— Mami, estás viva. — Sus ojos verdes igual a los míos me hacen sobre saltarme, imposible. No puede ser, esté niño es...
— Byron. — Podría reconocer esa voz en cualquier lugar. La tengo gravaba en mi memoria cómo si fuera mi maldita canción favorita.
— Papi, encontré a mamá. — Estaba a unos metros del hombre que ame por más de una década, el hombre de 1.87, cabello negro, ojos grises azulados, hombros anchos, labios sexis y rostro apuesto. El era la definición de perfección.
¿Alguna vez le han regalado flores a un hombre? Yo si. Es el que está frente a mí en éste momento.
Lo recuerdo de niño, ¿cómo no me dí cuenta antes? Quizás por qué has estado luchando por olvidar todo de el. Así que no notaste que el pequeño aquí es su viva imagen. Contestó mi voz interior.
— Aléjate de mi. — Ordene a al mocoso. Mi voz antes normal se volvió fría.
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No te arrepentirás
Tomé respiraciones aparentemente tranquilas. Mis ojos se concentraron en la mujer de ojos azules y canas blancas.
— Es tan estúpida cómo su hijo. — Ella me vió sorprendida. Por supuesto lo haría, solía ser amable con ella, no importa lo mal que me tratará, las miradas de odio que me daba, yo era buena porque pensé que un día sería mi suegra.
— ¿Cómo te...?
— Cállese. Por favor cállese. — Dije con irritación. — Su hijo no es la octava maravilla del mundo. Antes de llenarse la boca diciendo estupideces, hable con el, pregúntele cómo termine viviendo aquí. — Vi a Luke entrar, algo me impulso a hacer lo que hice. — Y para su tranquilidad, le aclaro algo. Tengo novio, y estoy perdidamente enamorada de el. — La impresión lleno tres rostros. Reí de mi azaña y subí las escaleras.
Luke.
¿Tiene novio? Su información no decía nada de eso. Debe ser reciente. O lo dijo para molestar. ¿Y a quien molestaría? Pregunto mi voz interior.
¿A quién le importaría si ella anda con uno o con cuatro? Es su vida, puede hacer lo que quiera con ella.
— Hijo. ¿Hasta cuándo vivirá esa mujer aquí?
— Hasta que Byron pueda entender lo que está pasando.
— Sácala en cuándo puedas. Entre más rápido mejor.
— Ella vive aquí prácticamente obligada. No sera un sacrificio irse de mi casa.
— No confío en ella. Yo creo que sigue enamorada de ti. Sólo está fingiendo en éste momento.
— No mamá. Estás muy equivocada. Ella no es la chica que solías conocer.
— Cambió para peor.
— Déjala tranquila. No quiero que se vaya, mi hijo la necesita.
— Haré todo por soportarla. Pero no seré amable.
— Enfrente de Byron se lo por favor. Házlo por mi hijo.
— Está bien. — Pase por la habitación de mi pequeño antes de irme a la mía. El estaba riendo a carcajadas con Lidia, los ojos de ambos tenían un brillo especial, puedo jurar qué nunca había visto ese brillo en mi hijo, se que amaba a su madre, pero nunca presencié entre ellos una escena cómo la que está teniendo con su tía.
— Mami.
— Dime.
— Te amo más que antes. — Una sonrisa tierna se formó en los labios de Lidia.
— Yo también te amo.
— ¿Más que a papá?
— Por supuesto. — No dudo un sólo segundo en confírmalo. — Mi amor por ti es así de grande. — Abrió las manos enorme.
— ¿Y por papá?
— Mmm. — Hizo gestos. — Así. — Su mano formó un diminuto espacio. Algo dolió en mi interior. Ella no estaba mintiendo. Nunca fue buena en eso. — A dormir pequeño. Mañana tengo muchas cosas que hacer con la bruja de tu abuela.
— ¿Por qué la llamas bruja?
— Es de cariño. — Se río y cubrió por completo a mi pequeño. Me aleje de la puerta al verla saliendo. Escondido detrás de la pared vi como le enviaba un beso y cerraba la puerta. Su sonrisa no desapareció de su rostro. Sus ojos seguían cálidos, ella no estaba fingiendo amor a mi hijo, ella realmente lo quiere.
Al día siguiente espere a los dos en el comedor. Pedí que prepararán las cosas que más le gustan a ella. Tal vez la odiaba por lo que quiso hacer, pero ahora mismo estaba agradecido con ella, por la forma en que trata y cuida a Byron.
— Buenos días. — Ella se sentó y me ignoró por completo.
— Buenos días. — Byron entró corriendo, me prepare para abrazarlo, pero me quedé con los brazos abiertos, el fue primero con Lidia. — Hola mami. Anoche soñé muy bonito.
— ¿Qué soñaste?
— Soñé que tenía una hermanita.
— No me digas. ¿Y como era ella?
— Se parecía a ti, y tenía los ojos de papá. — Su cara paso de alegría a desagradó. ¿en serio le daba asco imaginar una hija de nosotros? Sería hermosa si se parece a ella.
¿Pero que estoy pensando?
— Fue un hermoso sueño. Sólo eso.
— ¿Y por qué no tienes una hija con papá?
— Desayuna pequeño. Se enfría. — El vino a darme un beso y los buenos días, hasta ese momento recordó mi existencia. La cara de Lidia era un poema, uno de desamor y venganza, sus ojos cálidos pasaban a frío en fracciones de segundos, su mente era un lío, ¿el responsable? Mi hijo Por supuesto.
— Voy a la universidad. Llegaré a la hora de siempre.
— ¿Me leerás un cuento?
— Si. Pero hasta la noche.
— Ya quiero que sea de noche. — Le dió un beso en la frente y uno en cada mejilla.
— Ve al jardín de niños y has muchos dibujos hermosos.
— Haré uno de ti y papá en su boda. — De nuevo esa mirada de asco.
— Si. Lo que quieras. — Tomó las llaves de la casa y se fue.
Lidia.
Tengo que decirle a Byron la verdad, si sigue así en el futuro querrá verme embarazada de su padre, el es capaz de obligarme con tal de darle gusto a su hijo.
— Hola preciosa.
— ¿Tu otra vez?
— Estoy detrás de tus curvas, y no descansaré hasta que aceptes salir conmigo.
— Te vas a cansar mucho. — Se rio.
— Tengamos una cita, si te parezco repulsivo te dejo en paz, pero si logro sorprenderte me darás la oportunidad de una segunda cita. ¿Qué opinas?
— Bien. Pasa a esté lugar por mi.
— ¿Cambiaste de casa?
— ¿Sabías donde vivía antes? — Recibí una sonrisa cínica, me confirmó mis sospechas.
— ¿Cómo?
— Se muchas cosas de ti. — Las alarmas de nuevo se encendieron. Tenía miedo, ¿por qué sabe de mi? ¿Es mi acosador? ¿Desde cuándo le interesó? — No te preocupes. No soy un sicópata.
— Un sicópata diría eso. — Se burló.
— Pasaré por ti a las seis
— Bien. — La odiosa madre de Luke estará ahí hoy, puedo usar a Joseph para que crea mi mentira de ayer.
— No te arrepentirás. — Me abrazo de una manera que nadie había hecho. Por un momento creí sentir amor en el abrazo. — Verás que voy a conquistar tu corazón. — Besó mis labios, dejándome totalmente sorprendida. Quiso abrirse pasó con su lengua, pero no lo permití.
— No te di permiso de besarme. — El se rio.
— Muy pronto lo harás. — Aseguró.