Después del incidente en aquel hotel, Luka marcó una línea con su jefe, lo que pareció funcionar por algún tiempo, sin embargo, ¡Su jefe siempre está detrás de él!.
¿Qué puede hacer para evitar caer en las garras del mafioso?
📌Segunda novela de la trilogía: Hermanos Mancini.
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Capítulo 02. Así me gustan.
—¿Estas bien? —Leandro se detuvo y se giró hacia él. Luka, que iba distraído, chocó con su pecho. Las manos de Leandro estaban sobre su cintura, un poco apretadas. Luka dio tres pasos hacia atrás.
—Sí, estoy bien. —Dijo. Aclaró su garganta y señaló el elevador—. Mejor suba, lo está esperando. —Leandro levantó una de las cejas y asintió—. Estaré aquí, por cualquier cosa.
Luka esperó a que las puertas del elevador se cerraran antes de regresar al lobby.
Pasó una hora y estaba aburrido. Miró su celular, pero no había mucha novedad. Vio sus redes sociales y se encontró con una fotografía de Andrea, con un tipo al cual nunca había visto. Él parecía feliz, con una sonrisa que iluminaba cualquier rincón del bar donde estaban. No obstante, la otra persona no parecía tan sonriente y feliz como su amigo, pero sí tenía una mirada demasiado peligrosa que no le gustó en lo más mínimo, así que decidió llamarle.
—Ey, ¿cómo estás? —Dijo, apenas y se conectó la llamada con Andrea. Andrea dijo algunas cuantas palabras, sin embargo, por el ruido que había, no escuchó nada—. Muévete a un lugar privado. —Pasaron unos segundos antes de que al fin pudiera escuchar claramente su voz.
[¿Me escuchas ahora? —El grito de Andrea casi lo dejó sordo]
—Sí, sí, baja la voz.
[Genial, ahora sí, ¿me decías algo?]
—¿Cómo estás?, vi tu foto en internet, ¿Quién es él? —Luka se recargó sobre el respaldo del sofá, para tener mayor comodidad.
[Nadie importante. Nos conocimos en el bar hace una semana, la pasamos bien y nada, no lo he visto de nuevo, ¿Por qué? —La voz de Andrea se escuchaba feliz, parecía que estaba pensando las cosas de más]
—Quería un tema de conversación, pero ya lo mataste. —Dijo con una sonrisa en los labios. No pensaba decirle que se preocupaba por él, o Andrea le haría burla durante el resto del año.
[¿Te pasa algo?, te escuchó un poco decaído, ¿es por tu jefe?, ¿o por el trabajo?, me dijiste que te gustaba lo que hacías y que la paga era muy buena, ¿Qué ha pasado?]
—El trabajo está bien, y la paga es buena, el jefe no tanto, pero soportable. —Luka recargó su cabeza hacia atrás y estiró sus piernas sin cuidado. Sólo un golpe y ruido sordo bastó para que Luka se levantara de golpe—. Mierda. —Murmuró.
[¿Pasó algo?, ¿Estas bien? —Preguntó, con preocupación]
—Sí, sí, estoy bien, te llamo luego. —Luka colgó la llamada y guardó el celular en el bolsillo de su pantalón y se acercó al chico que estaba tirado en el suelo—. ¿Estás bien?
—Mis lentes. —Dijo, se puso de rodillas en el suelo y comenzó a buscar a tientas con sus manos.
—Oh, sí, sí. —Luka comenzó a mirar por doquier. Buscó con la mirada los lentes, hasta que los vio debajo de un sillón—. Aquí tienes.
—Muchas gracias. —El chico se puso los lentes, después recogió su mochila y se puso en pie.
—Ni que lo digas, caíste por mi culpa. —Dijo un poco apenado.
—No, no, es que no me fijé por donde iba. —El chico parecía un poco apenado. Cuando lo vio más detenidamente, Luka se dio cuenta que, aunque tenía un cuerpo grande, poseía una mirada inocente. Tenía el cabello peinado hacia abajo y ojos brillantes color miel, le recordaba a su nuevo amigo.
—Bueno, ¿Estás bien?, ¿te duele algo? —Luka lo miró de pies a cabeza para cerciorarse de su salud física.
—Sí, sí, estoy bien, ¿tú estás bien?, ¿no te pisé?, soy un poco pesado. —El chico se acercó a Luka un paso, pero sus piernas eran largas y quedo muy cerca.
—Sí, bien. —Dijo, tartamudeando un poco—. ¿Necesitas algo?
—Oh, no, no, nada… sólo que…
—¿Sucede algo? —La voz de Leandro hizo que ambas personas volvieran su vista hacia atrás.
—No pasa nada. —Respondió Luka. Leandro arrugó las cejas al ver lo cerca que estaban, no obstante, Luka lo interrumpió antes de que pudiera decir cualquier cosa—. ¿Ha terminado?, ¿Dónde está el joven Dylan?
—Ya viene. —Leandro centró la mirada fría en el joven—. ¿Y tú?, ¿no te vas?
—Sí, sí, permiso. —Él le dio una última mirada a Luka y después se fue.
—¿Quién era? —Leandro miró seriamente a Luka—. No me gusta que hables con extraños.
—¿Qué no hablé con extraños?, vete al carajo, ¿sí?, ahí viene tu novio, los espero en el auto.
—Luka, Luka —Leandro hablaba cada vez más fuerte, pero Luka ni siquiera volvió la mirada—, ¡Con un carajo, Luka!, ¡Ven acá!
—¡Ey, ey!, ¿qué sucede? —Dylan, que ya había llegado a su lado, lo miró con el entrecejo arrugado—, ¿están peleando?, ¿hizo algo mal en su trabajo?
—No, no, nada de eso. —Leandro volvió la vista hacia él y lo agarró de la cintura, pegándolo a su cuerpo—. Cariño, ¿qué tal si regresas a casa y preparas la tina? —Él sacó las llaves de su bolsillo y las puso en la mano de Dylan—. Ten, ve y descansa por hoy.
—De acuerdo. —Dylan guardó la llave en su bolsillo y besó la mejilla de Leandro—. Habla con él, es un empleado, debe comportarse como tal.
Después de hablar, se dio media vuelta y se fue. Leandro arrugó las cejas y se fue por la salida contraria.
Luka estaba parado fuera del auto, abrió la puerta trasera en cuanto vio a su jefe ir hacia él.
—¿Y el joven Dylan? —Preguntó, mirando detrás de Leandro.
—Él fue a mi casa. —Dijo—. Luka, estas en horario laboral, no puedes estar coqueteando con mocosos.
—De acuerdo. —Luka tenía una sonrisa forzada en el rostro. Era inútil tratar de explicarle algo. Leandro era de las personas que, una vez tenía algo en mente, era imposible sacarlo de ahí, aun si estaba en un error.
—¿De acuerdo? —Leandro dio un paso más a él y lo acorraló contra el Mercedes negro—. ¿Sólo eso tienes que decir?, ¿Ni siquiera lo vas a negar?
—No, no lo voy a negar. Señor Leandro, mi vida personal, con quien yo salga o intente salir, es mi problema, no el suyo, ¿de acuerdo? —Luka le dio un par de palmaditas en el hombro—. Y una disculpa por haber coqueteado con ese chico, no volverá a ocurrir.
—¿No lo vas a negar? —Las cejas de Leandro se unieron más en el centro de su frente. Sus ojos furtivos analizaron el rostro de Luka, sin embargo, no hubo ningún rastro de mentira.
—¿Por qué negaría algo que es real? —Cuestionó Luka, elevando una de sus cejas y sonriendo con sarcasmo. Las venas en la sien de Leandro saltaron. Su mandíbula se tensó, pero no dijo nada al respecto.
—Así que ese es tu tipo de hombre, un mocoso que ni siquiera dinero debe de tener, vaya gustos de mierda. —Su vos burlona hizo que la sonrisa sarcástica en el rostro de Luka se ensanchara aún más.
—Le dije, hace tiempo, que no me gustan las personas mayores. Él tiene un buen cuerpo y un rostro atractivo, además, es un joven universitario con un futuro por delante, ¿qué importa si no tiene dinero ahora?, eso no quiere decir que en un futuro no tenga alguna fortuna.
Luka se veía muy seguro de sus palabras y sus ojos no mentían, a él realmente le gustaba ese chico.
—¿De verdad andarías con un universitario? —Leandro bajo la cabeza, quedando a sólo unos centímetros del rostro perfecto de Luka. Luka, que sabía perfectamente como jugaba su jefe, puso sus dos manos en el rostro de Leandro—. Tienes a un hombre con dinero justo delante de ti, ¿Por qué lo elegirías a él?
—Señor Leandro, usted es muy mayor para mí, prefiero a los hombres jóvenes. —Luka acarició la barba tupida de Leandro—. No me lo tome a mal, pero no me gustan los barbones. —Luka bajó sus manos y se cruzó de brazos—. Vio al chico recientemente, ni un vello en el rostro, así me gustan. —Luka le palmeo el pecho—. Así que, deje de interferir en mi vida privada, yo no interfiero en la suya.
Luka salió del acorralamiento donde estaba y subió al auto. Leonardo se tragó sus palabras y subió a la parte trasera del auto.
—¿A su departamento? —Leandro lo miró por el retrovisor.
—No, vamos a mi casa, Dylan me está esperando.
Luka asintió y comenzó a conducir. Leandro quería ver alguna señal de cualquier cosa que le dijese que Luka aún estaba interesado en él, pero únicamente pudo ver un rostro frío e inexpresivo.