Kallias ha vivido creyendo en la promesa de un amor eterno con su alfa destinado. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que su alfa ha sido infiel durante mucho tiempo. Su compañero de alma, también herido por la situación, se encuentra atrapado en el mismo sufrimiento.
En medio de esta crisis, el alfa sufre un accidente y entra en coma, lo que lleva a Kallias a una encrucijada. Decidido a no seguir atado a un lazo roto, toma la difícil decisión de romper el vínculo que los une. Con el corazón destrozado, se embarca en un viaje en busca de sanación y autodescubrimiento. En su travesía, buscará conocer el amor propio, la confianza y la fortaleza.
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Capitulo 18: Determinación [Parte 2]
Ver esa habitación tan lúgubre y sombría no ayudaba a su estado de ánimo. Las luces brillaban en todo su esplendor y las paredes blancas hacían que la iluminación se notase mucho más, pero para él no era así, veía y sabía dónde estaba y lo que hacía, pero su mundo estaba nublado, no estaba borracho y las secuelas de la resaca ya habían pasado, pero a sus ojos el mundo era gris, incluso la mancha en el horrible suéter de la mujer frente a él, que realmente demoraba mucho solamente dando una autorización de que podía pasar a ver a su marido. Pero como todo en ese maldito hospital carecía de rapidez, no le extrañó en lo más mínimo.
— Al parecer está todo en orden, ¿puedo saber el motivo de su visita? — preguntó de la nada, la pregunta no tenía nada que ver con el protocolo y no entendía el porqué la había hecho, pero no podía simplemente recoger las palabras que ya estaban en el aire y de igual forma estaba muy interesada en la vida del omega. No todos los días se encontraba con un rostro bello y el omega se veía de muy buena clase, quizás sería el quién la sacara de ese mísero hospital. Sus pensamientos se contradecían con los que había tenido anteriormente, pero no era de extrañar, no sería la primera vez que pusiera sus intereses por sobre lo demás. Incluso ignorando la situación por la que estas personas podrían estar atravesando. Su madre ya se lo había dicho muchas veces, pero ella decidía mejor no hacerle caso.
Al omega no le hizo gracia la pregunta, ¿por qué tendría que saber esa horrible mujer que iba a hacer en la habitación en la que residía su esposo?, ¿y qué pasaba con esa estúpida mirada?, al parecer tenía algo en su cara que le hacía atractivo a que lo mirasen. Pero sencillamente no tenía ganas de averiguar que era y estaba muy afanado como para pasar y ver su reflejo en el espejo de algún baño. Aunque estaba seguro de que de igual manera no le gustaría su visón demacrada y patética.
— Voy a tener sexo con mi esposo en coma y a usted no tiene por qué importarle — contestó lo más tajante que su voz ronca le permitió y sin medir palabras salió de allí dejando a la mujer estupefacta y muy apenada por su comportamiento anterior. Mejor iba y le pedía a Jeremy más de esos muslos de pollo grasientos y aliviaba su despecho con la comida.
El ambiente en la sala de espera no era muy diferente a como lo recordaba, había personas con cara lúgubres y poco esperanzadas que aguardaban por noticias de sus dolientes. Como si le importara, él solo quería llegar a la habitación de su traicionero marido y hablar con él, aun si no encontraba respuesta de su parte, sabía que le escucharía y aun así solo iba a mediar unas palabras antes de darle fin a todo de una vez todas.
Siguió de largo, pasando por encima de las enfermeras que se quejaron cuando pasó por sus lados a toda prisa llevándoselas por delante, les tumbo algunas coas a algunas y en una de esas ocasiones se topó con el novio de alguna de ellas.
— Oye idiota, ¿Qué no vez? — le preguntó este último, a leguas se le veía lo malandro que era con solo ver la pinta que se cargaba y por el montón de tatuajes y cicatrices que adornaban lo que su ropa dejaba al descubierto. Esa clase de personas solo sabían buscar problemas por cualquier bobada.
Él le miró por sobre el hombro, en su mirada se mostraba toda la repulsión que sentía. Realmente odiaba todo sobre ese día y el que alguien le retara solo era para peor.
— El que no ve eres tu imbécil — Le contestó entre dientes — Soy más importante de lo que crees y si se me da la gana de acabar con tu existencia y la de este estúpido hospital lo hago y tú, saco de garrapatas, jamás podrías evitarlo. Así que solo lame mis pies y deja de molestarme — Así sin más siguió con su camino ignorando a los demás. Había exagerado en sus palabras, pero no era consciente de lo que decía, desde que llegó allí se encontraba batallando con su razón. Su parte animal estaba en conflicto con la racional y ya no sabía si era un animal o un hombre, estaba perdido en el dolor que le consumía, estaba harto de ese ser que llevaba en su interior que le hacía depender de otra persona, estaba harto de esa persona de la que dependía y estaba harto de sí mismo por no poder hacer nada al respecto.
Llegó a la habitación correspondiente, ver la puerta siempre le robaba el aliento, sentía que nada bueno vendría de ella, quizá era paranoico, pero era así como se sentía. Todavía no podía creer que pensara de la manera en la que lo estaba haciendo de su marido, aquel a quien le había jurado amor eterno y que, sin embargo, estaba empezando a odiar con todas las fuerzas de su alma dolida. Su animal estaba ansioso, rasguñaba en su interior con la necesidad dominante de salir. Claro, no es como si le fuese a dejar, cierto, el que su omega tomara el control no iba a traer nada bueno para él ni para nadie.
Entró, al hacerlo el olor de los antibióticos le marearon más de lo que ya estaba. Veía el cuerpo tendido de Jerry, inmóvil, conectado a una intravenosa y con un suero color transparente. Le hizo hacer una mueca de disgusto.
— Hola mi vida. De verdad quiero decir que te extrañé, pero los dos sabemos que estaríamos mintiendo — Le dijo al cuerpo inerte una vez que la enfermera salió de la habitación. Solo bastó una mirada para mandar la señal y que esta le dejara a solas con su moribundo esposo.
— Es hora de que saldemos cuentas —
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