Matrimonio Imperfecto

Agosto

Pasé la noche tomando Vodka con mi amigo Gabriel. Era difícil para mí soportar la condición impuesta por mi padre.

Después de la bebida llegué a acostarme con algunas mujeres muy buenas para ver si conseguía desestresarme. Ni siquiera soy gay, ¿de dónde voy a sacar ganas para explorar los horizontes de otro cuerpo masculino? En serio.

Esa es la técnica perfecta de mi padre, imponer algo que removería un montón mis principios. Él ya estaba atento sobre cuánto quería oficialmente la empresa a mi nombre, y para eso decidió inventar esta payasada ridícula. Esto es una ofensa para mí que soy hétero más que nada.

Yo sabía que iba a tener resaca al día siguiente, pero ese era el objetivo. Así tendría motivos para lidiar solo con mi dolor de cabeza, sin ver la cara de mi futuro compañero de matrimonio. Me da náuseas solo de imaginar algún día llamarlo amor. Como es un matrimonio por contrato, no será un evento muy grande.

Solamente un registro para oficializar que nos casamos. Mi padre en este momento debe estar riendo de mi cara todo contento.

— ¡Ya basta, August! — Gabriel me toma del brazo — ya bebiste demasiado.

Me estreso.

— Joder, ¿no estás viendo que necesito una distracción? No eres tú el que se va a casar al día siguiente.

— Carajo, me pones de los nervios cuando empiezas a beber sin parar, ¿eh? Voy allí y ya vuelvo.

Apenas balanceé la cabeza y volví a engancharme en la bebida. Yo hasta que soy resistente para el vodka, solo que me hacía quedar más agresivo.

Veo a Gabriel volviendo en mi dirección con una mujer bastante elegante. Vestía ropas osadas de color negro.

— ¿Te vas ahora?

Gabriel pregunta.

— Si es para acabar con la noche junto a esa mujer puedo hasta pensarlo.

— No es para pensar no carajo — Gabriel ya estaba alterado conmigo — Tú te vas junto con ella ahora. Hagan lo que quieran, solo no prendan fuego al hotel.

Confirmé a él con una mirada. Me sentí excitado, era el momento correcto de irme y pasar la noche. Pagué la cuenta y pasé mi brazo en vuelta de la cintura fina de la mujer.

Esa fue la noche que más bebí y me acosté secuencialmente, puta madre. No imaginaba que un casamiento falso pudiera trastornar tanto mi juicio.

Pasé por la farmacia para comprar algunos analgésicos, mandé a mi secretario organizar todo, pues mañana que iba a analizar. Hoy era imposible.

Dormí toda la mañana y un poco de la tarde, en seguida salí con Gabriel hasta la sastrería para elección del maldito traje.

— Parece que alguien se va a casar más rápido que yo.

Gabriel bromea con la situación.

— Solo no te quiebro aquí mismo porque estamos en un ambiente público. Pero espérame.

Él adoraba sacarme de quicio. Pero es alguien que me comprende muy bien. Me ayudó en la elección del traje y en otros preparativos.

Me quedé mirándome en el espejo dentro de mi cuarto antes de ir para la iglesia. Me veo increíblemente ridículo en el reflejo del espejo. Joder, mi padre consigue mismo desgraciar la vida de alguien.

Llegando en la iglesia, él ya estaba a mi espera para que entráramos juntos. Tragué la situación con odio puro. Todos que estaban invitados fijaron la mirada en mí, luego mi odio subió. Cerré los dientes para no cerrar el rostro.

Así que miré para el altar donde el padre ya estaba, vi al tipo con quien iba a casarme. Parecía feliz, al contrario de mí. Seguí los eventos del casamiento, pero a la hora del beso no tuvo quien hiciera yo besarlo. Era imposible para mí. Leyendo la expresión de él, parecía querer que aconteciera.

Finalmente el sofoco de ese casamiento pasó, después de quedar un tiempo en la eventual conmemoración en que dialogué con los padres de él, mencioné estar cansado y que quería ir luego para casa. Para mi sorpresa el padre de él dijo:

— Será bueno ustedes descansaren y aprovechen un poco, la casa de ustedes ya está disponible. Mi hijo sabe la dirección.

Él sonrió, mientras yo no estaba hallando un ápice de gracia.

— Excelente. ¿Entonces vamos para nuestra casa, Gael?

Extiendo mi mano para él. Yo tenía que mantener la superficialidad delante de sus padres. En algunos momentos que estaba apenas nosotros dos lo ignoré, ya dejando claro que ni quería prosa. Que estábamos casados apenas por negocios, tanto que él afirmó haber comprendido.

Después de dar una breve despedida a todos los invitados por mera formalidad, acompañé Gael hasta el carro. La gente tendría que salir juntos, no cada uno en sus carros separadamente.

Un clima tenso surgió, el silencio reinó dentro de su carro.

— Y entonces, ¿somos casados ahora, eh?

Él intenta quebrar la tensión.

— Estás cierto, pero voy a ser claro. No pienses que seremos uno de aquellos casales apasionados que duermen juntos. Eso es apenas un contrato.

Volvió a concentrarse en la carretera pareciendo decepcionado.

— Entiendo. Pero podemos al menos conversar un poco, no es como si yo fuera un total extraño para ti ahora.

Lo encaré de foma bien seria.

— Tú no entendiste una cosa. Continuaremos siendo extraños, no me hagas repetir. Intenta al máximo no me hacer perder la paciencia contigo. Como yo dije, estamos casados por causa de nuestros padres.

Gael hizo mención de que había comprendido. Durante el percurso no dijo más ninguna palabra. Era bien mejor así.

Mismo siendo ya un poco tarde de la noche, establecí algunas reglas. Como la casa fue cedida por el padre de él, con el mero respeto opté en quedar con el cuarto de huéspedes y él en el cuarto principal.

— ¿Será que puedo hablarte algo?

Escucho su voz medio ronca, pareciendo un poco nervioso sobre lo que iba a hablar en el momento siguiente.

— Diga.

— Solo quería decir que intentaré al máximo hacer ese casamiento dar cierto.

Acabé riendo con cierta ironía.

— Tú que sabes, por mí no hablamos siquiera una letra uno con el otro.

Tras decir mis últimas palabras, fui directo al cuarto de huéspedes. La única cosa que yo espero es que él no haga nada a punto de sacarme de quicio.