Nadie recuerda cómo comenzó, pero en los viejos cuentos se dice que Sombravelo era un reino bañado en luz dorada, donde las estrellas brillaban en el día y la magia fluía como el agua en los ríos. Sin embargo, algo oscuro se apoderó del reino. Una sombra antigua, nacida de los miedos más profundos de la humanidad, comenzó a extenderse, transformando a sus habitantes en figuras retorcidas y grotescas. Este mal, llamado La Niebla Devora-Sueños, era invisible para el ojo humano, pero dejaba marcas en el alma.
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Capítulo 3: La Decisión del Corazón
Elías sintió el peso de la mirada de Fennel mientras se acercaba a la Fuente de los Recuerdos, la luz dorada brillando intensamente en su mente. Cada latido de su corazón resonaba como un tambor de guerra, un recordatorio de que la decisión que estaba a punto de tomar podría cambiar su vida para siempre. La melodía suave y melancólica que emanaba de la fuente envolvía el claro, creando una atmósfera de ensueño, pero también de inquietud.
Con un profundo suspiro, se acercó un poco más. El líquido dorado burbujeaba con una vitalidad casi hipnótica, reflejando imágenes distorsionadas de su vida: risas compartidas con su abuela, momentos de soledad y sueños que parecían al alcance de la mano. ¿Podría realmente enfrentar todo aquello que había intentado olvidar?
—“Recuerda, Elías,” interrumpió Fennel, su voz grave y melodiosa, “beber de la fuente no solo es recordar, también es aceptar. Lo que está oculto en tus recuerdos podría traer dolor, pero también puede liberarte.” Las palabras del zorro resonaron en su mente, recordándole que las sombras del pasado eran parte de su historia, una historia que aún no había terminado de contar.
Elías miró hacia el cielo púrpura que se extendía sobre él, donde las estrellas danzaban como luces titilantes. En ese instante, recordó las historias de su abuela, aquellas que le hablaban de la valentía y del poder de enfrentar los propios miedos. La voz suave de ella llenó su mente, como un eco del pasado: “A veces, querido mío, debes enfrentarte a la oscuridad para encontrar la luz.”
Su corazón palpitaba con fuerza, y, finalmente, se dio cuenta de que no podía seguir huyendo de sus recuerdos. La curiosidad y el deseo de entender quién era realmente lo empujaban hacia adelante. Sin pensarlo más, se inclinó hacia la fuente y sumergió sus manos en el líquido dorado. La sensación fue electrizante, como si la energía pura de sus sueños y sus temores fluyera a través de él.
Cuando llevó el agua a sus labios, un torrente de imágenes y sensaciones lo envolvió. Vio a su abuela sonriendo, un brillo de amor y calidez en sus ojos. Pero, de repente, esa imagen se desvaneció, y fue sustituida por el recuerdo de noches solitarias, la sombra de un miedo que siempre había estado presente en su vida. Vio cómo la soledad lo abrazaba, cómo se sentía atrapado en un mundo que parecía no tener lugar para él.
—“¡No!”— exclamó Elías, sintiendo que el dolor lo atravesaba como un rayo. Pero antes de que pudiera retirarse, el líquido dorado lo absorbió más profundamente en la vorágine de sus recuerdos. Se encontró en un mar de emociones, y cada ola era más fuerte que la anterior. Imágenes de risas y lágrimas se entrelazaban, formando un mosaico de su vida. La lucha interna entre el dolor y la alegría se volvió abrumadora.
De repente, una sombra emergió del fondo de su mente: la Niebla Devora-Sueños. Era una figura oscura y amorfa que se movía con rapidez, un monstruo que se alimentaba de sus miedos. Con su presencia, Elías sintió cómo los ecos de su soledad cobraban vida, susurrándole que nunca sería suficiente, que siempre estaría atrapado en la oscuridad.
—“¡Eres solo un niño perdido!”— resonó una voz profunda y sombría desde la niebla, llenando el aire con un frío gélido. —“Nadie te espera, nadie te quiere.”
El corazón de Elías se detuvo por un instante. Pero en medio de ese abismo, una chispa de valentía encendió su alma. Se acordó de las historias de su abuela, de los héroes que siempre encontraban la manera de vencer a las sombras. La luz de la fuente lo envolvía, y, a través de la bruma oscura, vio el rostro de su abuela sonriendo. Fue un recordatorio de que el amor y la memoria podían ser su fuerza, no su debilidad.
—“No tengo miedo de ti,” gritó Elías, sintiendo que su voz resonaba con un nuevo poder. —“Soy más que mis miedos. Soy el eco de mis sueños y la esperanza de mi corazón.”
Con cada palabra, la sombra retrocedió, debilitándose frente a su determinación. Las imágenes de su vida comenzaron a transformarse, y en lugar de dolor, comenzaron a brillar con una luz renovada. La Niebla Devora-Sueños se desvaneció, llevándose consigo los ecos de sus inseguridades.
Cuando finalmente se retiró de la fuente, Elías se sintió diferente. Aunque las sombras aún podían acechar, había encontrado una fuerza dentro de sí que nunca supo que tenía. A su lado, Fennel observaba con una mezcla de sorpresa y aprobación, sus ojos chispeando como si compartiera el triunfo.
—“Has elegido bien, joven viajero,” dijo el zorro, su voz cargada de admiración. —“Ahora has dado el primer paso hacia tu verdadera aventura. Aquí, en Sombravelo, te espera un destino lleno de desafíos y descubrimientos.”
Elías sonrió, sintiéndose más ligero, como si una carga hubiera sido levantada de su corazón. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también estaba lleno de posibilidades. La luz de la fuente aún brillaba en su mente, recordándole que los recuerdos, incluso los más dolorosos, podían transformarse en poder.
Con un nuevo propósito, Elías miró hacia el sendero que se adentraba más en el bosque, su corazón latiendo con fuerza. Estaba listo para enfrentar lo que viniera, decidido a descubrir no solo los secretos de Sombravelo, sino también los de su propio ser.
—“Adelante,” murmuró, dando un paso hacia el misterio que lo aguardaba. Y así, con el eco de sus sueños y el fuego de su valentía, comenzó el verdadero viaje de Elías.