En la ciudad de Solis, un cometa llamado "Eos" trae consigo el despertar de poderes extraordinarios en muchas personas. Axel, un joven de 17 años, descubre que puede controlar varios elementos y hasta puede ser que mas... pero cada uso tiene un alto costo.
Mientras la ciudad se sumerge en el caos y surgen facciones rivales, Axel recluta a un grupo de resistencia para luchar contra una amenaza oscura que busca dominar Solis. La historia aborda la lucha por la supervivencia y el sacrificio en un mundo transformado.
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Capítulo 6: Sombras en el Horizonte
Axel y sus compañeros no tardaron en notar que el aire en Solis estaba cada vez más cargado de tensión. Desde la pelea en el territorio Tecnomante, algo parecía haber cambiado. Los rumores circulaban como ráfagas de viento, susurrando sobre una facción nueva y misteriosa que había comenzado a hacer movimientos. No pertenecían a los Elementales, Psíquicos, Tecnomantes o Metas. Eran una fuerza diferente, una que nadie conocía del todo, pero cuyo poder estaba comenzando a generar miedo.
"Los llaman los Apátridas," dijo Lucas una tarde, mientras el grupo se reunía en un refugio improvisado, lejos de las patrullas de las facciones. Las luces parpadeantes del atardecer se filtraban por las rendijas de la ventana, proyectando sombras largas en las paredes.
"Apátridas," repitió Camila, frunciendo el ceño. "¿Qué significa eso? ¿Que no pertenecen a ningún territorio?"
Lucas asintió. "Exacto. No siguen ninguna de las reglas de las otras facciones. No se interesan por alianzas, ni por el control de territorios. Pero lo que sí se sabe es que son peligrosos. Y cada vez están reclutando más gente."
Axel se cruzó de brazos, su mente inquieta. El nombre resonaba en su cabeza, y no de una manera tranquilizadora. El hecho de que existiera una facción fuera de las reglas tradicionales significaba que las cosas podrían volverse aún más caóticas de lo que ya eran.
"¿Sabemos algo sobre quién los lidera?" preguntó Kai, quien había permanecido en silencio la mayor parte del tiempo.
"No aún," respondió Lucas, sacudiendo la cabeza. "Pero hay rumores de que quienquiera que sea, es alguien extremadamente poderoso. Nadie ha visto su rostro, pero sus seguidores hablan de él como si fuera un salvador... o un dios."
Axel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo en la manera en que Lucas lo decía hacía que pareciera más que solo un rumor. Los Apátridas eran una amenaza real, y si no descubrían más sobre ellos, podrían encontrarse enfrentando algo mucho más grande de lo que imaginaban.
"No podemos ignorar esto," dijo Axel finalmente, rompiendo el silencio. "Si los Apátridas están reclutando gente y causando estragos en las facciones, tendremos que enfrentarlos tarde o temprano."
Camila asintió lentamente, pero su expresión seguía siendo de preocupación. "Pero no podemos luchar contra algo que no entendemos. Necesitamos más información. No podemos enfrentarnos a un enemigo que opera en las sombras."
"Es verdad," agregó Kai. "Si queremos formar una resistencia, tenemos que conocer a todos los jugadores. Y los Apátridas no parecen ser solo una facción más. Tienen un objetivo claro, y si no lo descubrimos pronto, podríamos quedar atrapados en medio de algo mucho más grande."
Axel sabía que Kai estaba en lo cierto, pero aún así, no podían esperar demasiado tiempo. Cada día que pasaba, las facciones se debilitaban y el caos en Solis crecía. Sabía que tenían que moverse rápido, pero también necesitaban ser estratégicos.
"Hay algo más," dijo Lucas después de un momento. "Escuché que los Apátridas están detrás de un ataque reciente en el territorio Psíquico. No fue una pelea cualquiera. Dejaron señales... marcas en el suelo que no corresponden a ninguna habilidad conocida."
Axel levantó la vista, intrigado. "¿Marcas? ¿Qué tipo de marcas?"
"Símbolos," explicó Lucas. "Algo extraño, como si hubieran usado una energía que no podemos comprender. Los Psíquicos están furiosos, y están movilizando a sus fuerzas para contraatacar, pero dudo que sepan a qué se enfrentan."
Axel apretó los puños. La situación estaba empeorando rápidamente. No solo tenían que lidiar con las tensiones entre las facciones, sino también con una nueva amenaza que operaba en las sombras. En su mente pensaba si esto era a lo que Vera se referia. Los Apátridas no solo eran una facción más; eran algo completamente diferentey peligroso.
"Tenemos que ir allí," dijo Axel, mirando a sus compañeros con determinación. "Necesitamos ver esas marcas por nosotros mismos. Si entendemos lo que están haciendo, tal vez podamos averiguar cómo detenerlos."
Camila y Kai asintieron en acuerdo, pero Lucas levantó una mano para detenerlos. "No será tan fácil. Los Psíquicos no están dejando entrar a nadie en su territorio. Están paranoicos después del ataque. Tendremos que encontrar una forma de infiltrarnos sin llamar la atención."
Axel reflexionó un momento, sintiendo la presión en su mente. Sabía que estaba corriendo contra el tiempo, pero también entendía la necesidad de ser cuidadosos. Con un asentimiento firme, decidió que lo intentarían. Pero antes de que pudieran moverse, algo cambió dentro de él.
De repente, un calor familiar recorrió su cuerpo, pero esta vez, no era el fuego ni la electricidad lo que respondía a su llamado. Sentía algo más profundo, algo más pesado que lo recorría. Se detuvo por un momento, cerrando los ojos mientras trataba de concentrarse. La tierra bajo sus pies temblaba ligeramente, como si algo en su interior estuviera despertando.
"Axel, ¿estás bien?" preguntó Camila, notando su repentina quietud.
Axel abrió los ojos, su mirada fija en el suelo. Entonces, lo sintió nuevamente. No era solo fuego o aire lo que podía controlar. Había algo más. Algo primario, que emanaba de la misma tierra bajo sus pies.
"Puedo sentirlo," murmuró, más para sí mismo que para los demás. "La tierra... puedo moverla."
Kai lo miró sorprendido. "¿Moverla? ¿Qué quieres decir?"
Axel levantó una mano, y con un ligero esfuerzo, el suelo bajo ellos comenzó a vibrar. Una pequeña porción de tierra se levantó, formando una pequeña barrera de rocas frente a ellos. Los ojos de todos se abrieron en asombro.
"Desde cuándo puedes hacer eso?" preguntó Lucas, impresionado.
Axel bajó la mano, y la barrera de rocas cayó de nuevo al suelo. Aún no lo entendía por completo, pero sabía que algo había cambiado dentro de él. Había desbloqueado un nuevo poder, uno que se conectaba con la tierra misma.
"No lo sé," respondió, sacudiendo la cabeza. "Pero parece que puedo controlar la tierra también."
"Eso será útil," dijo Camila, tratando de ocultar su sorpresa. "Especialmente si vamos a infiltrarnos en el territorio Psíquico. Podrías crear una distracción, o incluso abrirnos un camino por debajo."
Axel aún se sentía desconcertado por su nueva habilidad, pero sabía que no tenía tiempo para cuestionarlo. Tendrían que adaptarse rápido si querían estar un paso adelante de los Apátridas y las facciones en guerra.
"Entonces es hora de movernos," dijo finalmente, mirando a sus amigos con determinación. "Vamos al territorio Psíquico. Debemos descubrir qué están planeando los Apátridas antes de que sea demasiado tarde."
Y con esas palabras, el grupo se preparó para su próximo desafío, sabiendo que el camino adelante sería más peligroso que nunca.