Luego de casarse y sufrir una serie de maltratos. Perla vuelve al día en que cometió uno de los peores errores de su vida. Ahora está lista para vengarse, no se permitirá que la traten como trapo sucio de nuevo.
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No seas curioso
Damián empieza a creer que su mujer se está volviendo loca, no sabe que Perla siempre está un paso delante, ella le pidió a su amiga que se encargará de borrar evidencias de su visita.
... En la oficina, Mauricio observa a su esposa indagatorio.
— ¿Lo hiciste? — Se atreve a preguntar.
— Yo no hice nada.
— Ayer me dijiste que visitaste una enferma. ¿De quién hablabas?
— No seas curioso. — Perla le da un beso en la mejilla. — Lo que yo haga no es de tu incumbencia. — Una tierna mirada de ella lo derrite. — Gracias por defenderme.
— Es mi obligación. — El finge desinterés. — Tengo que ir a trabajar. — Sin querer la besa en los labios, dejándola desconcertada. — Adiós. — Sale rápidamente.
... En la oficina, Ana está por entregarle unos documentos a Damián, el que está de mal humor, piensa en sacar sus frustraciones con la secretaria.
— Pasa. — Ana se sobresalta. Ella le manda un mensaje a Perla.
"Está de mal humor"
Perla ve el mensaje y llama a Esteban, le pide que vaya a la oficina con cualquier pretexto. Conoce bien a Damián y teme que ella salga lastimada.
Ana ingresa a la oficina y le da los papeles a su jefe. Ella quiere salir lo más rápido posible, pero Damián cierra la puerta, dejándola sin respiración.
— ¿Necesita algo más?
— ¿Cuánto llevas trabajando aquí?
— Apenas unas semanas señor.
— ¿Quieres conservar tu trabajo?
— Claro que sí señor. — Damián se acerca, Ana retrocede miedosa.
— ¿Qué estás dispuesta a hacer? — Ella traga grueso.
— Lo que sea necesario. Estoy dando mi mejor esfuerzo.
— Esfuérzate más. — Damián la jala, su corazón salta de miedo, el está a punto de besarla cuando entra Esteban. Ana se aleja de su jefe inmediatamente. — ¿Se puede saber por qué entras sin tocar? — Damián no oculta su frustración.
— Lo siento, pero no puedo con la señora Murphy, ha cuestionado cada cosa que puse en el presupuesto. — Damián se interesa al escuchar ese apellido.
— Sal de aquí. — Le ordena a "Emily" ella no espera que se lo digan dos veces.
— Amor espera. — Esteban le sostiene la mano, ella se sorprende al escuchar cómo la llamo. — Te llevaré a tu casa en la noche, me esperas por favor.
— Si. Claro. — Ella termina de salir.
— ¿Ustedes dos están juntos? — Damián interroga.
— Lo siento señor, se que las relaciones entre empleados están prohibidas, pero Emily me gusta demasiado, no pude contenerme. — Damián se molesta, al parecer su juguete está ocupado por alguien más.
— No quiero verlos juntos en la empresa. Fuera de ella pueden hacer lo que quieran, pero aquí no.
— Si señor.
— Háblame sobre Perla, ¿qué hizo? — Esteban le da una explicación que lo hace enojar.
... Fuera de la oficina, Ana sigue muy nerviosa, ella va al baño y se lava la cara, al igual que los brazos.
— Qué asco. — Dice mientras se lava muy bien su piel. — Maldito cerdo.
— ¿A quien llamas cerdo? — Una compañera de trabajo la encuentra quejándose.
— No. A nadie. Nos vemos. — Ana sale del baño, tapándose con Esteban en el elevador. — Gracias por lo que hiciste.
— Le prometí a la señora Perla que cuidaría de ti.
— Yo... ¿Tú sabes lo que...?
— Si, yo lo sé. Y no tienes razón para preocuparte, yo voy a protegerte.
— Muchas gracias. — Ana lo mira tímidamente.
— Le dije que somos pareja. — El le sostiene la mano. — Siempre que me necesites manda un mensaje.
— No tengo palomas mensajeras.
— Aquí está mi número. — Le da una tarjeta. — Lo que necesites.
— Gracias otra vez.
... Perla visita el super y por suerte se encuentra con esa mujer, ella va a su encuentro y le hace conversación.
— Disculpe. ¿Me ayudaría a elegir harina para pan? A mi esposo le encanta el hecho en casa. Pero no acostumbró a salir de compras.
— Por supuesto. Mire está es la mejor para hornear panes. — La amable mujer le enseña las cosas.
Perla y ella pasan un rato conversando.
— Me encanto conocerla.
— Igualmente.
Perla no creé que esa mujer pueda ayudarla. Tiene un corazón demasiado bueno. Ella fue la única que la trato bien en esa casa, y la despidieron a unas cuantas semanas de iniciar su trabajo, Selina nunca dejaba a las mujeres que le agradaban.
En días posteriores, se encuentra con ella nuevamente, sin querer, a la mujer se le escapa un comentario sobre la buena relación que tienen sus patrones.
— ¿Y cómo sigue Selina? Supe que estaba delicada por su embarazo. — A Perla le importa muy poco la relación de los dos. Lo que quiere saber es sobre el hijo de ambos.
— Ya está mejor, apenas tiene cuatro meses, pronto sabrán el sexo del bebé.
— ¿El sexo? — Perla endurece el gesto, Selina sabrá algo que ella nunca supo, nunca pudo ver sí tendría un niño o una hermosa niña. Selina no merece una noticia así.
Ella regresa a casa muy enojada, tira todo lo que tienen a su alrededor y grita llena de rabia.
Su peor enemiga tendrá la satisfacción de ver algo qué ella jamás logró. Perla no está pensando con claridad. Ella está desesperada por hacer que Selina pierda a su hijo. Y si no puede hoy, lo hará el viernes, en un día sin testigos. Ella se asegura de que no haya nadie en casa. La única persona que está, es justamente quien abre.
— ¿Usted? — La mujer se sorprende ante la visita de su compañera en las compras.
— Hola. Vine a ver a Selina. ¿Se encuentra?
— ¿Son amigas?
— No. Tengo un negocio con ella.
— Entiendo. Pase por favor. En un momento la anuncio.
— Gracias. — Perla entra a la casa y mira a su alrededor, faltan algunas pinturas, probablemente no tienen suficiente dinero para gastar en artistas reconocidos.
— ¿Qué haces en mi casa? — Perla observa su vientre hinchado y siente muchas ganas de atacarla.
— Vine a visitarte. Supe que tus nervios están muy mal. Me preocupe por ti.
— Yo estoy perfecta. No vengas de hipócrita.
— No te ves tan perfecta. El embarazo no te sienta bien. Deberías ponerte a dieta, o dejaras de gustarle a Damián.
— A él siempre le gustare. No te metas entre nosotros. Lárgate de mi casa. — Selina sube las escaleras, pero Perla al ser más ligera sube más rápido, y corta su paso. — Quítate.
— Obligame.
— Te digo que te quites. — Selina trata de empujarla, Perla toma su mano y la agarra con fuerza. — Suéltame.
— Si eso quieres.
— No. Espera. Me vas a lastimar. — Perla se burla.
— Yo no vi nacer a mis hijos, tu tampoco tendrás esa dicha.
— ¿De que estás hablando? — Perla la empuja, haciendo que ruede por las escaleras. En el piso, la sangre empieza a correr. — Mi hijo. — Selina llora. — Mi bebé.
Por otra parte la novela espectacular me enamore de Mauricio todo un gentelman!!!!!!!