Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 19
Maggie levantó las manos para separarse de Santiago Jr. y caminó hacia la salida. Ignorando el llamado de su esposo.
Santiago Jr. Prácticamente, corrió tras ella, pero después, en un impulso, detuvo sus pasos y giró su cabeza hacia el lado contrario y pensó en preguntarle a su cuñada exactamente qué estaba pasando. Pero después recuperó la cordura y continuó detrás de su esposa.
Maggie, por su parte, llegó hasta el auto. Su intención era pedir un taxi y largarse. Pero necesitaba buscar a su pequeño koala, para poder alejarse de Santiago Jr. de una vez por todas.
Santiago Jr. sintió un gran alivio al ver a su esposa subir al auto. Definitivamente, este iba a ser un viaje muyyy largo. Aunque él había decidido hacer silencio. Darle espacio para que ella se calmara y le explicara todo con detalle.
Él sí había sentido algo familiar en la voz de su cuñada, pero no recuerda su rostro de ningún lado. No quiere ni imaginar que haya estado enredado con ella y por eso su esposa este así. Solo le pedía a Dios que no fuera así. Él había tenido tantas mujeres que no recordaba ni sus nombres y esperaba que el karma no lo alcanzara en este momento.
Santiago Jr. subió al auto y observó de reojo a su esposa. Ella lucía tensa, sus manos estaban entrelazadas y ella lentamente ejercía presión en sus dedos. Él sonrió, tenía ganas de abrazarla, pero solo encendió el auto y comenzó a conducir muy despacio.
Maggie, por su parte, agradecía a Dios que su esposo no le preguntara nada más. Ella debía ordenar sus ideas. Ella necesitaba divorciarse antes de que su familia se enterara de que ella supuestamente estaba casada.
El auto se detuvo y Maggie abrió los ojos para darse cuenta de que ya estaba en la entrada de la mansión. Ella respiró hondo, no quería bajarse del vehículo. Ella solo quería abrazar a su pequeño y salir de ahí, pero sabía que no podía escapar tan fácilmente esta vez.
—Si quieres esperar aquí. Iré por Dereck. —le dijo Santiago Jr. y Maggie sintió un gran alivio en su corazón.
Entonces ella solo asintió. Santiago Jr. se bajó del auto y entró a la mansión.
—¡Papi! —gritó Dereck y corrió a los brazos de su padre.
—¡Mi campeón! ¿Cómo te portaste? —le preguntó Santiago Jr. recibiéndolo en sus brazos.
—Muy bien, ¿y mi mami? —le preguntó el pequeño fijando su mirada en la puerta de la entrada.
—Está en el auto, amor. Le duele un poco la cabeza. Vamos a despedirnos de todos para irnos.
Santiago Jr. caminó con su hijo en brazos y se despidió de toda la familia.
Maggie sintió un gran alivio. Al parecer iba a recuperar la paz de ese día. Ahora solo necesitaba convencer a Santiago Jr. de ejecutar el bendito divorcio y listo. Todo volvería a ser como antes.
Santiago Jr. observaba al pequeño besarla la mejilla de su madre y comenzar a contar con detalle todo lo que hizo en la mansión y se dio cuenta de que su hijo tenía un brillo en sus ojos que no tenía cuando lo conoció lo que se resumía en qué compartir con su familia lo estaba haciendo muy feliz y ni Maggie, ni su hermana la resucitada iban a romper ese vínculo y mucho menos alejarlo de su hijo.
Santiago Jr. aceleró hasta el fondo e ignorando el estado de ánimo de Maggie condujo hasta el parque de diversiones. Maggie iba sumida en sus pensamientos cuando los aplausos de su pequeño la hicieron volver a la realidad.
Ella recordó que Santiago Jr. le había prometido al pequeño un día de diversión y aventuras y obviamente iba a cumplirlo.
Definitivamente, este pequeño koala tiene un ángel que lo ayuda a caerle bien a todo el mundo. Nunca se hubiese imaginado al don Juan Santibáñez embobado por su pequeño.
—¡¡Mami!! Mira bulayier —gritó el pequeño emocionado por ver a su figura de acción favorita.
Santiago Jr. Se giró a verlo y le preguntó.
—¿Te gusta Buzz Lightyear? —El pequeño asintió y Santiago Jr. Le acarició el cabello
—Sí, mira mis calcetines. —le dijo el pequeño emocionado, levantando el pie hacia su padre para mostrarle.
Santiago Jr. observó con detalle y acarició la cabeza de su pequeño.
—Que bellas están. También es mi favorito. ¿Qué te parece si compramos unos calcetines también para mí?
—Si y también tengo una pijama.
—Ok. Entonces voy a comprarme una pijama también. Primero vamos a jugar en el parque y después al centro comercial.
Maggie se sentía invisible para estos dos. Ellos disfrutaban su tiempo juntos.
—¡¡Vamos, mami!! —le dijo el pequeño y Maggie asintió para después bajarse del auto.
Santiago Jr. cargó al pequeño y le tomó la mano a Maggie. Ella, en un principio, quiso negarse, pero al ver a su pequeño sonreír, decidió seguirle el juego a su esposo.
Santiago Jr. aprovechó que Maggie llevó al niño al baño para hacer una llamada, necesitaba asegurarse de no decepcionar a su hijo.
—Tio Willie. Gusto en saludarte.
—Hujum. Umpa lumpa mayor, si no te conociera muy bien, pensará que de verdad te da gusto. Pero no. Ustedes se acuerdan de su tío Wonka solo para joder. A ver. Déjate de hipocresía y dispara.
Santiago Jr. no pudo evitar reírse. Necesitaba saber en qué tienda podía encontrar ropa de adultos de esa figura.
Franki lo insultó.
—Jamás, un Santibáñez. Usará ropa de otra marca que no sea la de la Beba Santoro. Así que déjame, yo me encargo y, por cierto, trae a ese Umpa Lumpa tiene que aprender a coser.
—¡Ja, ja, ja! No pondrás las manos sobre mi cachorro, así que ni lo pienses.
Santiago Jr. colgó la llamada y se relajó, sabía que podía confiar ciegamente en su tío. Aunque de seguro le hará cualquier broma pesada.