Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
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cap:23
La vida de Samuel y Mariana parecía haber alcanzado una paz que nunca creyeron posible. Pero, como siempre, el destino tenía sus propios planes. A pesar de la calma que se había instalado en sus corazones y hogares, los fantasmas del pasado nunca desaparecen por completo. A veces, asoman en los momentos más inesperados, justo cuando todo parece ir bien.
Era una tarde soleada, con el aire fresco del otoño llenando la casa, cuando una llamada cambió la rutina que Samuel y Mariana habían construido. El sonido del teléfono resonó en la cocina, donde Mariana estaba colocando los platos para la cena. Samuel, que estaba en el salón con los niños, escuchó el timbre y, al principio, no le prestó mucha atención. Pero al ver la expresión en el rostro de Mariana cuando contestó, supo que algo no estaba bien.
—¿Qué pasa? —preguntó, acercándose a ella mientras ella colgaba la llamada.
Mariana se giró lentamente hacia él, su rostro pálido, sus ojos cargados de una mezcla de sorpresa y preocupación.
—Es... Pablo. —Su voz temblaba ligeramente, como si al pronunciar su nombre pudiera abrir una puerta que pensaba cerrada para siempre.
Samuel sintió que su corazón daba un vuelco. No había hablado con Pablo en años. Desde aquel trágico incidente, donde las mentiras y traiciones casi destruyeron todo lo que había construido con Mariana, no había vuelto a saber nada de él. El hombre que una vez fue su amigo y que, por un tiempo, estuvo en el centro de su vida, ahora parecía un eco lejano. Pero el pasado, como siempre, tenía una forma extraña de resurgir.
—¿Qué quiere? —Samuel intentó sonar calmado, pero la ansiedad comenzaba a apoderarse de él.
Mariana se pasó una mano por el cabello, sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Sabía que la relación con Pablo había quedado rota, que las heridas seguían frescas, aunque lo intentaran olvidar. Sin embargo, había algo en su tono de voz, algo que no podía ignorar.
—Dice que necesita hablar, que tiene algo importante que decir. —Mariana se quedó en silencio, mirando a Samuel con una mezcla de incertidumbre y miedo. —No sé qué hacer, Samuel. No sé si debo escucharlo.
Samuel la miró profundamente, su mente trabajando a mil por hora. Pablo había sido una gran parte de su vida, pero también había sido la causa de gran parte de su sufrimiento. El dolor que le había causado era difícil de olvidar. Sin embargo, la preocupación en los ojos de Mariana le decía que este no era un asunto simple. Había algo en esa llamada que la había afectado más de lo que quería admitir.
—Haz lo que creas que es lo mejor —dijo Samuel finalmente, sus palabras pesando en el aire. —Pero ten en cuenta que, aunque yo confíe en ti, esto puede traer de vuelta viejos fantasmas. Y no sé si estamos listos para eso.
Mariana asintió lentamente, consciente de que, a pesar del amor que había entre ellos, lo que estaba por venir podría alterar la paz que tanto les había costado construir. Se acercó a Samuel, lo miró a los ojos y, por un momento, sin decir una palabra, ambos comprendieron que este regreso al pasado podría poner a prueba todo lo que habían logrado.
Esa misma noche, después de que los niños se fueran a dormir, Mariana decidió hacer la llamada. Samuel la observaba desde el salón, su rostro una mezcla de apoyo y tensión. El sonido de la línea al marcar parecía interminable, y cuando finalmente la voz de Pablo se escuchó al otro lado, una ola de emociones recorrió el cuerpo de Mariana.
—Mariana —la voz de Pablo sonaba seria, pero también con un toque de vulnerabilidad que no podía ocultar. —Necesito hablar contigo. Sé que has pasado por mucho, y yo también. Pero tengo algo que contarte, algo que no puedo seguir guardando.
Mariana se quedó en silencio por un momento, sintiendo que el peso de esas palabras caía sobre ella con todo su poder. Había algo en la voz de Pablo que despertaba una parte de su ser que pensaba olvidada. Aquella relación había sido intensa, llena de pasión, pero también de traición. No sabía si estaba dispuesta a revivirlo.
—¿Qué quieres, Pablo? —preguntó ella, su voz firme aunque contenía un dejo de incertidumbre.
—Es algo importante —insistió él. —Algo que, quizás, puede cambiarlo todo.
Samuel se levantó del sillón y caminó hacia la puerta, sin poder quedarse quieto. Escuchó fragmentos de la conversación, la voz de Mariana, tensa, pero sin dar más detalles. Algo no estaba bien, y su instinto le decía que lo peor estaba por venir.
Después de lo que pareció una eternidad, Mariana colgó. Se giró hacia Samuel, su rostro aún preocupado.
—¿Qué te dijo? —preguntó él, con los nervios a flor de piel.
Mariana respiró profundamente, intentando encontrar las palabras correctas. Sabía que había algo importante que Pablo quería decirle, pero el miedo la consumía. Lo que sea que fuera, podría cambiar todo lo que había entre ella y Samuel.
—Me dijo que ha estado guardando un secreto… algo que involucra a alguien más. A ti, Samuel. —Mariana miró a su esposo, notando la sorpresa y el desconcierto en su rostro. —Dice que tiene algo que contar sobre el pasado, algo que puede cambiarnos a todos.
El aire se volvió espeso, como si el mundo entero se estuviera conteniendo para escuchar lo que vendría. Samuel, al escuchar las palabras de Mariana, sintió que su corazón latía con fuerza. ¿Qué podía ser tan importante que Pablo no había dicho antes? ¿Qué tipo de secreto podía tener que involucrara a él mismo?
Sabía que el pasado nunca permanecía enterrado por mucho tiempo, pero las preguntas ahora flotaban en el aire, esperando ser respondidas. Y aunque en su interior sabía que los viejos fantasmas estaban regresando, también sabía que no podían escapar de lo que venía. Esta nueva revelación, que Pablo había guardado por tanto tiempo, podría significar el principio del fin de todo lo que habían construido... o quizás, el inicio de algo aún más grande.