Elise, una joven de la nobleza rica, vive atada a las estrictas reglas de su familia. Para obtener su herencia, debe casarse y tener un hijo lo antes posible.
Pero Elise se niega. Para ella, el matrimonio es una prisión, y quiere tener un hijo sin someterse a un esposo impuesto.
Su decisión audaz la lleva al extranjero, a un laboratorio famoso que ofrece un programa de fecundación in vitro. Todo parecía ir según lo planeado… hasta que ocurre un error fatal.
El embrión implantado no pertenece a un donante anónimo, sino a Diego Frederick, el mafioso más poderoso y despiadado de Italia.
Cuando Diego descubre que su semilla ha sido robada y está creciendo en el cuerpo de una mujer misteriosa, su ira estalla. Para él, nadie puede tocar ni reclamar lo que es suyo.
¿Logrará Elise escapar? ¿Y conseguirá Diego encontrar a la mujer que se llevó su heredero?
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Capítulo 15
"¡No digas tonterías! ¡Él no es mi hijo!" La voz de Diego resonó en el salón principal de su enorme mansión.
Al instante, los sirvientes y guardaespaldas que estaban formados se quedaron congelados en su lugar. Nadie se atrevía a mirar a su amo.
Alex ya estaba sentado en el sofá de la sala de estar, observando los alrededores con rostro inexpresivo.
Mientras tanto, Elise seguía parada en la puerta con Diego de pie a su lado.
"A partir de ahora, vivirán en esta casa como mis invitados. Trátenlos bien. Que nadie se atreva a hacer algo extraño", dijo Diego con frialdad, pero lo suficiente para que todos inclinaran la cabeza con respeto.
"Sí, señor", respondieron al unísono.
Diego luego agarró la muñeca de Elise. "Ven conmigo. ¡Vamos a la habitación!"
"¿Habitación? ¿Para qué?", preguntó Elise confundida. ¿Por qué Diego la llevaba a la habitación a estas horas del día?
"¡Tsk! Elimina esos pensamientos sucios". Diego le dio un golpecito en la frente a Elise, haciendo que la mujer con un lunar en la mejilla hiciera una mueca.
Elise miró a Alex de reojo, asegurándose de que su hijo estuviera bien antes de seguir los pasos de Diego hacia el piso de arriba.
Mientras tanto, Jimmy se acercó a Alex.
"¡Vamos, chico!", lo invitó con calma.
Alex lo miró con recelo. "¿A dónde me vas a llevar?"
"Por supuesto, a tu habitación".
Jimmy caminó primero, pero el chico aún no se había movido. "¡Date prisa, qué esperas!"
Alex se levantó.
"¿No voy a estar en la misma habitación que mamá?", preguntó Alex en tono inexpresivo.
"No. A partir de ahora, tu madre se encargará de todas las necesidades de Sir Diego", respondió Jimmy sin pensarlo mucho.
Alex se detuvo de inmediato. Miró a Jimmy con dureza, su rostro infantil parecía molesto.
"¡No!", exclamó.
Jimmy también se detuvo y se dio la vuelta. "¿Qué dijiste?"
"¡Mamá es mía! ¡No quiero compartir a mamá con el tío Diego!", dijo Alex, haciendo que Jimmy casi se echara a reír.
"Qué gracioso este chico", murmuró Jimmy, conteniendo una sonrisa.
Luego, Jimmy se inclinó, tomó a Alex por los hombros y lo miró con rostro serio.
"Escucha, chico. Sir Diego ya pagó caro para asegurarse de que tu madre lo cuide bien. Así que, a partir de ahora, tienes que poder compartir", dijo Jimmy.
Alex resopló con irritación. "De todas formas, no quiero…"
Antes de que Alex pudiera terminar su frase, Jimmy lo levantó en brazos sin más.
"¡Bájame, viejo!", gritó Alex mientras pateaba en el aire.
"Cállate, o te tiro desde el segundo piso", respondió Jimmy con frialdad.
Alex finalmente se rindió. Puso los ojos en blanco con pereza.
"Viejo mandón", murmuró en voz baja, haciendo que Jimmy casi se riera, pero se contuvo.
Finalmente llegaron a la habitación que se había preparado. La habitación era amplia, con grandes ventanas y una cama suave.
Alex miró a su alrededor con calma, tratando de analizar cada rincón.
"Esta es tu habitación. Hay un baño adentro y la comida se entregará a cada hora de comida", explicó Jimmy brevemente.
Alex asintió y luego preguntó en voz baja: "¿Dónde está mamá?"
"Tu mamá está en el piso de arriba, en la habitación de Sir Diego", respondió Jimmy.
Alex solo miró hacia adelante. Su expresión era difícil de descifrar. Pero detrás de sus ojos azules, había algo que comenzaba a funcionar, su mente.
Mientras tanto, arriba, Diego y Elise entraron en una gran habitación de estilo clásico.
Elise se paró en el umbral de la puerta, reacia a dar un paso más.
"¡Entra!"
"No merezco estar aquí, señor", dijo Elise en voz baja pero firme.
Diego la miró de reojo, luego caminó hacia el escritorio y se quitó el saco.
"No tienes opción. Me debes un favor. Así que, considéralo tu forma de pagar la deuda", dijo Diego.
Elise se mordió el labio inferior, conteniendo la ira. "Me encargaré de todas sus necesidades, pero nunca me trate como un objeto".
Diego se dio la vuelta, mirando a la mujer en silencio. Su mirada era tan aguda y difícil de leer.
"No me interesan las mujeres casadas. Solo quiero asegurarme de que te quedes bajo mi supervisión. ¡Eso es todo!"
"Si no está interesado, ¿por qué me trajo aquí y me pidió que durmiera con usted?"
"Eres una excepción", respondió Diego con calma.
Elise apretó ambos puños con fuerza. Elise quería resistirse, pero ¿qué podía hacer ahora?
"Esta es la razón por la que elegí no casarme y tener un hijo fuera del matrimonio. Todos los hombres son mandones. Siempre hacen lo que quieren con las mujeres", dijo Elise para sí misma.
En realidad, Elise era hermosa, incluso muy hermosa. Su única deficiencia era que Elise no sabía cocinar.
Muchos hombres nobles la perseguían. Solo que Elise se negó porque no quería tener ningún vínculo con ningún hombre.
Incluso, cuando los padres de Elise la emparejaron con un hombre que tenía el estatus de príncipe del reino inglés, Elise se negó rotundamente.
Ese hombre era su ex novio que se casó con su mejor amiga. Tenía una hija y ahora tenía el estatus de viudo.
"Por qué estoy recordando a ese idiota", murmuró Elise con irritación.
