"Dos almas gemelas, unidas por el dolor y la lucha. Nuestras vidas, un eco de la misma historia de sufrimiento y desilusión. Pero cuando el destino nos ofrece una segunda oportunidad, debemos elegir: venganza o redención.
En un mundo donde las apariencias engañan y los rostros esconden secretos, la privacidad es un lujo inexistente. Las cámaras nos observan, juzgan y critican cada movimiento. Un solo error puede ser eternizado en la memoria colectiva, definir nuestra existencia.
Ante esta realidad, nos enfrentamos a una disyuntiva: buscar justicia personal y arriesgarnos a perpetuar el ciclo de dolor, o proteger y amar a quien necesita consuelo. La elección no es fácil, pero es nuestra oportunidad para reescribir nuestra historia, para encontrar un final feliz en este mundo de falsas apariencias."
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La Presión aumenta
La oficina de la agencia estaba llena de tensión palpable. Jinwoo, mi mánager, repasaba documentos con un gesto serio, mientras los publicistas murmuraban entre ellos, revisando sus teléfonos con expresiones preocupadas. Sabía que la situación no era buena; las fotos de Ha-na en un club nocturno se habían filtrado a los medios y estaban circulando por todas partes. El escándalo estaba creciendo y, con él, la presión sobre el grupo se intensificaba.
Era como si toda la sala estuviera llena de un ruido sordo, el tipo de ruido que solo aparece cuando algo está fuera de control. Min-Ju y Ha-na se sentaban a mi lado, visiblemente afectadas, especialmente Ha-na, que no dejaba de mirar sus manos, nerviosa y con los ojos enrojecidos. Sabía que estaba arrepentida, pero también sabía que no era justo que tuviera que cargar con toda la culpa por querer vivir un poco de su vida.
Jinwoo dejó los papeles y se dirigió a nosotras, su rostro mezclaba preocupación y cansancio. —Tenemos que actuar rápido. Los fans están divididos y la prensa no para de inventar historias. Jia, necesitamos tu ayuda aquí. Eres la líder del grupo y lo que digas puede marcar la diferencia.
Sus palabras me golpearon. Era un recordatorio de que, más allá de la amistad y los lazos que nos unían, también estaba la responsabilidad de liderar, de mantener la imagen del grupo cuando las cosas se complicaban. Ser la cara visible no solo significaba brillar en el escenario; también implicaba cargar con los errores y lidiar con los ataques de todos lados.
Miré a Ha-na, que apenas podía sostener la mirada. Sabía que estaba avergonzada, y ver a mi amiga así solo me hacía enfurecer más contra quienes no comprendían que éramos algo más que ídolos perfectos. Éramos humanas.
—No es tu culpa, Ha-na —dije con un susurro, tratando de ofrecerle algo de consuelo. Pero mis palabras, aunque sinceras, no cambiaban la realidad. Necesitábamos enfrentar este problema y resolverlo antes de que se nos fuera de las manos.
Jinwoo tomó aire y se volvió hacia mí. —Jia, debemos grabar una declaración. Algo que muestre unidad y reafirme que el grupo sigue fuerte. La gente necesita escuchar eso de ti.
Sentí un nudo formarse en mi estómago. La idea de pararme frente a una cámara para controlar un incendio mediático no era nueva, pero cada vez que lo hacía, el peso de esas palabras me caía como una losa. Sabía lo que tenía que hacer: ser firme, ser comprensiva, pero también proteger a Ha-na y a todas nosotras.
Me levanté y me acerqué a la ventana, observando la ciudad que se extendía más allá del cristal. Desde aquí, todo se veía tan pequeño, tan manejable, pero sabía que las cosas eran mucho más complicadas. Sentí la responsabilidad de cada decisión y la expectativa de quienes me miraban para que encontrara una solución.
—Hay que ser sinceras, pero también debemos cuidar lo que hemos construido —dije, girándome hacia ellas. Min-Ju y Ha-na me observaban, buscando en mí la guía que no estaba segura de poder dar. —Tenemos que mostrar que seguimos unidas y que somos más que cualquier escándalo.
Ha-na asintió, y la vi intentar sonreír, aunque sus ojos seguían empañados. Me acerqué a ella y le apreté la mano, un gesto pequeño pero necesario. En momentos como este, recordaba que no solo éramos compañeras de grupo; éramos una familia que debía cuidarse a toda costa.
—Vamos a grabar el mensaje juntas, y saldremos de esta —dije con más convicción de la que sentía. Había un camino adelante, y aunque no siempre estaba claro, sabía que la única forma de seguir era haciéndolo unidas.
El equipo preparó la cámara y el escenario se montó en cuestión de minutos. Me senté frente al lente, tratando de controlar mi respiración y encontrar las palabras que debían sonar sinceras y firmes. Jinwoo me dio una señal, y supe que era momento de ponerme en marcha.
—Hola a todos, soy Jia. Quiero agradecerles por todo el apoyo que nos han mostrado. En estos últimos días, han surgido algunas situaciones que han generado mucho ruido y opiniones divididas. Solo quiero recordarles que, aunque somos artistas, también somos humanas. Apreciamos sus preocupaciones y críticas, y estamos trabajando juntas para seguir adelante, más fuertes y unidas. Gracias por siempre estar ahí para nosotras.
Cuando terminé, bajé la mirada y respiré hondo. No sabía si eso sería suficiente, pero era lo mejor que podía ofrecer. Sabía que las palabras no siempre arreglaban las cosas, pero al menos mostraban que estábamos dispuestas a enfrentarlo juntas.
Ha-na se acercó a mí, con lágrimas contenidas en sus ojos. Me abrazó con fuerza, y en ese momento supe que, aunque éramos vistas como figuras públicas, nuestra verdadera fortaleza venía de estar juntas, incluso en los momentos más oscuros.
Las presiones no iban a desaparecer, y la imagen de CLOUD9 seguiría estando bajo escrutinio constante. Pero esa era nuestra realidad, y yo, como líder, debía mantener la calma y guiarlas, aunque por dentro también estuviera luchando con mis propios miedos.
Mientras la sala comenzaba a vaciarse, me quedé mirando la pantalla donde se reproducía mi mensaje, recordando una vez más que ser Jia significaba ser más que un rostro bonito y una voz encantadora. Era sostener a mi grupo en los momentos de crisis, y eso, aunque agotador, era lo único que me daba fuerzas para seguir.
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El restaurante de barbacoa coreana estaba lleno de risas y conversaciones animadas. Los aromas de la carne asándose en las parrillas y el sonido de los utensilios chocando contra los platos llenaban el ambiente de una calidez que contrastaba con la tensión que habíamos sentido durante todo el día. Jinwoo había decidido que necesitábamos un respiro y había insistido en llevarnos a cenar, aunque solo fuera por unas horas de desconexión.
Nos acomodamos alrededor de la mesa, y Jinwoo rápidamente tomó el control de la parrilla, moviendo los cortes de carne de un lado a otro con la destreza de quien había hecho esto cientos de veces. Min-Ju y Ha-na se relajaban poco a poco, sus caras aún reflejaban la tensión, pero la promesa de una buena comida parecía suavizar un poco el ambiente.
—Starlight ya publicó el comunicado —dijo Jinwoo mientras servía la carne en nuestros platos. Su tono era calmado, pero firme, como si intentara transmitirnos que todo estaba bajo control. —El mensaje fue claro: el grupo sigue fuerte, y este tipo de cosas no define quiénes somos. La agencia está tomando medidas para proteger nuestra privacidad.
Yo asentí, sintiéndome aliviada de que, al menos, la parte oficial del problema estaba siendo manejada. Las redes sociales estaban ardiendo con opiniones y comentarios, pero ya habíamos hecho lo que podíamos para controlar el daño. Sin embargo, sabía que para Ha-na, esto no terminaba con un simple comunicado.
—Gracias por todo, Jinwoo. Sé que ha sido complicado —dije, intentando que mi voz sonara lo más calmada posible. Jinwoo nos había estado apoyando en cada paso, y sin él, no sé cómo habríamos mantenido la calma.
Ha-na, que había estado en silencio la mayor parte de la cena, tomó un trago de agua antes de mirar a Jinwoo. —Ya tengo mi disculpa lista —dijo, con la voz aún quebrada pero más segura que antes—. La publicaré esta noche en mis redes. Quiero que la gente sepa que no fue mi intención causar todo esto.
Jinwoo la miró, asintiendo lentamente mientras se servía un poco de kimchi. —Es tu decisión, Ha-na. Pero recuerda que no tienes que disculparte por querer ser tú misma. Lo importante es que seas honesta, sin ceder ante la presión de lo que otros esperan de ti.
Ha-na asintió, y pude ver la mezcla de miedo y determinación en sus ojos. Ser una ídolo significaba ser juzgada constantemente, y esta disculpa era más para tranquilizar su propia conciencia que para apaciguar a los fans. Sabía que la presión sobre nosotras era injusta, pero también sabía que Ha-na no encontraría paz hasta que pudiera decir lo que sentía.
Min-Ju rompió el silencio con una sonrisa suave, intentando aliviar el ambiente. —Al menos esto nos ha unido más, ¿no? A veces nos olvidamos de que somos más que el grupo, somos amigas antes que cualquier otra cosa.
La comida continuó, y la conversación giró hacia temas más ligeros, recordando anécdotas de nuestros primeros días como grupo y los momentos divertidos que habíamos compartido. Reímos juntas, recordando esas épocas en las que los problemas parecían mucho más pequeños, y por un instante, la nube de tensión se disipó.
Mientras Jinwoo seguía sirviendo, su expresión se suavizó. —Ustedes son más fuertes de lo que creen. Este tipo de cosas no va a detenerlas, y mientras sigan unidas, podrán superar cualquier cosa. No lo olviden.
Nos miramos y sonreímos, cada una sintiendo la verdad en sus palabras. Ser parte de CLOUD9 era un reto constante, pero también era nuestra mayor fortaleza. Aunque el mundo exterior pudiera ser cruel y exigente, aquí, en este pequeño refugio de amistad y carne a la parrilla, éramos simplemente nosotras mismas.
El ambiente en la mesa se fue relajando poco a poco. Los sabores familiares de la barbacoa coreana, el calor de la parrilla y la compañía de mis compañeras lograron suavizar la tensión que habíamos arrastrado durante todo el día. Ha-na, que al principio había estado retraída, empezó a sonreír de nuevo, aunque aún se le notaba un poco cansada.
—¿Recuerdan la primera vez que vinimos aquí? —preguntó Min-Ju, riendo suavemente mientras removía el kimchi en su plato—. Ha-na casi prendió fuego a la mesa intentando voltear la carne.
Ha-na se llevó las manos al rostro, fingiendo vergüenza. —¡Ya, no me lo recuerden! Pensé que Jinwoo iba a tener un infarto cuando vio las llamas.
Jinwoo se unió a la risa, sacudiendo la cabeza como si todavía no pudiera creerlo. —Sí, bueno, después de eso decidí que yo me encargaría de la parrilla siempre. No puedo perder a mi grupo por un accidente con la barbacoa —bromeó, arrancándonos una carcajada.
Nos reímos juntas, recordando esa y otras anécdotas de nuestros primeros días como grupo. Eran momentos que no tenían nada que ver con la fama ni con los problemas de la industria, solo éramos nosotras, aprendiendo y creciendo juntas. En esos instantes, el peso de ser Jia se desvanecía un poco, y podía simplemente disfrutar de ser parte de algo que era más grande que cualquier problema temporal.
Mientras nos recuperábamos de la risa, un pequeño niño de unos siete u ocho años se acercó tímidamente a nuestra mesa. Llevaba una gorra azul y una camiseta de CLOUD9 que parecía varias tallas más grande para su pequeño cuerpo. En sus manos sostenía un cuaderno y un bolígrafo, y su mirada estaba llena de admiración y un toque de nerviosismo.
—¿E-eres Jia de CLOUD9? —preguntó en voz baja, como si no estuviera seguro de si debía acercarse.
Me sonreí, sorprendida y encantada por su timidez. —Sí, soy yo. ¿Te gustaría un autógrafo?
El niño asintió rápidamente, sus ojos brillando de emoción. Mientras firmaba su cuaderno, mis compañeras también le ofrecieron sus autógrafos, cada una dedicándole un mensaje cariñoso. El niño nos miraba con una mezcla de asombro y felicidad pura, y ver su sonrisa hizo que toda la carga del día se sintiera más ligera.
—Me gusta mucho su música. Quiero ser como ustedes cuando sea grande —dijo con un entusiasmo que nos arrancó una sonrisa a todas.
—Gracias, eso significa mucho para nosotras —respondí, devolviéndole el cuaderno y dándole una suave palmada en la cabeza—. Sigue soñando y trabajando duro, ¿de acuerdo?
El niño asintió, sonriendo de oreja a oreja antes de correr de vuelta a su mesa, donde sus padres nos miraban agradecidos. Fue un pequeño momento, pero nos recordó por qué hacíamos todo esto, por qué valía la pena seguir adelante a pesar de las dificultades.
Después de que se fue, Min-Ju se recostó en su asiento y nos miró a todas con una sonrisa amplia. —A veces olvidamos que, más allá de todo, estamos aquí porque nosotras mismas empezamos como ese niño, soñando con ser algo más.
Ha-na asintió, y por primera vez en todo el día, su sonrisa fue completamente genuina. —Sí, y aunque todo esto a veces se sienta como una locura, momentos como este lo hacen valer la pena.