El centenario del Torneo de las Cuatro Tierras ha llegado antes de lo esperado. Para conmemorar los cien años desde la creación del brutal torneo, los Padres de la Patria han decidido adelantar el evento, ignorando las reglas tradicionales y usando esta ocasión para demostrar su poder y someter aún más a las Nueve Ciudades.
Nolan, el mejor amigo de Nora, ha sido elegido para representar a Altum, enfrentando los peligros de las traicioneras tierras artificiales: hielo, desierto, sabana y bosque. Nora, consciente del destino que le espera a Nolan, no está dispuesta a permitir que se repita la misma tragedia. Junto a la rebelión, buscará acabar con los Padres de la Patria y poner fin a la dictadura de las Cuatro Tierras.
El reloj avanza, el torneo está a punto de comenzar, y esta vez, el objetivo de Nora no es solo salvar a Nolan, sino destruir de una vez por todas el yugo que ha esclavizado a las nueve cuidades
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El juego del tablero
Nora había dejado a la niña en la entrada de la biblioteca, su mente dividida entre su instinto de protegerla y la urgencia de cumplir con su misión. Al ver a Maryuie, la mujer que le había ayudado de mediana edad con el rostro marcado por la sabiduría y las canas prematuras, Nora sintió un alivio pasajero.
-¿Puedes cuidar a la niña? -preguntó Nora con un tono que mezclaba súplica y desesperación.
Maryuie, amable y con un instinto natural de protección, miró a la pequeña con ternura y luego a Nora.
-Por supuesto. Aunque... no sabía que tenías una hermana, Nora.
Nora negó con la cabeza rápidamente, nerviosa.
-No... no es mi hermana. Ni siquiera sé quién es. Pero necesita ayuda -dijo, sus palabras atropelladas-. La encontré en el camino. No podía dejarla sola, pero... no puedo quedarme. Tengo algo importante que hacer.
Maryuie asintió, comprendiendo el trasfondo de la situación.
-Haz lo que debas hacer, querida. Yo me encargaré de ella. Pero ten cuidado, Nora. Hay rumores en la ciudad. La seguridad ha aumentado.
Justo cuando Nora giraba para salir de la biblioteca, se detuvo en seco. Su mirada se congeló al ver la multitud de oficiales que rodeaban el edificio. Un grupo de ellos avanzaba, armados y con la expresión severa. El aire parecía enrarecido, como si de repente fuera difícil respirar. Nora maldijo para sí misma. Todo aquello no podía ser una coincidencia
-¿Qué demonios es esto? -murmuró Nora, su mano ya preparándose para sacar su arma, aunque sabía que las probabilidades estaban en su contra.
Un oficial de alta jerarquía, un hombre corpulento y con una cicatriz cruzándole la mejilla, avanzó hacia ella con un gesto amenazante.
-Nora Maxfien, quedas detenida en nombre de los Padres de la Patria. Su voz retumbó con una autoridad que no admitía réplica.
-¿De qué se me acusa? -respondió Nora, tratando de ganar tiempo. Pero en su interior, una creciente sospecha la inquietaba.
La multitud de oficiales se apartó, y de entre ellos surgió Sora, vestida con el uniforme distintivo de los Padres de la Patria. Parecía completamente diferente a la mujer que Nora había conocido; sus gestos tranquilos y la expresión amigable de antes habían dado paso a una mueca altanera y victoriosa.
-Oh, querida Nora. ¿De verdad pensaste que podías jugar en este tablero sin que los verdaderos jugadores lo notaran? -Sora rió con una burla fría-. Se te acusa de alteración del orden, de conspirar contra el gobierno y, claro, de ser una de las líderes de la rebelión.
-Siempre supe que no eras de fiar-respondió Nora con voz firme, aunque por dentro una mezcla de furia e impotencia la consumía-. Tu cara de cordero no podía esconder para siempre al lobo que eres.
-Todos jugamos sucio, cariño. Pero parece que tú no supiste moverte en el momento adecuado. -Sora la miró con lástima fingida mientras sus ojos brillaban con un regocijo cruel-. Ahora, llévensela, y no se olviden de la niña que está adentro. Estoy segura de que también puede sernos útil.
-No, ella no. -Nora alzó la voz con una súplica desesperada-. No es parte de esto, es solo una niña.
-Qué conmovedor, Nora. ¿Pero realmente esperas que dejemos pasar la oportunidad de interrogar a alguien que ha estado tan cerca de ti? -Sora arqueó una ceja, disfrutando de la situación.
Nora sabía que no tenía otra opción. No podía permitir que una inocente pagara el precio de sus acciones. Respiró hondo, su mente buscando una salida que no llegaba. Entonces, con voz apagada pero firme, ofreció una solución.
-Está bien... está bien, yo hablaré. Les diré quién más está involucrado. -Dijo, sus palabras apenas un susurro que contenía una mezcla de derrota y estrategia.
Sora se acercó, su rostro iluminado por una sonrisa triunfante mientras le acariciaba la mejilla con una frialdad calculada.
-Así se habla, Nora. Sabía que al final entenderías quién tiene la ventaja. Ahora dime, ¿quién es?
Nora cerró los ojos un segundo antes de hablar. Había tomado una decisión que iba contra todo lo que había prometido defender, pero confiaba en que Nolan sobreviviría, incluso bajo estas nuevas circunstancias.
-Nolan Norton-dijo finalmente-. Él es uno de los seleccionados. Ayudó a mis padres hace un año y medio, cuando ustedes venían por ellos.
Sora sonrió, satisfecha.
-Gracias, señorita Maxfien. Ahora, llevénsela.
Mientras los oficiales la esposaban, las pantallas gigantes de la ciudad comenzaron a transmitir las imágenes de Nora siendo detenida. En cuestión de minutos, la noticia se extendió como un incendio. La esperanza de la rebelión había caído.
En el campamento de los Padres de la Patria, Nolan observaba las pantallas en un estado de incredulidad. Las palabras se mezclaban en su mente, pero las imágenes de Nora siendo arrastrada por los oficiales eran claras. Su corazón latía con fuerza y la ira comenzaba a hervir en sus venas.
-¡No puede ser! ¡Esto es un engaño, una maldita trampa! -gritó Nolan, apretando los puños. Su respiración se hizo errática.
-Nolan... -Sarah se acercó, intentando tranquilizarlo-. Tal vez Sora nos traicionó. No sé cómo ocurrió, pero... debemos mantener la calma. Aún hay una oportunidad.
-¡Calma! -Nolan se giró hacia ella, su mirada encendida por la furia-. ¡No puedo quedarme aquí mientras Nora está en peligro!
-Lo sé-dijo Sarah, con una expresión de preocupación -. Pero si salimos ahora, nos capturarán antes de llegar siquiera a la segunda tierra. Necesitamos ser inteligentes.
Antes de que Nolan pudiera responder, Liam, otro de los seleccionados, se acercó con una expresión burlona.
-Vaya, vaya... ¿La esperanza de la rebelión ha caído? ¿Y tú sigues pensando que puedes salvar a alguien?
La provocación fue la gota que colmó el vaso. Nolan se lanzó sobre él, tirándolo al suelo y golpeándolo repetidamente. El sonido de los golpes resonaba en el aire, y los demás seleccionados miraban en silencio, sin saber si intervenir o dejar que la tensión se disipara por sí sola.
Sarah finalmente se metió en medio, intentando separar a Nolan de Liam.
-¡Basta, Nolan! ¡Esto no nos ayuda!
Nolan la apartó bruscamente, su mirada llena de desesperación.
-¡Estoy harto de que me digan qué debo hacer! ¡No voy a quedarme quieto mientras la rebelión se desmorona!
El silencio cayó sobre el lugar. Todos lo observaban, algunos con empatía, otros con preocupación. Era evidente que las cosas no serían iguales a partir de ese momento. La captura de Nora había desatado una cadena de eventos que pondría a prueba a todos.
