Diana es una mujer de personalidad tranquila y muy trabajadora, pero es alguien solitaria, tiene muchas deficiencias. Hasta que tuvo un accidente.
Su esposo es el protagonista principal de su libro favorito, y ella ¡Es la villana que muere sola al final! Pero, espera ¡Este marido es tan lindo que quiere quedárselo!
¡Qué se pierda la protagonista principal, este esposo solo puede pertenecerle a ella!
No importa si todos la odian, el protagonista masculino nunca lo hará. Pero entre cambios tan inmensos ¿Qué tan fácil es saber sí su amor por él es sincero?
¡Es tan complicado!
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Talvez sea algo bueno.
Al llegar al comedor, la chica vio varios platos de desayuno acomodados cuidadosamente sobre la mesa, eran dos pares del mismo tipo, todos y cada uno de ellos se veían deliciosos.
Se notaba a leguas que era para dos personas.
-¿No comerás?- Una voz fría vino desde atrás, sorprendiendo un poco a Diana, ella se dio la vuelta, encontrándose con la mirada sería e indiferente de su esposo.
-Pensé que habías ido a trabajar.- Expreso la joven con calma, usando un tono gentil en su voz, aunque no había sonrisa en su rostro, sus ojos eran cálidos.
-Es fin de semana.- Fue lo único que dijo el joven antes de empujar su silla de ruedas hacia su lugar de siempre.
La expresión de Diana se iluminó un poco, él no la ignoraba como lo hacía antes con la protagonista secundaria luego del accidente, su corazón se llenó de felicidad al pensar en eso.
Al menos quedó en una muy buena línea de la historia.
La chica se sentó delante de Diego, ladeo la cabeza y soltó un pequeño suspiro, haciendo que su esposo la mirara -¿Mmm?- Pregunto con simpleza el tipo.
Diana lo miró, encontrándose con esos hermosos ojos negros de zorro, de hecho, antes le gustaba leer libros de fantasía donde los protagonistas fuesen Zorros místicos, era por ello que no podía evitar pensar en eso cada vez que veía los ojos de Diego.
-¿Alguna vez me he dado el tiempo de mirarte de cerca?- Le preguntó Diana con mucha seriedad -Porqué creo que esta es la primera vez que me siento en una mesa contigo.- Expresó, como si se respondiera a sí misma.
-No.- Respondió Diego, de hecho, era cierto, nunca habían comido juntos. En palabras de Diana, nunca comería con un inválido como él.
Al pensar en eso, su rostro se oscureció y comenzó a comer en silencio.
-Fui estúpida, teniendo un esposo tan guapo, el apetito aumenta, talvez por eso estoy tan flaca.- Murmuró Diana en voz baja, aún así, Diego logró escucharla a la perfección gracias a su buena audición.
Sus orejas se pusieron rojas al escuchar el tono tan sincero de la joven, por alguna razón, no se atrevió a levantar la cabeza para mirarla.
Pudo notar el cambio de su esposa, pero no dijo nada al respecto porqué no le molestaba del todo. Talvez el hecho de que haya perdido parte de su memoria era algo bueno.
Diana comía mientras lo miraba, como si cumpliera las palabras que había dicho, e increíblemente, se comió todo lo que tenía en sus platos. Suspirando con satisfacción al terminar, apoyo su mejilla en su mano y miró a Diego, quién estaba a punto de terminar de comer.
De hecho, Diego no logró comer bien, pues tener la mirada de la joven todo el tiempo sobre él le incomodaba, al final, no logró terminar el desayuno.
-¿Tienes planes para hoy?- Le pregunto Diana de repente, con una expresión muy tranquila en su rostro, fue hasta entonces que él la miró.
Viendo los ojos expectantes de la joven, sus cejas se arrugaron.
-No.- Fue lo que respondió.
-Salgamos un rato, quiero comprar algunas cosas ¿Te animas?- Pregunto la joven con expectativas, mirándolo con la cabeza ladeada, como un cachorro que espera atentamente su paseo matutino.
Fue hasta entonces que Diego notó algo, no había visto sonreír a su esposa desde que llegó ayer. Además de la sonrisa de satisfacción que vio cuando dormía, no había sonrisa de desprecio o de burla, tampoco sonrisas de enojo o de odio.
¿Talvez hasta olvido que el encantaba sonreír para molestarlo? Pensando en esto y en lo que dijeron sus abuelos, asintió con indiferencia. No pronuncio palabra.
Diana aplaudió y se puso de pie, camino alrededor de la mesa y se colocó detrás de la silla de Diego, empujándolo hacia la puerta de la Mansión.
Sorprendentemente, la joven realmente lo sacó de la Mansión, cosa que nunca antes había hecho.
Al ver que iban a salir, el mayordomo Qiao se apresuró a buscar el coche que normalmente era usado por Diego, luego le ayudó a subir en él.
Diana indicó el lugar al que querían ir, cuando el coche se puso en marcha, cerró los ojos y se quedó en silencio, ninguno de los dos habló. Pero misteriosamente, el ambiente no era incómodo, sino más bien tranquilo y armonioso.
El Mayordomo Qiao no pudo evitar mirarlos de vez en cuando, era la primera vez en un año que no escuchaba discusiones, malas palabras, odiosidades y desprecios por parte de Diana.
La chica parecía una mujer completamente diferente "Talvez la perdida de memoria sea una buena oportunidad para el Joven Maestro y la Señora." Pensó animado el hombre de mediana edad.
Seria bueno que no recuperará la memoria en varios meses.
Al cabo de media hora, llegaron al lugar designado, era un restaurante de alta gama ubicado en una zona rústica de la ciudad. El restaurante es una torre gigantesca con impresionantes vistas al mar.
Su posición era hermosa y sus vistas también.
Diego salió por su propia cuenta, utilizando una rampa automática que venía insertada en el coche, aún así, por temor a que se cayera, Diana le sostuvo la silla desde atrás.
Al estar ya seguro, lo empujó con suavidad, por alguna razón, la expresión en el rostro de Diana estaba llena de dignidad, como si empujara la cosa más valiosa del mundo.
Viendo eso, el Mayordomo Qiao sacó su móvil y les tomó varias fotografías antes de enviárselas al Patriarca Shang.
Diana ingresó al restaurante con Diego, ambos fueron atendidos en la recepción, una dama de hermosa figura y sonrisa encantadora les dio la bienvenida.
-Sean bienvenidos, permítanme llevarles a una sola.- Dijo la mujer con una reverencia, pues viendo las ropas de ambos, supo que no eran personas a las cuales pidiese ofender.
-No hace falta, hice una reservación en el último piso a nombre de Diana Sheng.- La voz de Diana era clara y elegante, con los años, había aprendido a tratar con los clientes de alta gama y por obligación conocía la etiqueta.
-Diana ¿Diana Shang?¿Eres la cantante conocida como la Señorita Romance?- Los ojos de la mujer se iluminaron al escuchar el nombre de la joven.
Casi derramo lágrimas de felicidad.
aora biene lo buena para esa jente mala