Fiorella estaba feliz por casarse con el hombre de su vida, su amado Camilo. Pero no todo era como ella pensaba. La noche misma de su boda ella comprendió el gran error que había cometido. Aún así piensa que su amor puede hacer que todo cambie y se dispone a ser todo para complacerlo.
Decidida a ganarse el amor y la confianza de ese cruel hombre ha soportado todos sus desplantes y desprecios. Pero todo resulta inútil, ya que otra mujer ocupa el mayor lugar en el corazón del hombre, y es la merecedora de todo su amor, comprensión y cuidados. Ella solo será por siempre el ser despreciable que se metió en medio para separarlos y que constantemente lastima e intimida a su dulce primer amor. Él nunca la verá de otra manera y ya es tiempo de que lo entienda y se de por vencida, antes de que sea demasiado tarde para ella.
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Emmett, como todas las noches se acostó en la cama junto a su amada. Lo hizo la primera vez por las pesadillas que ella tenía, cuando descubrió que la niña no lo rechazaba decidió que ese era su lugar. Noche tras noche, de las cuatro que habían pasado durmieron juntos. Él quería estrecharla fuertemente en sus brazos, pero sabía que no podía hacerlo ya que ella estaba aún muy delicada.
¡Buenos días mi hermosa niña! saludo el apuesto hombre en cuanto vio que ella abría por fin eses hermosos ojitos que tanto amaba ver.
Ho..hola Emmett respondió nerviosa, frotaba sus manos entre sí y estaba un poquito rojita como un hermoso tomatito maduro.
El hombre la miraba encandilado por su belleza y ansioso por saber aquello que su pequeña quiere decirle. Sabe que hay algo, su actitud es muy obvia.
Te escucho, dilo hermosa, sé que quieres hablar de algo
Bueno, es que yo quería bañarme, pero con el yeso y los inmovilizadores no he podido hacerlo sola dijo suavecito y en voz baja, su vergüenza tenía proporciones siderales.
¿Bañarte? no estaba seguro de haber entendido, ella quería bañarse y que él ¿la ayudara? Eso era algo que no estaba seguro de poder hacer. No creía ser capaz de contenerse.
Colibrí, seguramente Karla llegue pronto y le pedimos que te ayude ¿Bueno? una iluminación divina lo ayudo a encontrar la respuesta a su gran problema. Por lo menos a ese, ya que de imaginarse en una tina, desnudo, con su hermosa niña también desnuda entre sus brazos, algo dentro de él o fuera, cobró vida propia.
Emmett tenía el gran, muy grande problema de llegar al baño sin que ella notara nada extraño. Y eso era sumamente difícil ya que de verdad su problema era gigantesco.
Emmett, ¡gracias! dijo ella con una voz mimosa y dulce que a él lo hacían derretirse en el acto.
Emmett ahora contaba con el apoyo de su padre. Se encontraba acostado en la cama, junto al amor de su vida. Su rostro estaba completamente sonrojado, y la veía mirarlo de una manera tímida pero profunda a la vez. Él no
se había movido ni un centímetro, solo había levantado la cabeza para poder mirarla. Se giró, apoyó uno de sus codos en la cama, quedando en una posición más cómoda. Desde ese lugar seguía mirando sin decir palabra. Sus ojos la contemplaban con un amor infinito, ellos decían todo lo que guardaba su corazón y no se atrevía a dejarlo salir.
Ambos se miraban sin pestañear, cada uno pensaba si lo que estaban imaginando podía ser real. Observaban con cautela cada reacción a cada movimiento.
Emmett, quién tenía mayor movilidad, estaba cada vez más cerca de ella, aún sin siquiera darse cuenta de ello. Se encontraba a solo unos centímetros de su boca. Ella contenía la respiración, esperaba que todo fuera verdad y que
su Emmett esté a punto de besarla. Ya solo restaban milímetros, los labios podían casi rosarse…
¡Hola! Ya llegué. Vamos dormilona que tienes que bañarte entró contenta Karla con una gran sonrisa, misma que se borró en cuanto vio los ojos asesinos de su mejor amigo matarle lentamente.
Nos dimos cuenta de que llegaste, podrías haber golpeado contesto un furioso hombre que pensaba que por fin sus sueños se hacían realidad y podía besar esos hermosos y sensuales labios.
Tranquila Karla, no te asustes. Emmett, ahora si ¿Me ayudas a llegar al baño? preguntó ella con calma, aunque estaba muy nerviosa por lo que casi sucede.
Karla seguía sin poder reaccionar, solo miraba a uno y otro… cuando de repente comprendió. Sus labios esbozaron una hermosa sonrisa, parecía que al fin todo comenzaba a tomar el lugar que debía tener. Ella se volteó y buscó las cosas necesarias para ayudar a su colorada preferida.
Vamos mi vida, te llevo dijo sin darse cuenta un hombre visiblemente enamorado. Ella lo miró con sus profundos ojos celestes muy abiertos ¿Me dijo mi vida? Se preguntaba la dulce niña mientras era llevada como princesa al baño.
Emmett, que ya no pensaba retroceder ni un centímetro dio un dulce besito en los labios a su encandilado colibrí que miraba hacia todos lados sin entender bien qué pasaba. Pero ella pensaba disfrutarlo.
Vamos mañosa, es hora de sacar todo ese mal olor dijo entre risas Karla, mientras que fruncía su nariz.
Fiorella la miró con un poco de molestia haciendo un hermoso puchero que Emmett se vio fuertemente tentado a besar, pero se contuvo por no avergonzar más a esa pequeña mugrosa que de verdad necesitaba un baño.
No es mi culpa, los médicos me dijeron que solo podía limpiarme como lo estábamos haciendo durante los primeros días, no sean mandones y tengan compasión por mí mencionó ella con mucha angustia y algunas
lagrimitas cayendo de sus ojos. De verdad se sentía mal por la situación.
Pequeña, no es cierto que huelas mal, solo bromeábamos, tranquila, te amo igual le dijo abrazando a su pequeño colibrí que sentía abatido por los comentarios, es que ella sabía que no estaba muy limpia que digamos.
Emmett la tenía entre sus brazos, pero no aguantó y antes de salir dio otro pequeño besito en los labios de su hermosa. Para él, a partir de ese momento, había comenzado a ser su novia. Aunque sabía que faltaba el paso en el que él se lo preguntaba, ya había decidido que lo era.
Karla tenía un brillo especial en los ojos y Fiorella no sabía dónde meterse.
Karla, puedo explicarlo… esas solas palabras salieron de su boca antes de volver a cerrarla y fruncir su ceño. En realidad no tenía ni idea de cómo explicar la situación de la que Karla había sido testigo.
Tranquila, yo sé todo y entiendo todo Fiorella abrió y cerró la boca como pez fuera del agua. La verdad es que si Karla lo sabía estaría bueno que se lo dijera a ella porque ella sí que no entendía nada de nada.
Emmett había salido de la habitación con una deslumbrante sonrisa en el rostro. Tomo feliz su teléfono para enviar un mensaje a su padre, que se encontraba en la oficina. Lo estaba reemplazando esos días ya que sabía que su
hijo/yerno nunca se apartaría de su princesa y él prefería que fuera de este modo.
“Padre, tenías razón, ella me corresponde”.
Basil del otro lado leía el mensaje con una alegría infinita. Pero sabía que ahora tendrían otros problemas que enfrentar.
Ciudad A, estaba a solo una hora de City Moon. Esta es la razón por la que permitió que su hija se instalara en este lugar, la cercanía le permitía tenerla vigilada. Pero los acontecimientos no le permitieron cumplir bien con su rol. Error que no estaba dispuesto a volver a cometer.
“Esa es una gran noticia, aunque yo ya lo sabía. Te espero en la oficina en una hora. Debemos comenzar con todo lo acordado”.
Cerró el hombre por mensaje. Ya había llamado a Denis, y debían tener en menos de diez días el divorcio terminado. Esperaba que pronto su hija ya estuviera mejor y pudiera volver a ser la niña alegre y vivaz que siempre
fue.
Por otro lado en empresas Lanster, Camilo espera desesperado noticias de sus investigadores. Sigue sintiendo que algo no está bien, sus acciones no han sido las mejores. Hay una pérdida en todo lo que ha vivido durante el último
año, pero no alcanza a vislumbrar qué es lo que ha perdido. Solo siente por ahora que su actitud no ha sido la mejor, su conducta deja mucho que desear, siente que ha sido un patán y un desgraciado.
Las palabras de la abuela vienen a su mente una y otra vez, quitándole el sueño y las ganas de todo.
Señor, el señor Ignacio quiere pasar a verlo le informa Helena, su secretaria. Ella es una mujer que está en sus 40, es pequeña de estatura, con algunos quilos de más, pero sumamente eficiente.
Que pase Helena y gracias contestó el hombre con la mirada concentrada en la puerta, lo único que quería era recibir buenas noticias.
El hombre que entró era joven quizá tenía 30 años. El mejor en su trabajo, o que él conocía. Era muy serio, siempre andaba con una actitud pacífica y relajada, pero ahora entraba con su semblante rotundamente abatido. Camilo tuvo un muy mal presentimiento.
_ Lo lamento Señor Lanster, no logro encontrar información sobre la señorita Sandes, es como si se la hubiera tragado la tierra. Lo único que sé es que no pudo irse por su propio pie del hospital municipal. En realidad es un
milagro que hubiera sobrevivido, su estado era muy crítico.
El hombre le dio el informe médico, aquel que indicaba todo lo que ella había sufrido y que Camilo, al principio, ni se interesó por conocer.
Estaba conmocionado, nunca imaginó que ella se encontrara en ese estado tan deplorable. Cuando fue a verla no prestó atención a su condición su ira y odio lo habían cegado. Hoy entiende que todo había sido extremo, en este
momento se siente como un ser insensible y cruel. Lo que aún no alcanza a dimensionar cuán cruel e insensible ha sido con esa criatura inocente.