La Bruja y el Dragón PROMESA Y DESTINO
Abre los ojos y siente un dolor intenso en todo su cuerpo, le cuesta trabajo respirar, hay un sabor metálico en su boca y al tocarse la extraña humedad en su frente observa sin entender muy bien el rojo en su mano. Poco a poco va tomando más claridad su entorno y nota que está colgando de cabeza dentro de un auto, aún está aturdida, le zumban los oídos, y por más que intenta no logra recordar cómo llegó aquí. Sin embargo, un terror que nunca había sentido la va inundando, sabe que debe salir de inmediato de ese lugar.
Con desesperación desata el cinturón de seguridad para caer sobre lo que fue el techo del auto, se siente temblorosa y débil. Al voltear alcanza ver que el conductor está en una postura imposible y sangra, no logra reconocerlo, piensa en acercarse para tratar de verlo mejor, pero se mueve muy lento y en su mente no logra discernir quién es o era. A lo lejos alcanza a escuchar unos leves sollozos y conforme su mente se va aclarando se da cuenta de que son de ella.
Escucha pasos que corren a su alrededor y gritos que aún no puede distinguir, con cuidado se va acercando a la ventana que da a la carretera, hay vidrios rotos por todo el lugar y de sus brazos corren espesas líneas rojas de su sangre. De repente el rostro de un hombre cubierto de tatuajes se asoma, sus ojos están desenfocados y llenos de exaltación, del susto se paraliza, su corazón se acelera instándola a huir de él.
—Encontré a la maldita, jefe— grita el hombre al tiempo que se tira al piso para meter sin miramientos su brazo, mientras la toma de la muñeca y comienza a jalar para sacarla de ahí.
—Solamente dale un tiro antes de que lleguen— al escuchar aquella voz oscura despierta de su aturdimiento y comienza a forcejear con todas sus fuerzas, su muñeca está empapada de sangre y eso ayuda a que el hombre pierda el agarre.
—¡¿Qué haces estúpido?!, ya tenemos que…
La voz no termina de gritar, cuando una detonación, algo lejana, la interrumpe. El hombre retrocede un poco y toma impulso para adentrarse más y volver a atraparla, pero hay nuevos estruendos de detonaciones, esta vez se escuchan más cercanas, el hombre parece dudar un instante mientras ella se arremolina más hacia la puerta contraria. A lo lejos se escucha un estruendo, es como un segundo choque, y se comienzan a escuchar más detonaciones, en ese momento el hombre que trataba de sacarla cae aún con el brazo estirado hacia ella. Es entonces que ella se da cuenta de que esos estruendos son disparos, ella se paraliza, su llanto se hace más fuerte y no logra dejar de temblar, se está dando por vencida y únicamente puede pensar en su mamá y sus hermanas y hermanos, ella quiere ir a casa.
—Ayuda... por favor, quiero ir a casa— empieza a murmurar, repitiéndolo una y otra vez, como una plegaria, y de repente, en su cabeza escucha una respuesta: “el bosque, corre al bosque”.
Inmediatamente, ella voltea en dirección a la otra puerta y se da cuenta de que ahí hay un bosque y la puerta ya está semiabierta, aún temblando y tratando de no mover demasiado la puerta para no ser vista, se desliza hacia afuera, ante sus ojos la maleza se desdibuja y los pequeños arbustos parecen abrirse para marcar un sendero. Se escucha un golpe en el vehículo, ella vuelve a estremecerse y desesperada decide seguir el camino que se abre ante ella, poco a poco se arrastra entre la tierra y las hojas, dejando atrás el estruendo de lo que parece una guerra.
—Debo ir a casa, por favor, debo ir a casa— continúa repitiendo durante todo el camino, entre más avanza, mayor es el silencio, hasta que siente la confianza para ponerse de pie, ayudándose de un árbol. Ahí en el silencio del bosque ella comienza a recuperar la sensación de seguridad que siempre la acompaña, esa sensación de protección maternal que arropa a las de su estirpe; ella por fin puede tener la certeza de que logrará ir a casa, porque la Madre Naturaleza escuchó su ruego.
El camino no es fácil, pero no le parece desconocido, no sabe cuanto tiempo ha caminado, nunca miró hacia atrás; ni por un segundo, ella nunca dudó. Toda bruja sabe que las dudas son veneno y así no funciona la magia, al final, cuando su cuerpo comenzaba a agotarse, ella logró salir cerca de una caseta de peaje que tenía una pequeña área de descanso. Ella está muy asustada por ver a tantas personas a su alrededor; alguien grita que está herida y una mujer se acerca con mucha cautela para no asustarla; la mujer uniformada puede notar en ella una mirada desenfocada y perdida, llena de miedo, es obvio que algo terrible le ha pasado. Cuando está segura que la chica ante sus ojos no huirá, con mucha calma y una voz suave le pregunta por su nombre; la pobre chica mira a todas partes, a momentos parece tambalearse, pero la mujer uniformada sabe que debe darle tiempo y espacio... y al fin ella comienza a murmurar, al inicio no se alcanza a escuchar con claridad, pero, poco a poco va subiendo el volumen de lo que dice hasta que por fin logra ser oída.
—... Ir a casa... Soy Aisha Lanira, de la provincia y quiero ir a casa. Soy Aisha Lanira, de la provincia y quiero ir a casa...— las lágrimas ruedan por sus sucias mejillas sin que ella lo note realmente, ella sólo continúa repitiendo lo mismo hasta que pierde la conciencia.
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Comments
Maria Offir Toro Giraldo
iniciaste muy bien, se ve interesante
2024-10-11
1
HuertelMonoNoAware
Que buen inicio y un capítulo genial para dejarnos con ganas de seguir en la obra. Te felicito autora
2024-10-02
1
Nene
me gusto mucho
2024-09-27
2