¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Despertar a la realidad
Amanecía. El cielo anunciaba un día luminoso y cálido. El Hospital General "Dr. Aurelio Valdivieso", seguía sus rutinas y protocolos al ritmo del tiempo. En su interior se encontraba cierta habitación con dos camas individuales y un baño compartido. No era nada extraordinario. La típica habitación semiprivada que se puede encontrar en cualquier sitio de este tipo. Allí estaba la consabida unidad para el paciente, las tomas de corriente, con su iluminación tanto ambiental como de lectura, las salidas de gases, los soportes para monitores, los rieles para el uso de equipo perimetral y el timbre. Todo tan normal, excepto por un detalle. Lo inusual allí, era su paciente.
El Doctor Alberto Miranda, observaba a la joven dormida, mientras leía el reporte clínico del equipo de trauma que atendió a su ahora paciente. Allí se decía que la joven no presentaba ninguna fractura, ni lesiones físicas que pudieran poner su vida en riesgo inmediato. No obstante se había pedido sus servicios como psiquiatra. Volvió a releer la tablilla.
Hospital General "Dr. Aurelio Valdivieso"
Historial
DIAGNÓSTICO MÉDICO
Fecha 20- 04-25
Nombre del Paciente: Dalia Víamonte Castillo.
Fecha de nacimiento: 20 de mayo de 2002
Edad: 23 años
Sexo: Femenina
Diagnóstico: Trastorno post traumático (Psiquiatría)
Sintomas:
Signos de trauma mental después de un accidente. Presenta desconexión con la familia. Dificultad para concentrarse. Hipervigilancia es fácilmente sorprendida. Experimenta una sensación alterada de la realidad, viendo el mundo de forma irreal o como en un sueño. Pérdida de memoria por el accidente. Pérdida de la identidad personal.
Entrevista clínica:
Dalia Víamonte Castillo reveló no saber dónde se encontraba, ni saber qué le sucedió y afirma ser Soledad del Alba, la hija de un Marqués del Reino de Castela.
Examen físico:
El examen físico reveló que Dalia Víamonte Castillo no presenta lesiones de consideración. Tiene una temperatura normal de 36 grados, coloración de mucosa adecuada, aunque presenta signos de deshidratación. Pulso constante, Tensión Arterial 110/60. Análisis complementarios: en parámetros normales.
Pruebas de imagen:
La radiografía de Dalia Viamonte Castillo reveló que no presenta traumatismos óseos.
Entrevista a familiares:
Según entrevista a la madre de Dalia Víamonte Castillo, esta refiere que su hija no la reconoce y asegura ser otra persona llamada Soledad del Alba. Su progenitora está preocupada porque ese es el nombre de un personaje de la novela en línea romántica, "Eres solo mía", que a su hija le gustó mucho. La madre explica que ella fue quien le recomendó la obra.
Diagnóstico:
El diagnóstico de Dalia Víamonte Castillo es, posible PTSD (trastorno depresivo mayor), trastorno de ansiedad generalizado o culpa del sobreviviente. Para confirmación se sugiere evaluar por psiquiatría.
Tratamiento:
Reservado hasta evaluación psiquiátrica.
Alberto suspiró, era tan común en su profesión tratar a este tipo de pacientes. Ante una situación límite, el cerebro obra de maneras muy creativas para lidiar con la realidad y el horror de lo vivido. Mientras esperaba porque la joven despertara una enfermera entró y le entregó una carpeta gruesa.
- Aquí tiene Doctor Miranda.- luego bromeó con él.- No sabía que era usted de esos. - y se fue riéndose alegremente como mismo había llegado. Alberto suspiró, lo que hacía por sus pacientes. Abrió con decisión la carpeta. Dentro se encontraba impresa la novela romántica "Eres solo mía". Esto sonaba a romance tóxico y aburrido. No era definitivamente su tipo de literatura elegida, pero si quería ayudar a su paciente, esto era una importante pista para armar el rompecabezas. Comenzó a leer con decisión.
Sintió un cambio en la respiración de la paciente. Alzó los ojos de las páginas impresas y observó callado la reacción de la joven al despertar. Ya había comenzado a evaluarla. Apartó a un lado lo que estaba leyendo y prestó total atención. La joven se veía descolocada. Su mirada no tenía otra forma de describirla que no fuera de asombro, pero un asombro desmedido como si lo que observara fuera algo imposible. Se miraba con extrañeza la ropa, luego reparó en el suero. Se sentó en la cama y miró a todos lados.
- ¿Estoy muerta? ¿Oiga es usted Dios o el Diablo?
- Buenos días, joven. No está muerta, yo no soy Dios y tampoco el Diablo y... - ella lo había interrumpido sin contemplaciones, como la persona que está acostumbrada a dar órdenes.
- ¿Dónde estoy?
- Me llamó Alberto Miranda soy su Doctor y usted se encuentra en el Hospital General "Dr. Aurelio Valdivieso"
- No bromé, es muy joven para ser médico, mi padre no lo contrataría. El médico del marquesado es muy bueno. Es verdad que está viejo, pero no hay necesidad de prescindir de sus servicios.
Alberto se frotó las sienes, esto iba a ser un caso difícil. La joven había asumido la personalidad del personaje de ficción y estaba convencida de ello. Conciliador trató de cambiar el enfoque y le dijo.
- ¿No recuerda qué le pasó?
- Yo...- era evidente que ella estaba tratando de organizar sus ideas, pero algo no encajaba en su mente.- La verdad todo es muy confuso sabe. Yo recuerdo que estaba corriendo por los pasillos detrás de alguien, pero no podía alcanzarlo. Era algo muy importante para mí alcanzar... Ah. - la joven se sostuvo la cabeza como si le doliera. Él había visto esto, cientos de veces, sucedía cada vez que los recuerdos acudían de improviso a la mente de los pacientes. Ella lo miró con lágrimas en sus ojos y le dijo algo que no esperaba.
- Usted me ha mentido. Lo recuerdo todo. Yo estaba tratando de alcanzar a Rafael mi esposo. Habíamos discutido y me enredé con los bajos de mi vestido y rodé por las escaleras. Yo morí y no sé qué sucedió y ahora estoy en un lugar que no es ni el cielo ni el infierno. Recuerdo que pedí a Dios mientras se me iba la vida que me concediera la oportunidad de empezar de cero, pero no me refería a esto. ¿Usted va a ayudarme verdad? Todo fue culpa mía.
- Mantenga la calma, tranquila. El accidente no fue culpa suya.
- Se equivoca yo soy la culpable de todo. Usted no sabe lo que he hecho. Es imperdonable y por eso Dios me castiga ahora.
- No, eso no es cierto, Dios no la está castigado. Lo que está sintiendo es normal y está bien. Es normal después de sufrir el accidente que tuvo. Yo voy a ayudarle a retomar su vida diaria. Usted está viva, ha sobrevivido a algo terrible. Su existencia es casi un milagro, eso es señal de que Dios la ama. - como ella seguía llorando abrazándose a sí misma, él intentó desviar su atención en otra cosa
- Dalia, mire a su alrededor, es maravilloso que esté viva. Mire a través de la ventana lo bonito que está el día.- ella no parecía escucharle, seguía llorando en silencio. No hacía dramas, ni era violenta, no había necesidad de ponerle camisa de fuerzas, pero era desolador verla tan frágil allí en la cama del hospital, con aquella bata que fue hecha para una persona mucho más corpulenta. Él como psiquiatra sabía lo importante que era pasar este proceso acompañado de personas en las que el paciente confiara. Volvió a intentar entablar una conversación.
- ¿Quiere que venga alguien con usted?
Ella se quedó reconsiderando la oferta por unos minutos y al final le respondió.
- Traiga a Sergio es la única persona que conozco.
- Está bien, pero necesito que me indique. ¿Dónde puedo encontrar a Sergio? - él le preguntó esto pensando que acaso sería algún personaje del libro. Pero ella le contestó.
- Sergio es el chico raro que me sacó de la oscuridad y me enseñó como sacar el agua del recipiente extraño. Es la única persona que conozco en este lugar.
- ¿Está bien? Me encargo en seguida. ¿Ahora se siente mejor?
- No lo sé. Esto es algo que no puedo decirle todavía, necesito pensar. Por favor puede dejarme sola. Quisiera descansar.
Alberto la miró. Valoraba si cumplir o no la petición de la paciente. Resolvió que para ganarse su confianza era mejor ceder en esta ocasión y no llevarle la contraria.
- Bien me marcho entonces. Si necesita algo no dudes en solicitar mi presencia. Estoy aquí para usted, quiero que comprenda eso. Usted no está sola.
Ella asintió con la cabeza y mirándolo a los ojos le dijo:
- Lo tendré en cuenta, ahora por favor retírese y haga venir a Sergio desde que pueda.
Cuando el psiquiatra salió, ella se sentó en la cama como un resorte y se quitó la manta de encima. Este lugar era tan raro y ella estaba amarrada a esa especie de soga transparente que colgaba de algo -se refería al suero empleado en hidratación-. Sacó los pies de la cama con cautela. El piso era frío y asombrosamente diferente a lo que ella conocía. Aquí todo lo era. El techo estaba tan bajo y raro, las paredes eran verdes y los adornos horribles. Pensó que un loco había decorado la habitación. Había unos tubos raros, y huecos rellenos de algodón, unas cosas indescifrables y al frente un cuadro negro sin ninguna pintura. Ella se lo quedó mirando. Sí, esto era obra de un loco. ¿A quién se le ocurría hacer un cuadro negro y colgarlo de la pared? Entró la mujer de ayer. La que le decía que era su madre. ¿Sería esta loca, la dueña de este lugar? La miró con cautela. Su padre siempre le dijo que con los locos no se podía llevar la contraria, porque se volvían peligrosos. Ocultó su nerviosismo y para distraer a la mujer que la miraba raro, le dijo:
- Bonito cuadro, es una nueva tendencia, tiene usted un gusto excelente señora.
- Cariño a qué te refieres. ¿Quieres ver la tele?
Ella nerviosa por la presencia de la mujer le respondió.
- Sí, claro quiero ver la tele.
- Está bien ahora te la pongo mi niña. ¿Qué canal prefieres?
La chica pesaba ¿canal?, ¿de qué habla esta señora? Bueno mejor sigamos la corriente.
- ¿Por qué mejor no elige usted el canal?
- Bien te pongo el canal de las pelis, hoy anunciaron unas de terror de esas que tanto te gustan. - la mujer cogió un objeto rectangular de color negro y apuntó hacia el cuadro negro y Oh! Maravilla. ¿Aquello era magia? Ella abrió la boca asombrada.
- Quiero ese cuadro. ¿Cuánto cuesta? ¿Dónde consigo uno? Eso es extraordinario y hay gente dentro. ¿Cómo se metieron ahí dentro? ¿Usted lo sabe señora maga?
La madre se quedó de piedra. Depositó despacio el control remoto sobre la mesa y tocó la frente de su hija. Se dio media vuelta y se asomó al pasillo gritando.
- Enfermera corra. A mi hija le pasa algo.
La muchacha no le prestaba atención, se había quedado absorta contemplando aquel cuadro increíble.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?