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La Protegida Del Don Greco

La Protegida Del Don Greco

Status: Terminada
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Mafia / Amor a primera vista / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:38.3k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Rosana C. Lyra

Theo Greco es uno de los mafiosos más temidos de Canadá. Griego de nacimiento, frío como el acero de sus armas y con cuarenta años de una vida marcada por sangre y traiciones, nunca creyó que algo pudiera sacudir su alma endurecida. Hasta encontrar a una joven encadenada en el sótano de una fábrica abandonada.

Herida, asustada y sin voz, ella es la prueba viviente de una pesadilla. Pero en sus ojos, Greco ve algo que jamás pensó volver a encontrar: el recuerdo de que aún existe humanidad dentro de él.

Entre armas, secretos y enemigos, nace un vínculo improbable entre un hombre que juró no ser capaz de amar y una mujer que lo perdió todo, menos el valor de sobrevivir.

¿Podrá una rosa hecha pedazos florecer en los brazos del Don más temido de Toronto?

NovelToon tiene autorización de Rosana C. Lyra para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6 – Resistencia

La madrugada se disolvió en silencio dentro de la mansión. La luna aún colgaba alta cuando Theo entró en su propio despacho. Aquel lugar era el corazón del imperio… estanterías cubiertas de volúmenes raros, un escritorio de madera maciza que ya había sostenido mapas, contratos, armas y sangre. El olor a cigarro impregnaba el aire, mezclado con el cuero de los sofás.

Se sirvió otra dosis de whisky. El hielo vibró en el cristal y, por un momento, todo parecía normal. Pero no lo estaba. La imagen de ella sentada en la cama, con la manta aferrada al cuerpo, seguía grabada en su mente. No gritaba, no lloraba, no suplicaba. Solo resistía.

Theo conocía todos los tipos de dolor. Sabía reconocer miedo, rabia, odio. Pero aquello no era ninguna de esas cosas. Era otra cosa. Una herida que no sangraba. Y esa herida lo irritaba más que cualquier arma apuntada contra él.

Dejó el vaso sobre la mesa y llamó a Nikos.

—Quiero ropa nueva para ella. Ropa decente, no esas de cualquiera que encuentras en una tienda barata. —Inspiró hondo—. Traigan también al médico de la familia. Que venga hoy mismo.

Nikos asintió sin discutir, pero se arriesgó a comentar:

—Don, ella no parece… cooperar.

Theo alzó la mirada, afilada como aguja.

—La cooperación se conquista. Nadie permanece en silencio para siempre.

Nikos no se atrevió a responder.

Horas después, la habitación estaba lista. Vestidos discretos, piezas de seda, toallas suaves, jabones importados. Una bandeja con frutas frescas, carne, pan, vino. Nada parecía faltar.

Greco entró, imponiendo su presencia como siempre. La habitación era amplia, pero de pronto parecía demasiado pequeña con él dentro.

Ella estaba en la esquina, como antes, sentada en el suelo, la manta sobre los hombros. Los ojos escondidos, el cuerpo encogido como si intentara desaparecer.

Theo no soportaba aquello. Estaba acostumbrado a personas que temblaban ante él, pero temblaban de miedo o de respeto. Ella temblaba de otra cosa, de recuerdos que él no conocía.

—Levántate. —Su voz sonó baja, pero cortante.

Nada.

Theo dio dos pasos, acercándose.

—Baño. Ahora. —Señaló la puerta del baño, de donde aún escapaba un poco de vapor; habían preparado todo para ella.

Ningún movimiento.

Entrecerró los ojos, la mandíbula rígida. No estaba acostumbrado a repetir órdenes. El mundo entero se doblaba cuando él hablaba. Pero ella… no.

—Estás inmunda. —dijo, más frío—. Vas a lavarte, vestirte con algo decente, comer.

Su silencio fue como una bofetada.

Theo inspiró hondo. Casi esperaba que ella suplicara, que cediera. Pero no. Solo se encogió aún más en la esquina, la mirada clavada en las rodillas, como si estuviera preparada para un castigo inevitable.

Se acercó tanto que su sombra cubrió el cuerpo pequeño de ella. Estaba a centímetros de distancia. Un segundo más y cualquier otro hombre la habría arrastrado del brazo. Pero Theo Greco no lo hizo.

¿Por qué? Ni él lo sabía.

—¿Crees que voy a hacerte daño? —preguntó, la voz más baja—. No lo haré. No necesitas más dolor.

Ella no reaccionó. Solo apretó la manta con más fuerza, como si fuera un escudo contra todo.

Theo retrocedió. Caminó hasta la mesa, tomó la bandeja y la colocó en la mesita junto a la cama. La plata reflejó su rostro tenso.

—Come. —dijo—. Cuando tengas suficiente hambre, comerás.

Se volvió hacia la puerta, pero se detuvo antes de salir. Pasó la mano por el cabello, como si quisiera apartar la irritación.

—Nadie me ignora. —susurró—. Nadie.

Y, aun así, ella lo ignoraba. Salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí con calma.

En el pasillo, Nikos lo esperaba. Su rostro cargaba preguntas no dichas. Theo encendió un cigarro.

—Don… —empezó Nikos.

—No empieces. —cortó Theo, soplando el humo—. Ella no es problema tuyo.

Nikos cerró la boca, pero su expresión lo decía todo. No entendía. Nadie entendía.

Theo se apoyó en la pared y miró la punta incandescente del cigarro. El silencio de ella volvía a su mente como un eco. Podía quebrar a un hombre en segundos, podía destruir familias enteras con una orden. Pero frente a esa mujer, nada funcionaba.

Cerró los ojos. Por primera vez en mucho tiempo, se dio cuenta de que estaba esperando. Él, Theo Greco, el hombre que nunca esperaba por nada ni por nadie.

Y esa constatación lo enfureció aún más consigo mismo.

Theo caminó hasta el final del pasillo, deteniéndose frente a otra puerta… su habitación. Frente a la habitación donde ella estaba. Entró, dejando que Nikos lo siguiera. El ambiente era amplio, pero masculino: madera oscura, muebles de líneas firmes, cortinas pesadas. Nada allí recordaba al calor de un hogar; era el cuarto de un hombre que no dormía en paz, solo descansaba entre batallas.

Greco dejó el saco sobre la butaca y se sirvió un whisky, otra vez, su compañero de todos los días. Se sentó en el borde de la cama, los codos en las rodillas, la cabeza baja por un instante. Luego alzó los ojos hacia Nikos, que permanecía de pie, esperando.

—Vladimir. —dijo, como quien invoca un fantasma—. Cree que aún puede provocarme.

Nikos carraspeó.

—¿Quiere que prepare algo, señor? ¿Una emboscada, tal vez? Podemos cortar sus rutas antes de que reaccione.

Theo giró el vaso en las manos. El hielo golpeando contra el cristal, un sonido leve para una conversación pesada.

—No. Aún no.

—¿No? —Nikos frunció el ceño.

Greco bebió un sorbo, luego habló con calma, como si cada palabra fuera una pieza colocada en el tablero.

—Vladimir no merece una muerte rápida. Sería demasiado fácil. Quiero que marine en el miedo. Quiero que despierte cada noche imaginando que ya estoy en la habitación contigua, que voy a aparecer por la puerta en cualquier momento. Quiero que sus hombres duden de él, que sus aliados se alejen, que se pudra antes de sangrar.

Nikos respiró hondo. Conocía esa mirada… fría, meticulosa. Cuando el Don hablaba así, no era impulso. Era un punto final estratégico.

—Entonces… ¿qué hacemos primero? —preguntó.

Theo apoyó el vaso en la mesa de noche, la voz baja, casi un susurro:

—Cortamos despacio. Información, contactos, cada línea de suministro. Nadie lo toca aún. Quiero que Vladimir entienda que no perdió la pelea en un tiroteo. Perdió porque se atrevió a enfrentarse a mí.

Nikos asintió, sin más preguntas.

El Don se recostó en la cama, los ojos fijos en el techo oscuro. El silencio se alargó, hasta que habló, más para sí mismo que para su mano derecha:

—El miedo es siempre el primer disparo.

Y aquella madrugada, frente a la habitación de la joven que aún lo ignoraba, Theo Greco trazaba otra batalla: la de destruir a Vladimir no con prisa, sino con paciencia letal.

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Letty Santaella de Samaniego
hermosa novela
Tamara
Hermoso
Beatriz Mas
excelente historia!!
Chali Ortiz
muy linda historia me atrapó desde el principio,
me gustó como se fue desenvolviendo la protagonista
un pequeño detalle, cuando atraparon a Stefano no hubo concordancia, ya que al principio decías que estaba de rodillas amarrado a la silla y al final escribiste que estaba atado a una columna
te deseo muchos éxitos y gracias por compartir tu talento
👏👏👏👏👏👏👏👏💐💐💐💐💐💐
Maria Rojas
felicidades autora una excelente novela muy buena la trama los personajes y tuvo un gran final éxitos bendiciones
JZulay
una historia que me mantuvo en vilo .....viendo al hombre rudo e implacable que fue transformado por un amor que no esperó.

💯 recomendada 😉👌🏼
🇧🇷Rosana Lyra🇧🇷: Gracias mi querida, la historia de Nikos está completa en el perfil ❤️
total 1 replies
JZulay
😔🙏🏼🥺😍.... increíble Greco..... transformación total ☺️
JZulay
ohhh muchacha....te la pasarás en cama y criando 🤭😋
JZulay
🥰❤️🥰❤️🥰❤️🥰❤️🥰❤️🥰❤️
JZulay
quién lo diría...el mafioso férreo....pero tan tierno ..🥰
JZulay
tú la creaste ...!!!!....ella se reconstruye ...😍❤️
JZulay
atrevido Morozov.....venir amedrentar en la puerta de su casa 😤.....
De lo que llevas ....traes.... 🤜🏼🤛🏼
JZulay
hermoso...🥰..ver un hombre que no se quiebra por nada, pero cuando el amor ❤️ toca a su puerta no tiene cómo resistirla 😍
JZulay
ya era hora.../CoolGuy/....todos estábamos languideciendo...!!!!!..../Hey//Smug//Proud//Tongue//Drool/
JZulay
mi reina.....qué haces nadando contra la corriente ...,🤔....sí no quieres ver sangre , entonces abandona ese lugar....pero ten por seguro, que tú serás la próxima con un tiro en la cabeza o peor ..../CoolGuy/
JZulay
Theo encontraste lo que no estabas buscando !!!??...,❤️💔
JZulay
mucha larga a ese silencio !!!!! 🤦🏼‍♀️
JZulay
qué osado Vladimir.....🤦🏼‍♀️.....sí ... definitivamente...
estás muerto !!??!!!
JZulay
esto es un duelo en el infierno ⚒️
JZulay
me tiene en suspenso /Blush/
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