¿CÓMO VIVIR DESPUÉS DE TÍ?

CAPÍTULO 21.

Por Isabella.

Luego de un rato conduciendo, Valentino estacionó su auto frente a un edificio muy lujoso. Bajamos del coche e inmediatamente nos adentramos en él. Subimos a un ascensor y Valentino marcó el tercer piso. Al llegar no había nadie dentro, después de todo, es domingo y supongo que Francisco lo citó ahora para tener mayor privacidad. Valentino me guio por un pasillo y se detuvo delante de una puerta. Dio dos golpes y un hombre alto y muy guapo nos recibió.

-Valentino, que bueno verte. Creí que vendrías solo. -Exclamó mirándome.

-Dante. Te presento a Isabella Moretti. Ella es…

-Señorita Moretti. Qué gusto me da conocerla al fin. Soy Dante Rocha, agente especial. Estoy a cargo del caso de Ezequiel Ferrero Marshall. Por favor, pasen por aquí. -Exclamó.

-El gusto es mío señor Rocha. -Respondí.

Dentro de la oficina, Francisco estaba sentado en el sillón en L dentro de su despacho. Al vernos se paró para saludarnos. Sentí que Valentino se incomodó cuando se acercó a mí, pero rápidamente nos concentramos en lo que nos decía el agente.

-La razón por la que te cité aquí Valentino, es porque tengo novedades en el caso de tu hermano.

-Pues dime… -preguntó Valentino.

-Antes me gustaría aprovechar la presencia de la señorita Moretti y hacerle unas preguntas si está de acuerdo, claro.

-Yo… Esto… ¿Será un interrogatorio? -Pregunte.

-No, por favor. Solo quiero escuchar tu versión de los hechos Isabella. Quiero que me cuentes que fue lo que pasó esa noche.

-Pues… Fuimos a cenar y llovía demasiado, al salir nos dirigíamos a su casa… Él quería que conociera a su familia. -Dije esto mirando a Valentino, quien me escuchaba atentamente. -Y no lo sé, él perdió el control del coche y dimos unos tumbos… Cuando desperté lo primero que hice fue sacar su cuerpo del auto. Quería salvarlo… Él… Él y yo íbamos a tener un niño. -Las lágrimas me invadieron y no pude seguir diciendo más. Valentino me abrazó de inmediato y Francisco, quien hasta el momento solo escuchaba mi historia, sentado en el sillón de enfrente, inclinado sobre sus rodillas, me alcanzo un vaso de agua.

-Tranquila Isabella. -Dijo Dante, quién estaba caminando por la habitación. Se acercó a mí poniendo una mano en mi hombro. -No tienes que hacerlo si no puedes. No debí preguntar.

-No… Prosigamos. Quiero ayudar en este caso. Si alguien fue culpable de la muerte de Ezequiel, quiero verlo quemarse en el infierno.

-Issi. ¿Recuerdas por qué Ezequiel perdió el control del coche? -Preguntó Dante.

Me tomé un momento para recordar aquellos sucesos. Odio recordarlos. Detesto cada detalle de ese momento. Sin embargo, supe que debo ser fuerte. Por Ezequiel y por nuestro bebé.

-Él… Iba conduciendo y de frente venía una camioneta que no alcance a ver, ya que traía las luces muy altas. A pesar de que Ezequiel hizo señas para que las bajara, la camioneta no hizo caso y él se encandiló, intentó esquivarla. Pero la ruta estaba demasiado resbalosa y eso hizo que el auto despistara y comience a dar tumbos. Yo al darme cuenta abracé mis rodillas, tenía mucho miedo y Ezequiel soltó el volante para cubrirme. Tal vez si no lo hubiera hecho él… Estaría vivo aún. -Dije.

-Issi… ¿Quiénes estaban al tanto de que estarían juntos esa noche? -preguntó Francisco.

-Pues… Solo Mariana y Julia. Mis amigas. -Dije.

-Y yo. -Hablo Valentino. -Claro que en ese entonces no sabía quién eras, pero Ezequiel me confiaba todo. Sabía que saldría con una chica.

Francisco y Dante cruzaron miradas.

-Bien… He tenido la duda de que el accidente fue provocado. Y ahora que ustedes me cuentan estas cosas, lo doy por hecho. Revise el coche de Ezequiel y es evidente el choque, está marcado en su paragolpes.

-De… ¿De qué hablas? El auto aún existe? - pregunté. -Recuerdo que se destruyo bastante.

-Está en un depósito de chatarra. Claro que con un poco de influencia y una orden judicial pedí que me dejen secuestrarlo como evidencia. Está al cuidado de mis amigos del FBI. -exclamo Dante.

-¿Pero quién pudo hacerle eso a mi hermano, Dante?

-No lo sé amigo, llegaremos a fondo de esto. Cualquier pista, recuerdo o lo que sea nos puede ayudar a atar cabos. -Dijo Dante.

Cuando la noche comenzó a caer, Valentino y yo regresamos a la mansión. Vaya sorpresa nos llevamos cuando al entrar vimos a Lorenzo y Cristina en la sala.

-Madre, padre. Han regresado. -Dijo Valentino.

-Hijo… Issi. Que agradable verlos. -Exclamó la señora Cristina. -Supe por Esmeralda que han hecho un viaje a la finca.

-Claro mamá. Hemos ido… Sobre eso… Necesito hablar con ustedes… Perdón, necesitamos hablar con ustedes sobre un asunto.

-Dime hijo. ¿Qué es lo que ocurre? -preguntó el señor Lorenzo mientras tomábamos asiento.

-Mamá… Papá… Quiero que me digan de donde conocen a Isabella.

Los señores se observaron entre ellos, confundidos, y luego, Lorenzo respondió:

-Pues de la compañía, claro. Pero eso tú ya lo sabes hijo.

-No mientas padre. Ya descubrí la verdad. Solo espero que tú me la confirmes.

-Tienes razón. Siempre supimos quién es en verdad Isabella. Desde el día en que ella pidió trabajo en la empresa. Cuando recogimos las pertenencias de Ezequiel después del accidente, encontramos fotos de ella en su celular. Solo que no supimos qué le había ocurrido, hasta que se presentó ante mí a pedir trabajo. Al principio me preocupé. Desconfíe de tus intenciones, pequeña. -Dijo el señor mirándome con tristeza. -Pero con el tiempo, pude darme cuenta de que eres un alma pura. Y al ver todo ese sufrimiento créeme que se nos partía el corazón. Por eso me acerqué a ti y te presenté a Cristina.

-Ustedes… siempre lo supieron. -Dije entre lágrimas.

-Lamento, no habértelo dicho mi niña. -Exclamo Cristina. - No tuve el valor para hacerlo. Temía de tu reacción.

-Se que hay muchas cosas para aclarar porque… durante estos días debí hablar con Valentino sobre eso, pero… Estoy cansada ahora y yo…

-No te preocupes, hija. Hablaremos cuando te sientas bien. -Exclamó Cristina.

-Papá… Por cierto… Cuando estábamos en California, Edward y su familia aparecieron en la casa. Tuvimos una pelea, ya que… le faltaron el respeto a Issi y luego nos regresamos a casa. Pero… ¿Tú sabías que irían?

-Claro que no hijo. Ni siquiera tienen porque ir allí. Esa casa es nuestra. Pero me alegra que me hayas confiado esto. Hablaré con mi hermano sobre ese asunto.

-Gracias papá.

La cena ocurrió entre charlas triviales y risas. Luego de cenar, cada quien se dirigió a descansar. Cuando estaba a punto de abrir la puerta de mi habitación, Valentino interrumpió.

-Entonces. -Dijo Valentino.

-¿Entonces?

-¿Supongo que aún no estás lista para dormir conmigo?

-Pues creo que…

-Tranquila… No te presionare… Solo dame un beso para dormir como un angelito.

Reí ante su comentario y deposité un beso en sus labios. Luego entre a mi habitación y al tocar la cama me quedé plácidamente dormida.