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«Una Amante Por Contrato»

«Una Amante Por Contrato»

Status: Terminada
Genre:Completas / Amor prohibido / Dominación / Traiciones y engaños / Romance entre patrón y sirvienta / Esclava / Sirvienta / Venderse para pagar una deuda / BDSM / Romance de oficina / La mimada del jefe / Mujer despreciada / Casada con el millonario
Popularitas:1.3M
Nilai: 4.6
nombre de autor: Ana de la Rosa

Un deseo por lo prohibido

Viviendo en un matrimonio lleno de maltratos y abusos, donde su esposo dilapidó la fortuna familia, llevándolos a una crisis muy grave, no tuvo de otra más que hacerse cargo de la familia hasta el extremo de pedírsele lo imposible.

Teniendo que buscar la manera de ayudar a su esposo, un contrato de sumisión puede ser su salvación. En el cual, a cambio de sus "servicios", donde debía de entregársele por completo, deberá hacer algo que su moral y ética le prohíben, todo para conseguir el dinero que tanto necesita...

¿Será que ese contrato es su perdición?

¿O le dará la libertad que tanto ha anhelado?

NovelToon tiene autorización de Ana de la Rosa para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 11

Yeikol negó con la cabeza, se levantó, se sirvió un trago de whisky, y se lo tomó de un sorbo. “¿Acaso eso no es lo que hace su esposo con ella?”— se preguntó el hombre.

Muriel notó la reacción de Yeikol, al escuchar lo que ella dijo, y continuó aclarando sus dudas.— Cláusula número 4.

— Mi jefe odia cuando una mujer llora en su presencia.

— Bien, la número 5.

— No puede pronunciar palabras de esas que dicen las mujeres en la intimidad. Tales como son, dame, duro, más, sigue, Papi, cógeme, soy tuya, que rico, sí, no pares, entre otras.

Muriel sonrió levemente con cierto sarcasmo.— ¿Qué mujer, en su sano juicio, puede expresar una de esas palabras, sintiendo dolor? Pero bueno, parece que al amo, no le gusta la hipocresía.— dijo la mujer.

Yeikol no dejaba de mirar a Muriel, era obvio que aceptó ser su sumisa por obligación, y eso lo excitaba aún más. La sola idea de obligarla a someterse a su voluntad, le provocaba morbo.

La mujer continuó leyendo el contrato. Tenía derecho a pedir lo que ella quisiera, siempre y cuando no involucrara al contratante. Tenía que ser revisada por una ginecología, y realizarse varios análisis médicos. Si resulta con una enfermedad contagiosa, se cancela el contrato. Si estaba embarazada, se cancela el contrato.

La mitad del dinero será entregado al firmar el contrato, la otra parte al finalizar el acuerdo.

Debería pagar el doble de la cantidad de dinero otorgado, más diez años de prisión, por incumplimiento del contrato.

El contratante se reunirá con la contratada, una o dos veces al mes, por un periodo de un año.

Ella terminó de leer detenidamente cada letra. Después de analizar y cerciorarse de que todo estuviese en orden, que no estaba vendiendo un órgano, firmó el contrato. Miró a Yeikol, después a Alfred. Su mirada expresaba disgusto, desilusión, e impotencia.

— Señora, Brown, me encargaré de su cita médica con la ginecóloga.— dijo Alfred.

— Señor, Alfred… Podría dejar de llamarme señora Brown. Cuando lo haces, me recuerdas que soy una mujer casada.

— Señora, Muriel, ¿A qué cuenta le deposito el dinero?— preguntó Alfred.

— ¿Podría esperar a que resuelva un pequeño problema, antes de darle el número de cuenta?

— Por supuesto.

Yeikol, por una razón desconocida, no pronunció palabra alguna. Se limitó a escuchar a su asistente, llegar a un acuerdo con la mujer. No obstante, no se perdió ni un solo gesto de Muriel.

Después de su pequeña reunión de trabajo, ella se retiró del lugar.

El asistente estaba preocupado. Su jefe era un hombre con voz propia, autoritario, demandante, meticuloso, y frente a esa mujer, se mostraba sosegado.

— Mi señor, ¿le ocurre algo? — preguntó Alfred, ya en el auto.

— Ella ama a su esposo. ¿Crees que estoy haciendo lo correcto?

— La verdad… No, mi señor. Con esa mujer no será como con las demás. Ella lo hace por obligación, las demás lo hacen por ambición. Todavía se puede arrepentir.

Yeikol exhaló profundamente, su ego y su soberbia eran más fuertes que su razonamiento. El deseo de poseer a esa mujer podía más que su entendimiento.

— Mi señor, ¿podría pasar con ella como con las demás?— preguntó Alfred.

— Imposible. Tú mismo lo acaba de decir, ella no es como las demás.

Dos días después. Noah fue dado de alta, y su esposa pagó la fianza para que no volverá a la cárcel.

Muriel se presentó a trabajar, ya que tenía varios días de permiso. Sus compañeras la recibieron emocionadas, tenían deseos de verla.

— Te extrañamos mucho.— dijo Carlota.

— La verdad, tu dulzura, tu fe, y tu angelical presencia adornan este lugar. Puesto a que aquí solo estamos puras pecadoras.— comentó Sofía.

— Gracias, son muy amables.— dijo Muriel y sonrió cabizbaja, ella ya pertenecía a ese grupo de pecaminosas, y dejó la relación.

Más tarde. Las mujeres estaban concentradas en su trabajo. El ascensor se abrió y un exquisito perfume invadió todo el espacio. Escucharon al encargado de la seguridad decir, “Bienvenidos, señores Richardson”. Todas miraron a esa dirección y sostuvieron las miradas por varios segundos. Incluso Muriel, observó a esos hombres, y por primera vez, se inmutó con tales presencias.

Yeikol lucia sumamente elegante, al igual que Alfred. El jefe, como siempre, saludó a sus empleadas y siguió a su oficina.

Minutos más tarde, Muriel recibió una llamada de Alfred. Ella se levantó y se dirigió al baño, ahí contestó. Tenía que ir al consultorio de la ginecóloga para el chequeo médico.

“Señor, Alfred, no puedo presentarme a la oficina del señor Pedro, y pedir un permiso, así como así. Acabo de regresar después de unos días fuera”.— le contestó ella ante la proposición de ir al hospital.

Alfred, por orden de Yeikol, tenía todo planeado. Le explicó a Muriel y ella puso en marcha el plan.

Volvió a su lugar de trabajo, recogió su bolso y apagó su computador. — Tengo una emergencia en casa, voy a la oficina del director. — les dijo a las demás.

Nerviosa, sacudió los dedos tratando de relajarse, y se animó a tocar la puerta de la oficina del señor Pedro. Él le cedió el paso. Ella le explicó el motivo por el cual se presentó ante él. Tenía que llevar a su esposo al hospital, y procedió a contarle que todos los meses durante un tiempo, requería de uno o dos permisos para llevar a su concubino a terapia.

El señor Pedro se mostraba reacio antes tal petición.

Alguien tocó la puerta de dicho sitio, y entró sin esperar autorización.

— Pedro, no sabía que estabas ocupado.— dijo Yeikol. Terminó de entrar, y se paró a un lado con las manos en los bolsillos.

Pedro se puso de pie.— Señor, estaba terminando de hablar con la señora, para ir a su oficina.

Autora: Queridas lecturas, espero su apoyo. Para ustedes un “me gusta” no es nada, para la historia es muy importante. Si te gusta la novela, házmelo saber, por favor.

1
Paula Merdech
la tipa que escribió eso es una nula que no entiende que es una novela espero la bloquee autora y deje de leer esta novela si tanto le disgusta
Flora Lopez
Excelente
Tulia Lozano Alvira
me hubiera gustado que hubiera un final mejor donde ella tuviera más hijos ..pero ese final me dejó sin palabras
Dy San
Excelente
Luz Maria Aucapoma Martinez
muy hermosa tu novela ☺️ me gusta
Luz Maria Aucapoma Martinez
Excelente
Luz Maria Aucapoma Martinez
eso está embarazada qué pasará?
Katia Josefina Morillo Jaime
Muy malo
MINNY@24💕
🙄🤦🏻‍♀️🤦🏻‍♀️
MINNY@24💕
hay no enserió si ya sabe quien es que es lo que querrá 🤔
Pamela PM
Me gustó la narrativa, buenos personajes y historia...
Carmen Morris
hay es triste 😞
Carmen Morris
yo sospeché que está embarazada
MINNY@24💕
hayy parece que habrá bebe no se cuidaron 🫣🫣🫣
MINNY@24💕
😲🤯😱😱😱 ahhhhhh
MINNY@24💕
la única diferencia mi querida Muriel es que el te trata con más delicadeza que el desgraciado de tu marido con el sientes más que con tu marido esa es la pequeña diferencia ,, así o te explicamos con manzanas🤷🏻‍♀️😉
MINNY@24💕
siiiii Muriel te estabas tardando ahora sacamos de tu casa
Carmen Morris
Malo
Carmen Morris
estoy intrigada en cada lectura veo cosas diferentes pero me gusta
MINNY@24💕
hay nooooo será que le.dijo Muriel dios que angustia
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