Mia es una joven que tiene muchos planes y sueños junto a su novio. Siente que todo se le viene encima cuando La familia de el la rechaza cuando se enteran que es huérfana, lo peor es cuando se entera que su novio siempre estuvo comprometido con otra.Con todo en contra ella logrará volverse una mujer sobresaliente pero algo no estaba en sus planes que una noche conoce a un hombre que la desestabilizaria en todos los sentidos, Será capaz Mía de darse otra oportunidad con el tío del que ella creyó un día era el amor de su vida?
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Visitas inesperadas.
Salgo molesta, cerrando la puerta, cuando veo a Mario.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a verte.
—¿Cómo supiste dónde vivo?
—Cuando eres alguien con mucha influencia, solo das el nombre y te dicen en qué departamento vive.
—¿Saben tu esposa y tu mami que estás aquí? —le pregunto, molesta.
—Es algo que a ellas no debe importarles.
—Pero qué cínico eres, por Dios, Mario, vete antes de que ponga una orden de alejamiento.
—¿Según tú, cuál sería el motivo?
—Por hostigarme.
—¿Cómo has estado? —me pregunta, y es increíble cómo puede cambiar de tema tan fácilmente.
—Vete antes de que llegue el novio de Mía y te parta la cara —dice mi amiga, saliendo del departamento.
—Hola, Karla. ¿Cómo has estado? Sé que nunca te he caído bien, pero sabes que Mía no me ha olvidado, y si de verdad quieres a tu amiga, querrás lo mejor para ella.
—Sí, quiero lo mejor para ella, y lo que la hace feliz es un pito grande, que es lo que tiene su novio. Así que lárgate de aquí —le dice Karla, gritando, y mis vecinos se asoman con lo último.
Él se aleja, y mi amiga se ríe al ver que sube a su carro y se va.
—Por fin se fue —me dice, sin perderlo de vista.
—Sí, y gracias a ti, mis vecinos ya saben cómo me gusta —le digo, y ella se ríe viendo hacia los balcones.
—Está oscuro, mañana ni sabrán a qué vecina le gusta grande. Bueno, ¡vamos! ¿Quién no? Hasta esa bola de chismosas... —les grita, y yo la agarro, regresándola adentro del departamento.
—¿Qué película veremos? —me pregunta.
—Tú tienes que regresar a tu casa.
—Nuestros padres sabían que venía aquí, así que, como sabrás, no me iré.
Pongo una película de terror y ella se acomoda, tapándose hasta la nariz. Termina la película y noto que se ha quedado dormida.
Tocan el timbre, y me levanto decidida a llamar a la policía si es Mario. Abro, y es Wil.
—¿Por qué no avisaste que venías? —le digo, entrecerrando la puerta.
—Se supone que, así como tú exiges que uno no tenga compromisos, tú tampoco los tienes.
—No, no los tengo. Es una amiga, y no quiero que sepa. ¿Cómo llegaste? —le pregunto.
—En carro —me responde, y me provoca una sonrisa.
—Ya sé. No creo que tus ganas de tener sexo sean tantas como para venir caminando. Por cierto, olvidaste algo ayer. Ahora te lo traigo.
Subo las escaleras, entrando a mi cuarto. Me inclino, buscando dónde lo guardé. Por las prisas, no sé dónde lo aventé. Lo encuentro, y cuando me doy la vuelta, salto del susto al verlo parado ahí.
—Sé que te costó venir, pero puedo llamarte un taxi si quieres —le susurro.
Lo veo caminar hacia mí, y retrocedo hasta la cama. Mala idea, ya que me besa y, cuando me doy cuenta, ya estamos ahí.
—Mi amiga... —le digo despacio.
—Dime si quieres que me vaya, lo hago —me dice, y mi boca dice una cosa, pero mi cuerpo otra. Le susurro que sí, pero mis manos lo acercan para volver a besarlo.
No sé qué me pasa con él, pero es como si no pudiera controlarme. Sus manos se meten bajo mi blusa, y ando sin brasier. Detengo sus manos, pero él insiste... y lo dejo.
Tocan mi puerta y me separo de él.
—¿Qué clase de hermana deja a la otra sola en el sofá? Entiendo que no me cargarías, pero me hubieras levantado y ya, yo solita subía.
Como no respondo, toca más fuerte.
—Mía, ¿estás ahí?
Intenta abrir, pero como tiene seguro, la puerta no cede.
—Mía, si no respondes, tiraré la puerta —grita.
Me levanto de la cama y me acomodo la ropa. Él también se levanta y miro la ventana para ver si puede salir, pero la mirada que me lanza me dice que ni se me ocurra.
Abro la puerta poquito y salgo, cerrándola tras de mí sin soltar la manija. Ella me ve, y le hago señas de silencio.
—¿Está ahí? —me pregunta, y no me queda más que decirle que sí, ya que si no lo digo, sé que va a querer entrar.
Se tapa la boca, dando pequeños brincos.
—Creo que nunca te he pedido favores así, por favor... ¿puedes ir al cuarto de huéspedes mientras él se va?
—¿Estás loca? Yo me regreso a la casa. No te arruinaré la noche.
—Ya se va, no seas así —le digo, y cuando me doy cuenta, ya está bajando. La sigo y toma su bolso mientras escribe en su celular.
—No puedes irte así, ya es noche.
—Ya viene Miguel por mí, no te preocupes. Tú pásala bien —me dice, abrazándome.
—Karla —la llamo cuando está por salir.
—Solo vine a saber quién es el del pitote, ya me voy.
—Ya no digas eso —le digo, apenada.
Llega Miguel y ella me da un beso antes de salir. Él me saluda.
—Vengo mañana por mi carro —me grita mi amiga. Los dos miran hacia el balcón, y Karla se ríe, subiendo a su carro y alejándose.
Me gana la curiosidad y salgo. Wil está parado en el balcón, serio.
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