"He regresado de las profundidades del infierno, un viaje oscuro y tortuoso, para reclamar lo que me pertenece. Soy Lucía Casanova, la única heredera de una dinastía marcada por la traición y el secreto. Mis enemigos pensaron que podían arrebatarme mi legado, pero no conocen la furia que despierta en mí la injusticia. Ahora, con cada paso que doy, el eco de mi venganza resuena más fuerte. ¡El tiempo de la redención ha llegado!"
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Capitulo XIX Provocaciones
Punto de vista de Sebastián
Ver a Lucia al lado del infeliz de Dimitri me hacía hervir la sangre, yo pensé que nuestra historia tendría un final feliz y que al final ella me perdonaría por lo que mi familia y yo habíamos hecho, pero ella prefirió andar revolcándose con ese patán, vamos a ver qué piensa cuando se entere de quién es realmente Dimitri Ivanov, el intachable y recto abogado.
Las cosas no se iban a quedar así, Lucia pagará muy caro su traición. Cuando finalmente fue mi turno de subir al estrado dije muchas cosas en su contra y aproveché las insinuaciones de nuestro abogado para echar más sal a la herida. Ver cómo Dimitri ardía de rabia me daba algo de satisfacción, lo que si me molestaba era la cercanía entre esos dos. Una vez termine mi declaración baje del estrado los mire a los dos con odio, quería acabar de una vez y por todas con ellos.
“Lo hizo muy bien señor Lombardi”, dijo el abogado.
“Espero que no seas inútil y acabes con esos dos de una vez por todas. Quiero disfrutar de mi familia y por estar aquí no puedo pasar tiempo con mi esposa”, solo palabras vacías salían de mi boca, yo no quería ni siquiera ver a Amelia, ella cada día estaba más insoportable, pero tenía que aguantar por mi hijo, ese niño me acercaría más al dinero de la familia Santos.
Al terminar el tercer día del juicio, salimos de la sala, el juez nos llamó nuevamente a volver en tres días, tres días que serían eternos, pero nos daría tiempo para hundir definitivamente a mis enemigos.
Al salir vi como Dimitri acariciaba el rostro de Lucia y ella con una sonrisa aceptaba sus caricias. “Sabía que eras una mujer fácil, lo supe desde qué fuiste mía”. Hice una pausa para ver la cara de imbécil de Dimitri.
“Eres tan infantil, ¿acaso piensas que tus palabras significan algo para mí?, no te equivoques no soy del tipo del hombre que cree que una mujer vale menos solo por no haber sido el primero en su vida”, respondió el idiota de Dimitri haciéndome morir más de rabia.
“Se que eres de los que les gusta recoger las sobras de los demás, “pero no te engañes, lo que tienes no es más que un eco de lo que una vez fue mío. Lucia puede sonreírte ahora, pero en el fondo sabe quién la hizo sentir viva, quién le enseñó lo que es realmente el amor”, le lancé con desprecio mientras me acercaba un paso más hacia ellos.
Lucia me miró, y en su rostro vi una mezcla de desafío y valentía. Esa mirada me dio una extraña sensación; sabía que había perdido todo poder sobre ella. Dimitri, por su parte, se puso a la defensiva, pero yo podía ver la inseguridad detrás de su fachada de abogado exitoso, pues el sabía que en cualquier momento podía revelar sus secretos.
“¿Vas a seguir hablando desde las sombras, Sebastián? Porque aquí y ahora no tienes nada que demostrar”, contestó Dimitri, tratando de mantener la calma. Pero sus manos temblaban levemente; era evidente que se estaba conteniendo.
“¿Desde las sombras? No, amigo mío, estoy justo aquí en el centro del escenario. Y tú, con tu falsa moralidad y tu sonrisa encantadora, no eres más que un actor en esta obra”, respondí con desdén.
Lucia se interpuso entre nosotros, intentando calmar la tensión. “Por favor, Sebastián. Esto no tiene sentido. Estamos en medio de un juicio”, dijo con voz firme.
Pero yo no podía detenerme. “¿Y qué si lo estamos? Este juicio es solo una parte del juego. ¿No te das cuenta de que estás atrapada en un laberinto del cual no podrás salir? Dimitri puede ofrecerte lujos y promesas vacías, pero yo soy quien realmente conoce tu esencia”, afirmé con firmeza.
Dimitri dio un paso adelante, su mirada fija en mí. “No tienes idea de lo que Lucia es capaz de hacer por sí misma. Ella ha tomado decisiones y es tiempo de que tú también las aceptes”.
“Decisiones basadas en mentiras y manipulaciones”, repliqué, sintiendo cómo la rabia comenzaba a burbujear dentro de mí nuevamente. “No te equivoques; esto es solo el comienzo”.
Mientras me alejaba de ellos, sentí cómo mi determinación crecía. Era hora de poner en marcha mi plan para desmantelar todo lo que había construido Dimitri a su alrededor. Lucia podría pensar que había encontrado la felicidad a su lado, pero yo sabía que el verdadero juego apenas estaba comenzando.
Los próximos días serían cruciales; tenía que profundizar mis investigaciones sobre Dimitri y descubrir todos sus secretos oscuros. No permitiría que él se saliera con la suya ni un segundo más. La traición siempre tiene consecuencias, y estaba decidido a hacerle pagar por cada uno de sus errores.
Llegue a mi casa cansando y sin aliento, pero como era costumbre últimamente Amelia me estaba esperando, estaba actuando muy extraño, estaba amorosa y complaciente, debía tener cuidado con ella, ya que era hija de su padre y Alfredo Santos no era nada confiable.
“¿Cómo va el juicio?”, pregunto mientras me ayudaba a quitarme la corbata.
“Las cosas están algo pesadas, aún no tenemos un horizonte claro”, respondí sin ánimos.
“Sabía que esa mujer solo había venido a perturbar nuestra tranquilidad”. Comento molesta.
“Tú no te preocupes por eso, pronto volveremos a estar bien y todo esto será solo un mal recuerdo”. No quería demostrar cómo está situación me estaba afectando, Lucia me tenía deslumbrado con su nuevo carácter, pero debía tener claro que ella era el enemigo y que debía destruirla.
Con esa idea en mente me fui al baño, necesitaba una ducha fría para olvidar y relajar mi cuerpo, entre a la regadera y a mi mente solo llegaban los recuerdos de los momentos felices que pase junto a Lucia, recordé aquella vez que estuvimos corriendo bajo la lluvia, cuando nos escapamos de clases y nos fuimos a la ciudad vecina, nuestros padres estaban furiosos y ella se veía tan inocente, era una verdadera obra de arte.