Simoné es una chica de 25 años que lucha por obtener siempre lo que le gusta. Nada la detendrá por lograr sus objetivos, aunque tenga que luchar con su propia... ¡madre!
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La Nancy
Nancy se metió a la oficina donde estaba Simoné, llegó tan temprano que nadie se dio cuenta de eso.
Abrió la computadora...
En ella estaban todos los datos que Simoné había sacado el día anterior, que debían entregarse a más tardar a las 3 de la tarde de ese mismo día.
"Con un solo botón, todos estos datos se perderán", pensó Nancy, con una sonrisa diabólica en sus labios.
Del dicho pasó a la acción... ¡Clic! "Listo. Ahora sí se las verá negras con el jefe". Yo ya tengo todo lo necesario para poder resolver este problema, de seguro le quitaré el puesto a esa loca.
Más tarde... René mandó llamar a Simoné a su oficina.
Dígame, jefe.
¿Ya tienes el reporte de los acreedores?, de esos reportes depende que nos vaya mejor en nuestra empresa.
Sí señor, enseguida se la paso por el correo.
Apúrate, ya no tenemos mucho tiempo que digamos. Los accionistas ya no tardan en llegar.
Sí, señor, en el acto.
Simoné era la gerente general, pero aún así tenía que rendir cuentas a René. La empresa marchaba bien gracias a la eficacia de Simoné.
Ella no se podía dar el lujo de que las cosas marcharan mal. Por eso le echaba muchas ganas a su trabajo.
A checar su computadora vio con sorpresa que todos los datos que tenía guardados ahí habían sido borrados en su totalidad.
Dios mío, ¿qué pasó aquí?, se preguntaba.
Hola, Simoné, ¿hablas sola?
Nancy, no tengo tiempo para atenderte estoy muy apurada.
Bueno, tal vez te puedo ayudar.
¿Qué te sucede?, dijo Nancy con una inocencia tal que Simoné cayó en la trampa.
Se me borraron todos los datos de la computadora y necesito ese balance urgentemente, ya no tardan de llegar los accionistas y necesitamos esos papeles.
¿Se te olvida que tú me mandaste una copia de esos papeles para que los engargolara e hiciera varios juegos con ellos?, dijo Nancy mirando hacia arriba como si no le diera demasiada importancia.
Nancy, me has salvado la vida, ¿y dónde están?
Nancy sacó varios juegos y se los enseñó, Pero antes de que Nancy los tomara, los hizo a un lado, diciéndole: no tan rápido, muñeca, necesito otro favor a cambio.
Está bien, ¿qué es lo que quieres?, pero rápido porque urgen esos papeles, dijo Simoné, apremiándola.
Quiero que me subas de puesto, porque aquí donde estoy no voy a progresar nada.
Está bien déjame ver dónde te puedo acomodar, pero por ahora dame los papeles porque los necesito muchísimo.
Está bien, pero si me haces una trastada te juro que te vas a arrepentir.
Claro que no, yo soy de palabra.
Simoné tomó las carpetas y entró al salón donde ya estaban reunidos los accionistas.
La junta se realizó sin ningún contratiempo.
Al día siguiente, Simoné ya le tenía su puesto a Nancy.
Serás la jefa de relaciones humanas, ¿te parece bien?
Ay, por supuesto que sí, muchas gracias.
Bueno, pues ya vete, porque hay muchas cosas que hacer aún.
El día transcurría sin mayor incidente, pero de pronto una llamada la sacó de sus ocupaciones.
Señorita Simoné, le habla su mamá por la línea 4.
Gracias Paty. (Paty era su asistente personal).
¿Mamá, qué pasa?
Hija, te hablo del hospital, tu padre tuvo un infarto, necesito que te vengas inmediatamente.
En este mismo momento salgo para allá, mamá no te preocupes.
Nancy, ¿puedes hacerme el favor de cubrirme?, necesito ir al hospital, mi papá sufrió un infarto.
Claro que sí, no te preocupes por nada yo me haré cargo.
Ella, a su vez dejó encargada a su asistente, cualquier duda me consultas, ¿está bien?
Nancy se sentía como transportada al cielo en ese puesto de Simoné.
"¿A poco no me veo mejor que ella en este puesto?".
Señorita Simoné, venga a mi oficina, por favor, le dijo René a través del conmutador que tenía en su oficina.
Nancy, ni tarda ni perezosa se presentó al lado de René.
Dígame, señor
¡Hey! ¿Dónde está Simoné?
Tuvo que salir con urgencia.
Está bien, regrese a su puesto.
Nancy, lejos de trabajar se la pasaba mandando mensajes a todos sus amigos.
Ese día había estado muy tranquilo.
Como Nancy ya conocía todo el manejo de lo que hacía Simoné no le fue difícil ponerse al corriente. Quería hacer méritos a ver si René le quitaba el puesto a Simoné y se lo daba a ella.
No perdía para nada la oportunidad de cumplir su sueño.
Jefe, ¿necesita que le traiga café?
Sí, por favor, me siento muy cansado.
Nancy fue por el café y se lo puso en su escritorio, después, ella, muy sutil le aflojó la corbata.
René no opuso resistencia. Se dejó mimar por esta mujer, aunque no era tan atractiva como Simoné por lo menos tenía lo suyo.
Nancy, muy sutilmente había llegado al lugar donde quería.
Se metió con él al pequeño privado que tenía en su oficina y pasó lo que tenía que pasar.
Nancy lo transportó al cielo con sus besos y caricias que le gustaron bastante. René le correspondió en todo su esplendor.
Cuando la pasión hubo terminado él le dijo: esto no debió haber pasado. Espero que no lo comentes con nadie más. Ni siquiera con Simoné.
No te preocupes, nadie lo sabrá. Pero prométeme que seguiremos viéndonos así a escondidas.
Está bien, pero no quiero que esto se sepa.
Nadie lo sabrá, pero, ¿qué tal si repetimos?, y diciendo esto se le lanzó a los brazos, buscando sus labios desesperadamente.
Él la tomó en sus brazos y la llevó a su pequeño privado de nuevo.
Ahí la despojó de su ropa, ya que ella se había vestido.
La besó apasionadamente por todo su cuerpo.
Ella se dejaba querer y solamente se arqueaba llena de placer.
Los labios de él le quemaban todo el cuerpo.
A su vez ella hacía lo propio.
Parecía que no habían tenido sexo en mucho tiempo.
De pronto René se levantó y le dijo a Nancy:
Ya, vete a tu lugar de trabajo, tengo que terminar algunos asuntos.
Nancy se vistió rápidamente y se acomodó la ropa, salió del despacho.
En su cara se notaba su triunfo.
"Lo demás será más fácil", se dijo. "Esto es pan comido"...