DINASTÍA: Reinas Perdidas.

POV NYX

Al salir de la habitación de Corvus, el aire fresco de la caverna me recibió, pero no logró disipar el torbellino que se había desatado en mi interior. La puerta se cerró tras de mí, sellando el eco de su voz tensa y la intensidad del momento que acabábamos de compartir.

Mis labios aún hormigueaban, en un recuerdo vívido del beso de Corvus, un beso que me había sacudido hasta la médula.

Mis poderes, que apenas empezaba a comprender, parecían vibrar en sintonía con el tumulto de mis emociones.

La conexión con Ignis y Luna, esa red invisible que nos unía, se sentía más fuerte que nunca, como si amplificara cada latido de mi corazón. La vida que llevaba hasta ahora, la de una guerrera, se sentía lejana, casi irreal, ante la avalancha de sensaciones nuevas que me abrumaban.

Me apoyé contra la fría pared de roca, intentando recuperar el aliento. El beso de Corvus... era algo que nunca había experimentado. Esa mezcla de urgencia, de desesperación y de una ternura inesperada me había dejado sin palabras, y sin defensas.

Él, tan rudo, tan esquivo, y yo, tan perdida en medio de esta nueva existencia. Me pregunté qué había sentido él, qué había provocado esa oleada de quemaduras en su cuello. Lo noté, no soy tan tonta. Era un misterio que se sumaba a los muchos que rodeaban a Corvus.

Mis manos temblaban ligeramente mientras buscaba el amuleto que mi madre me había dado, un pequeño talismán que se sentía extrañamente cálido contra mi piel.

Recordé la mirada en los ojos de Corvus cuando limpiaba su rostro, esa chispa de algo que no era solo la furia o el dolor. Era una conexión, una atracción que me asustaba y me fascinaba a partes iguales.

Me di cuenta de que estaba lejos de ser la guerrera que creía ser. Había tantas cosas que no entendía, tantos aspectos de mí misma y de mi entorno que se me escapaban. Mis hermanas Corvus, mis poderes... todo era un rompecabezas inmenso. Pero en medio de esa confusión, una certeza comenzaba a afianzarse: no estaba sola en esto. Y aunque el camino fuera incierto, la posibilidad de descubrir la verdad, de comprender mi lugar en este mundo, era un impulso poderoso.

Con un suspiro, me alejé de la pared. Necesitaba procesar todo esto, encontrar un momento de calma para empezar a descifrar las piezas de mi propia vida. El camino por delante se antojaba largo y lleno de desafíos, pero por primera vez, sentí una pizca de esperanza, una fuerza que nacía de la comprensión de que cada experiencia, incluso las más confusas y dolorosas, me acercaba un poco más a entenderme a mí misma.

POV LUNA

Me acerqué a Nyx en cuanto la vi entrar, mi corazón empezó a latir un poquito más rápido de lo normal. Tomé su mano con suavidad y la invité a sentarse conmigo en la cama. Sentí la necesidad de compartir esta alegría que me embargaba.

—Nyx...— mi voz un poco más suave de lo usual, sintiendo cómo una sonrisa se dibujaba en mi rostro. —Qué bueno que viniste. Estaba justo aquí, hablándole a Ignis...— Le lancé una mirada rápida a Ignis, sintiendo un leve rubor en mis mejillas —...le estaba contando lo... lo mucho que me emociona Orión—

Respiré hondo, sintiendo cómo las palabras fluían con una naturalidad que me sorprendía a mí misma.

—Es que, después de lo que pasó hoy... en la batalla... Él estuvo ahí. Me ayudó tanto. Fue tan valiente, tan... protector. En medio de todo el caos, ver su rostro, saber que estaba cuidándome... me hizo sentir una calma increíble. Como si nada malo pudiera pasar mientras él estuviera cerca—

Bajé la mirada por un momento, sintiendo el calor subir por mi cuello. Luego, volví a mirarla, mis ojos brillaron con esa emoción que me costaba tanto disimular.

—Y lo que más me alegra, Nyx, lo que me hace sentir que esto es... algo más grande... es lo de la profecía. Saber que los cielos nos aprueban, que estamos destinados... Es una idea que me llena de una felicidad tan dulce, tan... pura. Es como si todo tuviera sentido ahora—

POV IGNIS

Observé a Luna, con su carita iluminada por esa tontería de Orión. Y a Nyx, ahí, escuchándola con esa cara de 'qué tierno'.

Todo eso me revolvió algo por dentro, en una mezcla de impaciencia y urgencia. Esto... esto no puede ser.

—¡Ya basta!— solté, con mi voz cortante, rompiendo la burbuja que habían creado. Mis ojos se clavaron en Luna, luego en Nyx. —¿De verdad creen que este es el momento para estas... melosidades? ¿Para hablar de profecías y de 'entusiasmos'?—

Me acerqué a Luna, bajando un poco mi tono pero subiendo la intensidad. Sentía la necesidad de sacudirla.

—Luna, te tengo te quiero, de verdad. Pero tu cabeza está flotando en las nubes. Sí, Orión te ayudó. Genial. Pero esto de 'jueguitos de amor' y 'destinos' es una distracción. ¡Tenemos que entrenar! ¡Tenemos que dominar estos poderes hasta la médula! ¡La supervivencia no se negocia con sonrisas!—

Mi mirada se dirigió a Nyx, y mi frustración creció al verla tan pasiva.

—Y tú, Nyx, deja de alimentar esa fantasía. No es el momento. Ni para ti, ni para Luna. Cada segundo que pasamos aquí hablando de sentimientos es un segundo que perdemos en hacernos más fuertes. Y esa fuerza es lo único que nos va a mantener vivas—

Di un paso atrás, con la determinación endureciendo mi rostro. La idea de ellas dos, tan despreocupadas, me exasperaba.

—Así que, Luna, deja de soñar. A tu cama. A dormir. Y tú, Nyx, igual. Mañana, el entrenamiento empieza en serio. Lo que necesitamos es poder. No amor. No destinos. Solo Poder. Ahora, a dormir—

Con eso, me di la vuelta y me dirigí a mi propia cama, sintiendo la urgencia de la tarea que teníamos por delante, me coloqué la almohada en mi cabeza tapándola de sus miradas y dejando atrás el murmullo de sus posibles reacciones...