Adrik es un mujeriego, arrogante y adinerado que no logra ser feliz. Naim quiere ser feliz pero no sabe cómo lograrlo. Un día la vida permite que ambos se conozcan de la forma más explícita posible y así, tanto el adinerado como el exprostituto, mezclaran sus vidas para complementarse mutuamente. Ficción romántica Boys Love
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COMO FUEGO
—Tengo algo importante que decirte —me animo a decirle.
Estamos sentados en una mesa, con dos vasos de capuchino frío sobre ella y una enorme ventana a nuestro lado.
—Claro. Dime, te escucho.
Doy un sorbo a mi bebida antes de hablar. ¡Seré sincero! Quiero ser sincero con Adrik. ¡Necesito esto para poder enamorarme bien!
—El último día que estuvimos en Cancún, cuando salí a comprar sourvenirs, me encontré con Marco.
Su mirada estaba atenta a mí, no parecía incómodo al escuchar el nombre de mi antiguo jefe.
—¿El tipo que solía...? —No se atrevió a terminar la pregunta.
—Sí. El hombre que me secuestro y me hizo muchas cosas.
—¿Todo bien con él?
—Sí, parece ser que sí. Pero algo no está bien conmigo.
Su mirada cambió un poco, se tornó un tanto preocupada por mí.
—¿Te pasó algo?
—Sí. Y eso eso es lo que quiero decirte, porque hay cosas que no he expresado y ahora que estamos intentando buscar la felicidad juntos, creo que debo ser abierto contigo.
—Por supuesto, yo también seré abierto contigo sobre las cosas de mi pasado.
—¡Lo sé! Eso ya lo he comprobado.
Sonríe, me siento bien al escucharlo darme su aprobación.
—Marco me beso ese día. Me pidió que volviera con él y entonces, eso me ha hecho sentir indeciso —se lo digo sin miedo.
Adrik me examina, no dice nada al instante y su mirada irradia serenidad.
—¿De qué te sientes indeciso?
—De lo que quiero.
—¿Qué quieres?
—Quiero ser feliz y lo que me ofreces me parece bueno, aunque en realidad, también siento una incomodidad ligera.
—¿Te hago sentir incómodo?
—No. Tú no. Soy yo o bueno, ¿no crees que nos apresuramos a hacer algo que nunca planeamos?
Mi pregunta lo hizo pensar. Esta conversación era importante y quizá hasta podría decir que marcaría nuestras vidas.
—¿Te refieres a lo de nuestro noviazgo?
—Sí.
No aparta la mirada de mí, no parece incomodo con el ritmo de nuestra conversación y eso es una buena señal.
—¿Recuerdas que te dije que yo no sabía nada sobre relaciones?
—Si me acuerdo.
—Tal vez si me apresure a proponerte un noviazgo. Pero —en sus pupilas hay mucha sinceridad— me gustas mucho y siento que quiero aprender a amar. ¡Contigo quiero aprender!
—Claro que entiendo esa parte y es por eso que quiero confesarte algo intenso.
—¿Intenso? —Percibo como arruga su entrecejo.
—Sí. Es que lo que te voy a decir si está intenso.
—¿Y que es?
Quiero que mis pupilas le irradien confianza.
—Me he dado cuenta que quiero volver a tener un dueño, por eso te pedí el otro día que fueras mi jefe.
—Si lo recuerdo.
—Y una parte de mí siente que eso es un poco cruel.
—¿Por qué seria cruel?
—Hay momentos en los que me tocas o cuando tu voz me hipnotiza, que neta, lo dire sin pena, siento la necesidad de que me tomes y hagas conmigo lo que quieras.
Eso sí pareció sorprenderle un poco.
—¿Qué haga contigo lo que quiera?
—Sí. Es que, me encantan tus manos, tus brazos y tu aliento cuando estás encima de mí. ¡Me haces sentir en las nubes! Y cuando siento eso, también quiero sentirme dominado. Me gusta sentir que puedo pertenecerle a alguien para poder complacerlo. Eso me hace sentir bien.
Eso es muy un poco difícil de procesar, imagine que tal vez no estaría de acuerdo con lo que acababa de confesarle, pero...
—¿Y por qué quieres complacerme?
—Porque el poder complacerte como si fueras mi jefe, me hará sentir bien. Me darías estabilidad.
—¿Estabilidad?
—Y también me harías feliz —no reprimo mi sonrisa, quiero que él sepa lo que me hace sentir.
—¿Cómo podría dominarte?
—Pídeme lo qué quieras, siempre y cuando yo pueda hacerlo y dártelo, lo haré.
Percibo su sonrisa.
—Creo que eso es algo interesante.
—Por mi pasado y por la forma en que aprendí a vivir, descubrí que puedo vivir completo sabiendo que le puedo pertenecer a alguien.
—¿Quieres ser mío?
—Sí. Por eso te digo esto. Porque a pesar de que siento una inseguridad por lo que tenemos, una parte de mí quiere intentarlo.
—¿Y que hay de Marco?
—Marco fue parte de mi vida, con él aprendí cosas que nunca imagine vivir. Poco a poco, quiero que ese reencuentro que tuvimos él y yo, se borre de mi mente.
—Lo que tú decidas hacer con tus recuerdos es algo que quiero respetar. Yo también tengo pasado y no quiero que sientas que soy un engreído que pasa por alto sus propios errores para destacar los tuyos. ¡No soy así! No es mi estilo.
Sus palabras me hicieron sentir reconfortado, como si el hablar fuera algo que nos permitiera unirnos más.
—¡Gracias por decirme eso! Yo también quiero ser sincero contigo. ¡Quiero que tengamos una buena comunicación!
—Por supuesto que sí.
Los latidos de mi corazón eran más tranquilos que antes y al cien por ciento, me sentía despreocupado. ¡Esta conversación era lo mejor para ambos!
—Sobre sentir que te domino —me mira con fijeza y sonríe.
—Claro. Eso sí es algo que yo quiero.
—¡Lo intentaré! A mí forma, intentaré que sientas que puedo dominarte. ¡Quiero contribuir a tu felicidad y placer!
—Sí, eso me gustaría.
Doy un sorbo a mi bebida, siento el sabor muy rico en mi boca. Su mirada está atenta a mí, sus ojos comienzan a pedir que yo...
—Acércate a mi lado —me pide él.
Agradecí que el sofá me permitiera poder deslizarme hasta su lado. Mi ropa rozó la ropa de él. Sentí que su mano se posaba sobre mi rodilla, acercó su rostro a mí y en mi cuello, olfateó con intensidad.
—¡Me gusta el aroma de tu perfume! —Dice para mí.
Sonrío, mis latidos se han acelerado.
—¡A mí me gustas tú! —Le digo con seguridad.
—Quiero que me beses. ¿Puedes besarme?
Giro mi rostro hasta que nuestras narices se rozan la punta, nuestras pupilas están brincando de deseo y entonces, obedezco a lo que él me pide. ¡Le doy un beso largo!