Alfa, Yo No Seré Su Amante

Mientras el emperador estaba en compañía de Anubis en la sala del trono, el marqués y el dúo de brujas estaban dentro del carruaje con la intención de regresar a casa.

Durante el camino, el marqués estaba sumergido en sus pensamientos y pensaba;

"Si este par de brujas mueren, mi hija puede regresar a su casa, y así yo tener no solo a mi hija conmigo, sino, que también puedo tener a mi nieto. Si, definitivamente estas brujas deben morir, esto será como una venganza por el daño que le hicieron a mi hija"

El marqués luego de pensar eso dejó salir una risa que asustó a las dos mujeres, quienes no se imaginaban que el marqués estaba pensando tal cosa, de pensar que él tiene tales pensamientos, ellas se hubieran escapado ese mismo día.

El marqués ese día no puso en acción sus planes, y solo se limitó en llegar a la mansión, pues tenía mucho trabajo que hacer ese día.

En cambio, las mujeres fueron llevadas por un guardia a sus habitaciones, y allí se cambiaron de ropa, ya que tenían que volver a sus quehaceres del día.

En esa ocasión les tocó limpiar los baños de los soldados del marquesado, y estaban llorando mientras lo hacían.

¿Razón de eso?

Bueno, el marqués se reunió con los soldados y le pidió encarecidamente, que cuando a Susana y a Elena les toque limpiar los baños, le dejen un regalo en cada uno de ellos, y como la encargada del personal era quien decidía dónde las ponía a trabajar, cuando llegaron a su puesto de trabajo todo ya estaba listo para su llegada.

Mientras limpiaban, lloraban, ya que ver tal cosa tan asquerosa, les hacen sentir humilladas, ellas no quieren trabajar, pero si no lo hacen, el marqués la va a castigar duramente por no hacerlo.

Ellas saben que él se está vengando por lo que le han hecho a Marcel, y juraron cobrarse esa humillación tan grande, cuando la tengan la posibilidad.

Cuando llegó la noche, ellas estaban cansadas, y cuando entraron a la mansión, la encargada del personal de limpieza les ordenó ir a sus habitaciones.

Al llegar allí, ellas encontraron la cena de siempre, y como están hambrientas, no dudaron en comerla.

Eran sobras de comidas, pero pese a eso aun así, todo estaba bueno y fue bueno para ellas, al fin y al cabo el estómago no tiene cara.

No pasó mucho para que la dos terminarán de cenar, y luego de eso se dieron un baño para así irse a dormir, ya que al día siguiente, tendrán que madrugar para irse a trabajar.

Cuando ambas se cambiaron, se fueron a la cama, en dónde al poco tiempo se durmieron enseguida, en eso de la 5 de la mañana, llegan a ellas unos de los guardias a buscarle, alegando de que el marqués les solicita, el guardia que fue por cada una les ordenó colocarse sus mejores prendas de vestir, y también le ordenó tomar con ellas un pequeño equipaje con sus cosas de valor, tal parece que saldrán hoy de paseo, cosa que le alegra mucho.

Si tan solo supieran lo que les espera, ellas nos estarían tan felices.

Cuando llegaron a presencia del marqués, éste le ordenó con voz severa ir con él a un lugar, el cual no era más y nada menos que el carruaje de la mansión.

Ellas felices se adelantaron en llegar al carruaje y se subieron en él, y más atrás de ella lo hizo el marqués, y no tardó mucho tiempo para que éste empezará a moverse.

¿Para dónde irán esas mujeres?

Se irán al más allá, ya que el marqués plano que sus mismos guardias se vistieran de bandidos y estén en un lugar en específico, y finjan saltar el carruaje, pues si solo mata a esas mujeres, puede que tenga problemas con la justicia de ese imperio, puesto que él es un marqués al servicio al imperio, y no se puede ver en envuelto en ningún escándalo así como ese, y cualquier persona puede verlo en pleno acto.

Fingir un asalto es mejor, ya que en aquellos días, tal cosa era común.

El asalto empezó cuando luego de dos horas de haber salido del ducado, los supuestos bandidos detuvieron el carruaje en el que iban, y el marqués al saber lo que estaba pasando se quedó tranquilo en su lugar, en cambio, las dos mujeres estaban asustadas.

Al poco tiempo se escuchaba fuera del carruaje una lucha en espada, la cual era entre ellos mismo.

No pasó mucho tiempo para que la puerta del carruaje se abriera, y los "asaltantes" tomaron a los que estaban dentro y los sacaron con Violencia.

Los maleantes tenían la cara cubierta

—Entreguen sus cosas de valor, y prometemos no hacerles nada— dice uno mientras toma por el cabello a Elena.

Ella dejó escapar un grito, cosa que enojó a su madre.

—No le hagan daño a mi hija inútil— dice Susana con indignación.

—Usted se calla vieja bruja— dice uno mientras saca su espada, misma que usó para "herir" al marqués.

El hombre dejó escapar un grito, y la sangre empezó a mojar su ropa.

¿Pero era eso sangre suya? La verdad es que no, era sangre de cerdo, la cual estaba en una bolsa color piel. El grito solo es para aparentar dolor, ya que esa espada no le hizo daño en lo absoluto, y solo perforó la bolsa con la sangre.

El marqués, para terminar de hacer su show, cayó al suelo como si estuviera muriendo, cosa que asustó a las dos mujeres.

Susana trató de negociar con los bandidos, ya que al morir el marqués, la mitad de su fortuna le queda a ella por ser ella su esposo de papel.

—Sí, todo tengan mis cosas, si no me hacen daños, prometo darle una fortuna, ya que me acaban de hacer un favor al matar a ese bastardo de mi esposo, si me sirven, su destino será el éxito— dice Susana tratando de negociar con los bandidos.

Al escuchar eso, los hombres se cansaron de jugar con ellas, y todos se empezaron a reír con gran burla.

A la risa de los hombres, también se unió el marqués, cosa que dejó sin habla a la mujer.

—Quería hacer las cosas más fáciles, pero tú no me has dejado alternativas, ¿Quién te garantiza que al yo morir mi fortuna sería tuya, estos hombres que ves aquí, son todos mis hombres del marquesado ¿Eres tonta o te haces? ¿Se te olvida que yo soy un hombre fuerte y puedo con estos hombres?— dice el marqués riendo con burla de la mujer, quien estaba totalmente pálida de la impresión de ver a su esposo nuevamente con vida.

Dos de los hombres, frente al marqués, pusieron de rodillas a ambas mujeres.

El marqués sacó su espada y en un movimiento rápido, le cortó la cabeza a Susana.

—Sigues tu pequeña bastarda, esto es por mi hija y mi nieto— dijo este mientras le corta también la cabeza a Elena, quien tenía una expresión de incredulidad por ver y escuchar lo que dijo dicho hombre.

—Quemen la ropa de las mujeres y tomen para sí sus cosas de valor, suban sus cuerpos y que estos se quemen también, no vamos a gastar en funeral, o a contaminar la tierra con sus cadáveres, ningunas de las dos vale la pena— dice él para luego tomar unos de los caballos de sus hombres y así regresar a su ducado, ya en el día de hoy se había divertido mucho, y de paso ha vengado lo que le hicieron a su hija por 18 años. Él se tardó en hacerlo, porque primero le quería hacer sufrir todo lo que podía.

Anubis había puesto a tres de sus hombres a seguir al marqués, y lo hacían convertidos en lobo, pues para un lobo, es más fácil mezclarse con la naturaleza, si siquiera ser notado.

Lo que significa, que ellos vieron todo lo que pasó con el marqués y esas mujeres.

Lo que nada más ver cómo terminó todo, ellos salieron de allí, y se fueron al palacio convertido en humanos, nada más llegar, fueron a hablar con su jefe, pues este le había autorizado ir a buscarle directamente, sin la necesidad de que nadie le dejara esperando.

Al momento de ellos llegar al palacio, su amo estaba en su habitación, ya que el día apenas comienza.

—Señor, le traemos noticias del marqués— dice unos de los tres hombres lobo, mientras todos hacen una reverencia.

—Habla— dice Anubis tranquilo.

Tras recibir la autorización de hablar, uno de ellos empezó a hablar lo que vieron, y Anubis estaba sin habla.

"Vaya, creí que solo yo estaba loco, pero veo que mi suegro es alguien peculiar, tendré que hacerle una visita a mi futuro suegro, y así conocernos más, total, ya somos familia, y quizás nos vendría bien una sociedad" piensa él mientras sus ojos empiezan a brillar con malicia.

Tras recibir la información, él dejó ir a sus hombres para entonces salir de su habitación, pues hoy no se piensa quedar en el palacio, debido a que tiene una conversación de "negocios" con su suegro.

Con eso en mente, él salió del palacio y pidió a alguien del palacio que se le prepare un carruaje, en el cual se fue con los mismos tres subordinados que estaban espiando al marqués.

Unas horas más tarde, ya su carruaje estaba frente a la puerta del marquesado.

Él, antes de llegar allí, pudo ver el lugar en donde pasaron los hechos con el par de mujeres, y allí solo quedó un montón de carbón.

Los guardias de la puerta al ver ese carruaje del palacio le dieron acceso a la entrada del terreno.

Anubis miraba con mucho interés el lugar, ya que no solo deseaba visitar al hombre, sino, que también deseaba aprender el camino, por si se le ofrece llegar aquí convertido en lobo, ya que uno nunca sabe lo que se le pueda presentar.