El clan de brujas Lanira suele vivir en la clandestinidad, las reglas de su clan son claras, no busques más de lo que necesitas o puedes llamar la atención de un dragón.
Aisha miembro de este clan estaba por terminar su año en solitario y sus practicas profesionales cuando desapareció del radar, el clan ha implorado saber, pero hay un poder muy grande que la retiene y la oculta de su familia.
Dos años después ella regresa herida y sin memoria de lo que le ocurrió durante su ausencia y con la cría de un dragón creciendo dentro de ella...
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Por fin en casa.
La familia de Aisha fue notificada de inmediato, su hermano Woden, un joven abogado de a penas veintidós años y uno de sus trillizos, junto con Boreas, inmediatamente solicitó la confidencialidad del caso. El estado en el que la habían encontrado indicaba que aún podría estar en peligro, los grupos criminales a veces buscaban a los sobrevivientes de los secuestros para callar a los cabos sueltos y él no correría ese riesgo con su hermanita, ya habían sufrido suficiente con su ausencia. Mientras Woden se encargaba de lo legal y de borrar cualquier rastro del caso, su madre y sus otros hermanos estaban al pendiente de la salud de su trilliza. Aisha a ratos recuperaba la conciencia, pero entraba en un estado de ansiedad que podría ser perjudicial para su estado, así que los médicos optaban por sedarla nuevamente, esperando que con el descanso su estado mental poco a poco se fuera estabilizando. Les habían informado que estaba embarazada, y por el tamaño del producto, éste tendría al rededor de 14 semanas, a la familia se le encogió el corazón de pensar lo que podía llegar a significar, hasta que llegó el tío Lugus, que con su visión logró aclarar que había cientos de hilos de amor al rededor del bebé, formando su nido, por lo que eso los tranquilizó, descartando por el momento lo peor.
Durante las dos últimas semanas toda la familia había estado rotándose en el hospital para cuidarla, al principio, cuando recién regresó, trataron de hacer un hechizo de revelación y recuerdo, para saber lo que había ocurrido. Pero obtuvieron el mismo resultado que cuando ocurrió la desaparición y trataron de hacer hechizos de rastreo, todo estaba bloqueado por la energía de un dragón, y no cualquier dragón, éste era uno muy fuerte, quizás de algún clan antiguo al que no podían identificar. El problema es que se suponía que de esos no debería haber en el país, ellos pertenecían al viejo continente y no les gustaba mucho salir de sus territorios, era por eso que su clan había migrado ahí en primer lugar, para salir del radar de esas codiciosas criaturas. Mientras Damara meditaba en la posibilidad de tener que migrar, sintió movimiento, parecía que su pequeña estaba despertando de nuevo.
— Mija, mi nenita, aquí estoy contigo— Habló con voz suave y cuidadosa, su madre, la matriarca del clan Lanira, un Clan de Brujas y Brujos muy antiguo, y orgullosos sobrevivientes de la “Santa” Inquisición, un periodo tan oscuro que su especie casi fue exterminada. Y por eso hoy en día se sabía sólo de la existencia de pocos Clanes. Y aquí estaba, agradeciendo a la Madre Diosa por el retorno de una de sus hijas, cuando muchas otras madres no podían. Los tiempos podrían haber cambiado, pero la naturaleza humana no, cada año miles de niñas desaparecían por culpa del odio y la avaricia, igual que en aquellos tiempos.
—mmmmm...— Aisha se quejaba, Damara se sintió angustiada, si comenzaba a llorar o gritar seguramente volverían a dormir a su niña, ya le había pedido a Caerus que preparara una poción para calmarla, pero estaba tardando mucho, debían ser cuidadosos por el bebé y lo preferible era no tener que usarla —Ma, me duele la cabeza— habló Aisha con voz pastosa y apagada, de los ojos de Damara comenzaron a escapar lágrimas. —Tengo sed, pero... ¿Por qué lloras?
—Es que estoy contenta de ver a mi niña despierta— al escuchar eso Aisha se sintió confundida y trató de sentarse, pero su mamá la detuvo. —Tranquila mi cielo, espera a que venga un médico, voy a llamar a tus hermanos para avisarles que ya estás despierta.
—Si llámalos, ya quiero ver a Boreas y Woden, los extrañé mucho en este año en solitario— ante sus palabras Damara se tensó por completo, no había sido un año, sus trillizos tenían tres años sin verse. Damara marcó con prisa ante la mirada expectante de su hija, y sin querer decir más, les pidió que llegaran lo antes posible, había muchas cosas que debían hablar con su hermana, y era mejor que estuvieran presentes, porque eso la haría sentir más fuerte y segura.
Boreas y Woden llegaron justo cuando terminaban de revisar a su hermana, la Doctora se mostraba seria a pesar del impacto que era estar frente a esos hombres. Cada uno por si sólo ya era llamativo, tenían un atractivo misterioso y rasgos finos, sin mencionar un excelente físico y una altura de 1.85, pero lo que los hacía resaltar aún más cuando estaban juntos era su parecido, los dos eran casi idénticos, a excepción del color de sus ojos, un rasgo en el que pocas reparaban al estar perdidas en otras partes de su anatomía. Mientras que Aisha sólo media 1.60, sin mencionar que más que un cuerpo fino y delgado que inspire protección, tenía un cuerpo atlético y curvilíneo que exudaba sensualidad y llamaba a los problemas, pero los rasgos de su rostro eran tan parecidos a los de sus hermanos, que a excepción de la ausencia de barba y el color de sus ojos, que mezclaban en ellos el verde de Boreas al centro y un cálido color miel igual al de Woden en el exterior de su iris, se podría decir que era el mismo molde.
—Les sugiero que hablen con mucho tacto con su hermana, por las preguntas que le acabo de hacer, ella no sabe que estuvo dos años sin contacto con su familia, ella refiere que lo último que recuerda es haber estado en su fiesta de despedida de la pasantía, y por lo que tengo entendido, ese día fue su último contacto con ustedes. Tampoco le he dicho de su embarazo, y por el tiempo de gestación, a pesar de la situación, no podemos hacer una interrupción. Si consideran que es necesario puedo pedir que venga una psicóloga para que los apoye en la conversación. Si todo sale bien con esto, mañana la puedo dar de alta.
Los hermanos rechazaron la ayuda psicológica por el momento, lo que más deseaban era poder llevarse a su hermanita a casa y esperaban que con su sola presencia pudieran brindarle la tranquilidad necesaria para afrontar lo que estaba pasando.
Al verlos, Aisha inmediatamente se sintió tranquila, por fin estaba completa, había compartido con ellos toda su vida, cada aspecto de ella, desde su gestación, hasta el momento en que tuvo que partir a su prueba de iniciación, pero ahora por fin podría sentirse a salvo, y aunque intuía que algo muy malo estaba pasando, si ellos estaban con ella no importaba, ya no estaba sola y era lo que contaba. Inmediatamente y sin decir nada, extendió sus brazos y sus hermanos se abalanzaron sobre ella para fundirse en un abrazo que la hizo sentir por fin en casa, mientras caían lágrimas de los ojos de sus hermanos y de ella misma.