Mariana se casó hace un año. Todo era maravilloso en su vida hasta hace un mes, donde todo cambió y no sabe el porque.
Justo cuando pensó que podrían superar lo malo, lo encuentra engañandola. Ahora sí, con el corazón lastimado, tendrá que salir a delante sin ese hombre por el que dejo todo atrás. Tendrá que saber afrontar lo que le deparará el destino para ella y para su pequeño.
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Capítulo 11
A las ocho de la noche fue el horario en que Mariana, por fin, pudo abordar el avión. Como era el avión personal de su padre, era más pequeño que los aviones comerciales, pero este tenía hasta una habitación donde Mariana apenas pudo, se encerró allí.
Estuvo en esa habitación todo el vuelo, hasta que una de las asistentes de vuelo, le pidió salir porque ella tenía que estar en su asiento, para poder aterrizar.
Rosa seguía en su asiento, esperando a Mariana. Apenas ella se sentó a su lado, esta la abrazó para contenerla un poco, después de todo lo que había pasado.
Cuando el avión aterrizó en la pista, Mariana salió lo más pronto posible. Rosa la seguía de atrás con rapidez hasta la salida.
Ya después se fueron a la salida del aeropuerto, allí se encontraron de frente con la mamá de Mariana, quien al ver a su hija, corrió hacia ella de inmediato.
-Hija, mi amor. No sabes cuanto te he extrañado, cariño.
-Y yo a ti mamá.
Dijo Mariana empezando a llorar nuevamente.
Silvia, la madre de Mariana, al escuchar a su hija llorar se corre hacia atrás para verla a la cara, es ahí donde puede ver detrás de su cabello suelto, un gran morado en su mejilla, además del labio partido de hace una semana, el cual todavía no se había ido del todo de su piel.
-Mariana, pero... ¿Qué fue lo que te paso? ¿Ese fue tu esposo?
-Si mamá, ese fue Dante. Él me lastimó.
Silvia estaba completamente sorprendida por lo que su hija le decía. Mariana siempre había estado muy contenta con su matrimonio y ahora escucharla decir estas cosas de su esposo le hacía preguntarse si en todo este tiempo ella le había dicho la verdad sobre Dante.
Sin embargo, sabiendo que esa conversación no era para tenerla en este lugar, le dijo.
-Hablemos en la casa. Allí me contarás todo lo que paso. Este no es el lugar, hija.
-Si mamá tienes razón. Ho, pero deja que te presente primero a Rosa, ella es quien me ha estado cuidando todo este tiempo, se ha hecho como una madre para mí.
Silvia y Rosa se presentaron muy amablemente y después las tres salieron de allí para dirigirse a la casa de Silvia.
El camino fue bastante largo, eran casi las nueve de la mañana cuando llegaron. Una vez que Rosa vio el lugar, quedo sorprendida por la gran casa que estaba al final de la propiedad.
-Guau es una casa muy hermosa.
Dijo Rosa.
-¿Verdad que sí? Mi esposo estará muy contento de escuchar que a alguien más le gusta. Él ayudó al arquitecto a hacerla.
Dijo muy orgullosa Silvia.
-Pues le quedó muy linda, señora.
-Por favor Rosa, dime Silvia. Has estado cuidando a mi niña y ahora eso te hace parte de la familia.
-Está bien Silvia. Te lo agradezco mucho.
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Cuando bajaron del auto, Mariana estaba muy nerviosa de volver a ver a su padre, después de años de no haberlo visto por culpa de sus decisiones. Su madre al darse cuenta de ello le dijo.
-Hija, tu padre está en el jardín esperándote. Ve a verlo. No tengas miedo, jamás te dejará abandonada, es tu padre y te ama.
-Pero él ya me dejó hace tiempo.
-Eso no es así. Él siempre ha estado al pendiente de ti. Cada vez que nos veíamos preguntaba como estabas, si estabas bien en tu matrimonio. A él jamás dejaste de importarle. Solo estaba enojado porque tú no le hiciste caso y decidiste irte con Dante.
Mariana, al escuchar esas palabras de su madre, suspira y le dice mientras mira hacia abajo.
-Jamás me tendría que haber ido con él, jamás me tendría que haber casado con él.
-Ve a ver a tu padre y luego me cuentas que fue lo que paso.
Mariana asiente y se despide de ellas mientras va rumbo al jardín que estaba ubicado en la parte de atrás de la casa para enfrentar de una vez a su padre.
Cuando Mariana llegó al jardín pudo ver a lo lejos a su padre, Esteban Chaves. A pesar de su edad todavía se veía guapo y joven. Como todo un hombre de negocios, estaba vestido de traje, que acentuaba sus músculos.
Al oír un ruido detrás de él, se da la vuelta para encontrar a su hija ahí. Sin importarle todos los años que no se vieron, corre hacia ella y la estrecha en sus brazos como cuando era tan solo una niña pequeña.
El estar así con su padre, después de tanto tiempo, hace que se rompa toda la tensión que estaba guardando y se deje, otra vez, demostrar todo el daño que Dante le había hecho en este corto tiempo.
Esteban, al verla y escucharla tan abatida, solo la abraza hasta que ella se logra calmar. Después le ve el rostro y su expresión se endurece mientras la contempla.
-Hija... ¿Qué le paso a tu rostro? ¿Ese desgraciado se ha atrevido a golpearte?
Mariana limpiándose las lágrimas suspiró y le dijo a su padre.
-Si papá, estos golpes que ves en mí, me los hizo él.
Miró a la cara de su padre, luego de decir eso, puedo ver en ella, las ganas que tenía de ir a romperle la cara al desgraciado de Dante, pero sabiendo que tenía que ser fuerte por ella y su niño, le dijo.
-Sé que quieres que te diga con exactitud que fue lo que pasó. Y lo haré, te lo prometo. Pero lo haré con mamá al lado nuestro, ella también necesita saber qué paso, así no lo repetiré.
-Está bien hija, vayamos adentro y nos cuentas todo lo que has vivido.
Padre e hija se encaminaron hacia adentro de la gran casa donde los esperaban Silvia y Rosa en la sala. Mariana le presentó a su padre a Rosa.
-Hola señor. Es un gusto, conocerlo. Mi niña me ha hablado mucho de usted.
-Un placer, Rosa. Llámame Esteban y por cierto, estaré agradecido toda la vida, por como has cuidado a mi hija todo este tiempo que estuvo contigo.
Rosa solo asintió y agradeció sus palabras.
Poco después los cuatro empezaron a desayunar y Mariana les contó como es que su matrimonio, se había ido al caño. Les habló de que ella no sabía el porqué del cambio tan abrupto que habría sufrido Dante.
Por otro lado, les contó del divorcio y de la infidelidad de él con Lucía, quien era su amiga hasta ese momento.
Luego pasó a los momentos más complicados, donde le contó de las cachetadas que Dante le dio y de lo que había pasado el día anterior, cuando él había tratado de abusar sexualmente de ella.
Silvia y Esteban, estaban ya en ese punto completamente enojados con Dante, querían ir y golpearlo. No entendían como ese hombre pudo haber cambiado tanto de la noche a la mañana.
-Pero eso no es todo, estoy embarazada.
Esa noticia, aunque un poco chocante para los padres al principio, los lleno de felicidad y la abrazaron muy fuerte, demostrando todo su apoyo a ambos.
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