"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
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Hacia el Templo de la Luz
El viento aullaba ferozmente mientras Lucas, Mara y Torak se adentraban más en las Montañas del Viento. Las palabras del Guardián de los Antiguos resonaban en la mente de Lucas como un eco imposible de ignorar: "Debes purificar la llave que llevas dentro de ti." Ahora entendía el peso de su destino, pero la incertidumbre sobre cómo lograrlo lo mantenía inquieto.
El camino hacia el Templo de la Luz no sería fácil. Estaba ubicado más allá de las montañas, en una zona inexplorada, y según los antiguos relatos, nadie que lo hubiera buscado había regresado para contar la historia. La nieve cubría el terreno y el frío intenso calaba hasta los huesos, pero el grupo continuaba, decidido a cumplir su misión.
—¿Cuánto más crees que falta? —preguntó Mara, envuelta en una gruesa capa, con la voz apenas audible por el viento.
Lucas miró el horizonte. Las cumbres nevadas de las montañas eran imponentes, pero más allá de ellas, en el corazón de la región inexplorada, podía sentir una energía vibrante. No estaba seguro de cuán lejos estaban, pero sabía que estaban en el camino correcto. La llave dentro de él reaccionaba cada vez con mayor intensidad a medida que se acercaban.
—Estamos cerca —respondió Lucas—. Lo siento. No puedo explicarlo, pero está allí, más allá de la próxima cresta.
Torak, que lideraba la marcha, lanzó una mirada escéptica pero no dijo nada. Aunque siempre había sido el más pragmático del grupo, confiaba en Lucas, y si su amigo decía que estaban cerca, seguiría adelante sin dudarlo.
Mientras subían una ladera empinada, una sensación inquietante comenzó a envolver a Lucas. La oscuridad dentro de él, que antes había permanecido en un segundo plano, comenzó a agitarse. Era como si algo más estuviera observándolos, algo que no quería que llegaran al Templo de la Luz.
—Cuidado —advirtió Lucas, deteniéndose abruptamente.
Mara y Torak lo miraron, alertas.
—¿Qué sucede? —preguntó Torak, colocando una mano sobre el mango de su espada.
—No estamos solos —murmuró Lucas—. Siento... algo.
El aire a su alrededor se tornó pesado. De repente, el viento dejó de soplar y el silencio reinó por unos segundos que se sintieron eternos. Lucas sintió que la sombra dentro de él palpitaba, como si reaccionara a una presencia oculta. Un susurro etéreo pareció filtrarse a través del aire, demasiado bajo para distinguir palabras, pero lo suficientemente claro como para hacer que su piel se erizara.
—¿Alguien más lo oyó? —preguntó Mara, girándose hacia Lucas y Torak.
Antes de que pudieran responder, una sombra se deslizó por la nieve frente a ellos, moviéndose con una velocidad inhumana. Torak desenvainó su espada en un instante, su mirada fija en la figura que ahora se erguía frente al grupo.
La figura, oscura y amorfa, parecía surgir de la misma niebla. Tenía una forma vagamente humana, pero sus extremidades eran alargadas y retorcidas, y su rostro carecía de rasgos. Su presencia emanaba una frialdad tan intensa que el aire alrededor de ellos pareció congelarse aún más.
—¿Qué es eso? —preguntó Mara en un susurro.
—Es la sombra —dijo Lucas, con una mezcla de miedo y reconocimiento. La oscuridad dentro de él resonaba con la presencia de la criatura—. Ha venido por mí.
La criatura no tardó en moverse. Se abalanzó hacia ellos con una rapidez sorprendente. Torak, siempre preparado para el combate, lanzó un ataque directo con su espada, pero el filo de su arma atravesó la sombra como si fuera humo. La criatura no se detuvo y, en lugar de retroceder, se dividió en múltiples formas que rodearon al grupo.
—¡No es real! —gritó Lucas, retrocediendo mientras trataba de contener el caos en su mente—. ¡Es una manifestación de la oscuridad!
Pero la criatura, o lo que fuera, era tan tangible como el frío viento que los envolvía. Lucas, sintiendo el poder de la llave dentro de él, alzó una mano y trató de invocar la energía que había utilizado antes para sellar el portal. El poder lo recorrió, pero era inestable, fluctuante, como si la oscuridad dentro de él luchara contra su control.
Mara, buscando una oportunidad, conjuró una llamarada mágica que iluminó la nieve alrededor de ellos. La luz de las llamas pareció hacer que las sombras retrocedieran, aunque solo por un momento.
—¡Lucas, haz algo! —gritó Torak, defendiéndose inútilmente contra las formas oscuras.
Lucas respiró hondo. Sabía que no podía luchar contra la sombra de la misma manera que lo había hecho contra otros enemigos. Esto era algo más profundo, más personal. La criatura no era solo una manifestación física de la oscuridad; era una parte de él. Cerró los ojos, ignorando el caos que lo rodeaba, y se concentró en el vínculo que sentía con la llave dentro de él.
La conexión entre él y la oscuridad se hizo más clara. Podía sentir cómo la sombra trataba de dominarlo, de consumirlo, pero también podía sentir que había una parte de él que podía resistir. Si la oscuridad era una parte de su ser, entonces también podía controlarla.
—¡Lucas! —gritó Mara, mientras las sombras se cernían sobre ellos.
Con un último esfuerzo, Lucas abrió los ojos y extendió sus manos hacia la sombra. En lugar de repelerla, dejó que se acercara, permitiendo que la oscuridad lo envolviera. Sintió un frío abrasador recorrer su cuerpo, pero no luchó contra él. En su lugar, aceptó la oscuridad, reconociendo su existencia dentro de él.
—Soy parte de ti —susurró, más para sí mismo que para la criatura—. Pero también soy más fuerte que tú.
Un destello de luz surgió de su pecho, la energía de la llave liberándose de su interior. La sombra se estremeció y comenzó a desintegrarse, disolviéndose en el aire. Las formas oscuras que rodeaban a Mara y Torak desaparecieron, dejando solo el eco de un viento helado que barría la nieve.
Lucas cayó de rodillas, exhausto, pero vivo. La criatura se había desvanecido, al menos por ahora.
—¿Estás bien? —preguntó Mara, corriendo hacia él.
—Sí —respondió Lucas, jadeando—. La oscuridad... aún está dentro de mí, pero creo que puedo controlarla.
Torak lo ayudó a levantarse, su expresión grave.
—No podemos bajar la guardia. Esto no ha terminado —dijo—. Si esa cosa volvió una vez, podría volver.
Lucas asintió, consciente de que Torak tenía razón. La batalla contra la oscuridad estaba lejos de haber terminado, pero por ahora, había ganado un poco de terreno. Sabía que no podía detenerse. El Templo de la Luz era su único objetivo, la única esperanza de encontrar una manera de purificar la llave y liberarse de la sombra que lo acechaba.
—Sigamos adelante —dijo Lucas, tomando aire y volviendo a caminar.
El camino hacia el templo sería largo y peligroso, pero ahora más que nunca, sabía que debía llegar antes de que fuera demasiado tarde.