Precuela de la saga colores
Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.
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23. En los viñedos
...SEBASTIAN:...
Entramos en aquella casa que parecía una cabaña, no tenía muchos adornos ni ornamentos, era un poco rústica, pero agradable y todo olía a madera. Entré cargando las valijas y Emiliana se acercó a su madre y a su hermano, quienes estaban en el vestíbulo.
La condesa se acercó a saludarme con un abrazo.
— Lord Sebastian, deje las valijas allí, los sirvientes la llevarán a la habitación — Dijo y las dejé sobre la alfombra, ella observó a Emiliana — Dormirán en la habitación que usabas cuando estabas niña y veníamos de vacaciones.
— Me parece perfecto — Emiliana sonrió, muy encantadora.
— Esperemos que estén cómodos, esa cama es un poco pequeña, pero es que no he tenido oportunidad de cambiarlas — Dijo el conde, acercándose para estrechar su mano con la mía, le dí un apretón — Bienvenido, Sebastian, estaba un poco preocupado de que no asistieran.
Entendí porque lo decía, la familia estaba dividida por los casamientos y todo el conflicto. Emiliana había elegido pasar las festividades con la familia y no me quedo más que aceptar, más cuando sabía que todavía no me había perdonado del todo.
— No, no me perdería la oportunidad de pasar los festivales con los Roster, así tendré la dicha de conocerlos más — Dije y él sonrió en agradecimiento.
— Me alegra, no se arrepentirá.
El interior de la casa estaba bastante cálido, ninguno tenía ropas tan abrigadas como nosotros.
— Hermano, tendrás que ponerte creativo este año, dime ¿Qué sorpresa habrá? — Preguntó Emiliana, con curiosidad — ¿Vas a tramar otra competencia que te beneficie?
Lean arqueó las cejas.
— ¿Estás insinuando que mis competencias son solo para ponerme en ventaja?
Emiliana rió — Siempre ganas y eso no es justo.
— Solo una mala perdedora como tú, diría que he usado la ventaja para ganar, cuando ha sido honestamente — Dijo, elevando su barbilla — Sebastian, mi hermanita no acepta que soy el más hábil de la familia.
— No, el más hábil era mi padre — Gruñó ella, haciendo que el rostro del conde decayera.
Emiliana me contó sobre las tradiciones familiares, había una serie de competencias para convivir y divertirse. Yo no era bueno en esas cosas, pero si era parte de las festividades, entonces tendría que participar y más si quería ser parte de la familia.
La condesa se aclaró la garganta.
— El Conde Morgan estará bastante orgulloso de que sus tradiciones sigan uniendo a la familia, así que no es momento para entristecerse — Dijo, animando a sus hijos — Lean, deberías mostrarle la casa a Sebastian mientras yo termino de adornar. Emiliana ¿Quieres ayudarme con eso?
— Claro, madre, me encantaría — Dijo ella, dándome una mirada antes de alejarse con su madre por uno de los pasillos.
No quería separarme de Emiliana, estaba muy ansioso por tenerla nuevamente en mis brazos y con esa mano tan eficaz yo estaba mucho más desesperado.
Tuve que controlar mis pensamientos cuando sentí una tensión.
— Sebastian, vamos, las mujeres de la casa tienen mejor ojo para los adornos — Comentó antes de empezar a caminar y lo seguí por la casa — La hacienda no tiene demasiado que mostrar, es un lugar de paso así que no recibimos muchas visitas, solo es para la familia y mis negocios.
— Escuché que sus vinos son de excelente calidad — Dijo, caminando a su lado.
— ¿Aún no lo prueba?
— No bebo demasiado — Confesé, prefería más el té y los jugos — Por eso no he tenido la oportunidad de probar sus productos.
— Luego le daré un poco, no va a arrepentirse, capaz y termina cambiando sus bebidas por mi vino, no es por alardear, pero el negocio familiar a garantizado que nosotros nos mantengamos en una buena posición económica — Colocó su mano en su pecho, con orgullo y se desvió a un umbral — Este es el salón principal, aquí nos reuniremos para nuestras actividades, cuando mi madre y mi hermana lo adornen, se verá muy hermoso.
Era un lugar amplio, con sillones y una chimenea que estaba funcionando, mi mirada se enfrascó en el piano junto a la ventana.
Seguramente tendría la dicha de escuchar a Emiliana tocar el piano.
— Es un lugar acogedor — Dije, como cumplido.
— Sí, espero que con la llegada del duque siga siendo así — Gruñó con disgusto y me tensé.
— ¿Vendrá al festival?
— Sí Eleana viene, él también lo hará, mi madre insistió en invitarlo, lo hice solo por mi hermana, ya que no me apetecía verle el rostro nuevamente al duque, estoy rezando para que nadie termine muerto, porque ese sujeto hará las cosas difíciles — Se cruzó de brazos.
— No creo que el duque haga algo así, se nota a leguas que quiere a su esposa y no pienso que quiera hacerle pasar un disgusto, formando otra pelea — Dije y él resopló.
— Ese sujeto no quiere a nadie, solo quería casarse para molestarme, eso es todo, por culpa de él, estamos separados. Usted debería saberlo, Sebastian, lo invitó a la celebración de cumpleaños y provocó todo un escándalo.
De hecho fue mi culpa, porque los invité sabiendo que Emiliana no estaba preparada para un encuentro y todo por mi empeño de ver si ella seguía sintiendo algo por el duque.
— La familia a quedado enlazada a un Fodewor y sabe que ese apellido siempre a estado condenado, que el padre y el abuelo del duque eran seres despreciables, que acabaron destruyendo entre si, el duque puede que sea el peor de todos, por eso nunca estaré tranquilo sabiendo que mi hermana está enlazada a él — Continuó el conde — que todos mis esfuerzos fueron en vano.
— Conde, se entiende que hizo todo lo que hizo por salvar a su familia de la mala influencia que es el duque, pero... ¿No ha pensando qué al hacer esto casi las pierde a ambas?
— Ya la perdí, al menos a Eleana — Dijo, muy frustrado — Me queda el consuelo de que Emiliana está a salvo, con usted.
No entendía que Emiliana sufrió demasiado por culpa de sus decisiones.
— Pienso que Eleana no parece sufrir, en la celebración se veía muy cómoda y hasta felíz, el duque no parece tratarla mal.
— ¿Usted también me va a decir que el duque es un pan de dios solo por tratar bien a Eleana? El duque es un asesino y su vida pondrá en riesgo a Eleana, eso pasará y eso es lo que me da más pavor — Se despeinó el cabello.
— No estoy diciendo que sea una buena persona y tiene razón en pensar que está corriendo riesgo, pero el duque debe tener eso en mente y tal vez la proteja.
— El duque trabaja para la reina y si falla en algo, puede usar a mi hermana, si eso pasa, me conocerá — Gruñó y suspiré de forma frustrada.
— Lean, no había dicho esto por ser educado y porque no era mi problema, pero ahora que soy el esposo de su hermana, que soy parte de la familia, solo me queda ser franco — Dije y él me sostuvo la mirada — Puede que yo sea buen hombre, pero la manera en que obligamos a Emiliana a casarse, fue un poco precipitado y drástico.
— Se trataba del duque, Emiliana es demasiado inocente y pura para comprender que ese hombre solo la estaba usando.
¿Inocente y pura? Si supiera que yo me estaba encargando de que dejara de serlo, si supiera que disfrutaba del placer y el deseo.
— Ella ya lo entiende, pero, debe saber que Emiliana no solo sufrió por eso — Dije, con cuidado, tratando de no ofender al conde — Soy testigo de lo mal que la pasó, porque vive conmigo... Emiliana, se sintió como una muñeca — El Conde se desconcertó — No es por acusarlo, pero al tratar de librar del duque, la trató como un sillón que se mueve de un lado a otro, sin considerar que casarla con un hombre con el que ni siquiera tuvo un trato anteriormente, solo complicaría su sufrimiento. Hable con ella por favor.
— Si, puede que fuese demasiado precipitado — Aceptó con neutralidad — Pero, usted está ayudándola demasiado, pienso que sin eso, sería más duro para ella superar lo sucedido. Creo que usted es mejor hombre que yo, estoy un poco avergonzado de que resulte mejor persona y todo un caballero, se preocupa por Emiliana de una forma diferente, considerando lo que siente.
El conde se acercó demasiado y me tensé.
Elevó su mano y casi retrocedo, pero su mano terminó en mi hombro.
Por un momento pensé que le haría honor a los rumores, pero solo me dió un apretón como gesto de orgullo.
Un niño pequeño entró al salón, estaba comiendo algo con las manos y tenía la boca sucia de un tono marrón.
— Oh, Julián — Dijo el conde, tocando su cabecita cuando se detuvo a su lado — Mira, un nuevo amigo llegó, él es Sebastian.
El niño me saludó con su mano y siguió comiendo la tarta de chocolate.
— Hola, pequeño ¿De quién es el niño? — Quise saber, no parecía a ningún Roster.
— Es mi hijo — Dijo el conde, muy serio y me quedé con los ojos como platos.
— ¿Su hijo?
Se rió — Es broma, es hijo de una de las sirvientas, pero es casi parte de la familia.
— Julián ven acá — Gruñó un chico delgado, entrando al salón, tenía el cabello negro y ropas sencillas.
El bebé se ocultó detrás del conde.
— Joshua, déjalo quieto — Le reprendió Lean y el chico resopló.
— Mi madre acaba de limpiarlo y ya está sucio otra vez, eres un marrano — Le lanzó una mirada al bebé y este hizo un puchero — Cuidar de un hermanito a estás alturas, me hace sentir como un padre — Desvió sus ojos hacia mí — ¿Quién es el caballero qué te acompaña?
— Es Lord Sebastian Mercier, esposo de Emiliana — Dijo el conde.
El chico hizo una reverencia — Es un placer, soy Joshua, sirviente y amigo de la familia.
— Mucho gusto, Joshua.
Me evaluó — Eres un poco maduro para Emiliana.
Lean se tensó — Joshua.
— Ah, lo siento — Se cubrió la boca — Disculpe, mi lord, pero es que estoy tan acostumbrado a hablar sin formalidad con la familia... Emiliana es mayor que yo solo por un año, crecimos jugamos, me sorprende un poco que ya este casada.
— Descuida, entiendo.
— Deja de ser tan imprudente y agarra a tu hermanito — Dijo Lean, tomando al niño del brazo para dárselo.
El chico lo tomó y el bebé empezó a patear, soltando rabietas, enojado.
— Julián, ya basta, me haces quedar mal — Se quejó el chico, el bebé tiró enojado y pateó las botas de su hermano — En serio, Lord Sebastian, estoy un poco impactado, para mí Emiliana sigue siendo adolescente y ya es una señora cuando yo todavía acudo a mi mamá cuando me hago un raspón en la rodilla ¿Usted cuántos años tiene?
Me incomodé un poco, era cierto que Emiliana era muy joven.
— Tengo treinta años.
Joshua silbó — Hasta es mayor que tú, Lean.
— Espero que al esposo de Eleana no le hagas el mismo comentario, porque te quedarás sin cabeza — Dijo Lean y me reí, Joshua se tensó.
— ¿Literalmente?
— Así es, el esposo de Eleana es un asesino.
Joshua tragó con fuerza — Lean, al parecer no quieres a Eleana ¿Cómo le vas a dejar casarse con un asesino?
— Cállate.
Emiliana y la condesa entraron con cajas en sus manos, las dejaron sobre la alfombra y empezaron a abrirlas.
El bebé se saltó y corrió para ver los adornos.
— Oye, de mí no te salvas.
— Joshua, déjalo, es muy pequeño — Le reprendió mi esposa cuando el chico intentó agarrar al bebé.
— No, es un malcriado.
— Es un bebé todavía, solo piensa en comer y jugar, no seas tan duro — Le aconsejó la condesa, sacando unas figuras de papel que eran para colgarse.
— Madre, estás pueden ponerse aquí en el salón — Dijo Emiliana, sacando unas lamparitas de papel — Se verían lindas sobre el piano y en la mesita.
— Si, cierto, pero recuerda que aún falta el comedor.
El bebé sacó una serpentina y empezó a envolverse con ella.
Me dió ganas de reír.
Emiliana evitó que se cayera cuando se enredó y sacó un pañuelo de su abrigo para limpiarle las manos y las mejillas al pequeño.
Joshua se enfrascó en ayudar a sacar los adornos.
— ¿Quiere un poco de vino? — Me ofreció el conde.
— Por supuesto.
El Conde se alejó hacia una vitrina para servir varias copas.
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Nos reunimos después de que terminara la decoración.
Emiliana y yo nos sentamos juntos a beber vino.
La condesa se marchó para organizar los platillos de la celebración.
Lean hablaba sobre sus hazañas en las competencias y algunas anécdotas sobre su padre.
Emiliana estaba concentrada, sacando más y más recuerdos.
Se le veía feliz cuando hablaba del fallecido conde.
Tomé su mano, queriendo contacto.
Necesitaba a mi esposa, mucho.
¿Cuánto tiempo más tenía que esperar?
Ambos dejaron de hablar cuando Eleana y Dorian entraron al salón.