la pequeña salita un gran pedazo de carne cruda, parecía la pierna de algún ciervo o algo.
Di un grito absurdo, estaba muy asustada, pero él solo me miraba con fastidio, creo que no le gusta la bulla y mis gritos lo ponen de mal humor.
—Lo…, lo siento, solo me sorprendí, haré una sopa —dije mientras que tomaba el gran pedazo, pero me costaba mucho levantarlo, aun así lo lleve a la pequeña cocina, corte un pedazo y lo vi que se llevaba el resto a un pequeño cobertizo que había en la parte de atrás de la cabaña.
Mi comida no es mala, el problema es que solo sé hacer dos platos, así que espero que mejore mi salud antes que mi menú repetitivo lo ponga de mal humor, aunque no es difícil, está de mal humor siempre, aparte de que no me dirige la palabra.
Esa noche mis expectativas fueron demasiado alto, solo había una cama, frente a la chimenea, y como la noche anterior yo había dormido ahí, supuse que él, o sea el gruñón silencioso, dormiría donde sea que había dormido la noche anterior, pues no, se dirigió a la cama y se echó en ella plácidamente, yo estaba parada en medio del lugar sin saber qué hacer.
—¿Yo, donde duermo? —Dije tranquila, pero el reproche se me salió en las últimas sílabas.
Lo vi mirarme de reojo, y se recorrió la pequeña cama, oh, no, eso sí que no, estaba loco, realmente loco, parecía un asesino en serie, uno muy sexy, pero asesino, aunque violador no parecía, pero aun así, no lo haría.
—No voy a dormir en la misma cama, no es adecuado —dije mientras que el hombre, el gruñón, se dio la vuelta dándome la espalda como si no tuviera nada que ver, como si no le importara si dormía en el suelo o no.
Me quedé atónita, no entendía lo que le pasaba, así que volví a contradecirlo aunque menos atrevida.
—No me parece adecuado —dije tratando de no ser intransigente, me había salvado de la muerte gracias a él, esta era su cabaña, esa era su comida, su cama y yo solo un estorbo.
Ni siquiera se movió y parecía no tener remordimiento, así que como el piso no era muy acogedor y la silla del rincón era lo más incómodo que había visto, me deslicé suavemente a su lado, y me quedé prácticamente en el parante lateral de la cama, más en caída que en dormida.
Al día siguiente me desperté y estaba desparramada en la cama cómodamente, él no estaba, ese idiota se había ido, pero al menos parece que no es un tipo turbio y aprovechado.
Me desperté y había el plato con huevos y pan, lo que me intrigaba era de dónde rayos salió el pan, los huevos y todo eso, pero pronto lo sabría y desearía no haberme enterado.
Él volvió como siempre después de mediodía, con otra presa, pero ahí no quedó todo, después de que yo cocine y almorcemos, él habló después de casi 48 horas.
—Ya que estás bien, debes irte, te mostraré el sendero por el que debes volver, así que mañana te despertaras temprano, ya que te va a tomar un día caminando llegar al siguiente pueblo — me dice y yo estoy casi en pánico, claro que quiero volver, pero ahora no, no es seguro, no sé en quién confiar, aunque debería ir con Silvia, ella siempre había sido mi buena amiga, una persona buena.
—Yo, quería pedirte un favor más, sé que te estoy molestando ya mucho y quiero agradecerte, me salvaste la vida, pero…, si regreso ahora mi vida sigue en peligro, solo unos días más, por favor, ayudaré en todo, lo prometo, seré una ayuda y no una pérdida —digo desesperada, y bien, así fue como él me miró con un signo de interrogación, aunque sus ojos son muy lindos y recién lo noto, o es que no ver a nadie más que a él me pone más receptiva.
Él me miró tratando de buscar una excusa para sacarme de aquí, lo sé, puedo ver en su mirada que no me quiere cerca, es un ermitaño medio loco, aunque de los no muy malos, pero sé que me quiere lejos.
—Bien, pero solo tienes dos semanas, después de eso se acerca la tormenta, comienza el invierno y siempre inicia con una gran tormenta de nieve, después de eso no se puede salir en meses, espero que te quede claro que no podrás salir en al menos 6 meses.
—Ahora, ya que vas a estar aquí por unos días más, ven, te mostraré el corral, el huerto y el horno, si no sabes hacer pan, vas a aprender, así que escucha mis indicaciones — me dijo tranquilo mientras que yo estaba asustada, no veía cómo hacer pan, no había el rodillo, ni las charolas, la batidora, y lo peor…, sí, fue ver cómo debía entrar al gallinero y robarle los hijos a esas pobres gallinas.
Sí, ahora entendía que ese hombre tenía un esquema de vida y ahora yo era algo así como su empleada cama adentro y sin sueldo, pero lo que me preocupa es que mi abuela describe así a las esposas de antes.