Mayday Y Sus Magníficas Vacaciones En Amphy City

Debía obtener esa tarjeta, no me importaba si debía herirla de nuevo, lo único que pasaba por mi mente era recuperar a mi familia, y eso fue lo que me impulsó para acercarme lo suficiente para golpearla con un pequeño escudo de plástico. El golpe no solo le hizo una herida en la mejilla, también le quitó la tarjeta.

Elizabeth en un intento por asustarme y debilitarme me rugió mientras me mostraba todos sus dientes. No obstante, aproveché eso a mi favor para meterle un fuerte golpe en la boca con el escudo.

—¡¡No me das miedo!! ¡¡Puta!! —rugí enfurecida mientras temblaba del enojo—

Ella se atragantó con el escudo y dio varios pasos hacia atrás, mientras intentaba escupir el escudo. Estaba claro que había intentado comer más de lo que podía. Aproveché ese aturdimiento para agarrar la tarjeta del tarot y huir de ella.

Ya que Elizabeth no era un ente que solo se podía vencer con fuerza de voluntad, eso solo era la mayor debilidad de la bruja pero no era su debilidad. Ella simplemente era más vulnerable contra las personas que tenían una gran fuerza de voluntad pero seguía siendo superior a nosotros los humanos y por mucho.

Salí de la ilusión al cruzar la puerta roja, la puerta roja simplemente se desvaneció detrás de mí. Los fantasmitas sonrieron alegremente al ver la tarjeta en mis manos, mientras volvía a ponerme la cangurera para llevar a Jade conmigo.

—Señorita, lo consiguió pudo recuperar a su familia

—Sí, pudo hacer lo impensable

—Aunque es extraño, la ilusión de la casa no ha terminado

—Mm… No ha terminado, ¿Verdad?

—Es lo más probable, señorita

Seguimos caminando por la casa, en busca de una salida, pero los pasillos de la casa nos llevaron a un lugar lleno de las ratitas que me habían salvado la vida antes. Tenían mordidas de ella, las marcas de mordidas no eran de otras ratas sino que eran de una bestia más grande. La risa de Elizabeth retumbó por toda la casa, y junto a su risa se escucharon las pequeñas risitas de sus fieles lacayos.

Las ratas no tardaron en rodearnos, sus ojos rojos brillaban en la oscuridad, solo podíamos ver puntitos rojos en la oscuridad. Con una voz distorsionada y que era una mezcla de muchas vocecitas roncas, ellas susurraron:

“¿Nos extrañaste, Mayday?”

“Tenemos mucha hambre, Mayday”

“Ella no nos dejó comernos a esos impostores y al viejo cobarde que se escondía de nosotras”

“Ella se alimentó de los impostores, se los comió porque tú no eres una presa fácil”

“Tenemos tanta hambre y ella nos dijo que podíamos comer si te atrapamos”

Las ratas no tardaron mucho en perseguirnos, tanto Rin como yo corrimos por toda la casa, ni siquiera Rin podía contra tantas ratas, menos unas que estaban muy hambrientas. Gritaron enfurecidos, sus vocecitas ya no se escuchaban como las que imaginarias que tenían unas ratas malvadas, sino que ahora se escuchaban como los gritos desesperados de personas hambrientas.

—¡¡No huyas!!

—¡¡Nosotras tenemos mucha hambre!!

—¡¡Tenemos hambre o moriremos!!

—¡¡No somos como ella!! ¡¡No podemos soportar sin comer mucho tiempo!!

—¡¡Mayday!!

Sus vocecitas desencajaban mucho con sus pequeños cuerpos. El pasillo cada vez fue haciéndose más y más pequeño hasta que tuvimos que gatear para huir de esos pequeños demonios.

—¡Por aquí! —gritó Rin mientras me guiaba a una pequeña puerta roja en la pared—.

Lo seguí sin dudar, cruzando con él la pequeña puerta roja, llegamos a un pasillo hecho de telaraña blanca, era distinta a la que normalmente usaba Elizabeth. Antes de que las ratas pudieran entrar, les cerré la puerta en sus caras con un pisotón, cortando la cabeza de unas cuantas con la afilada puerta.

—Aquí estaremos seguros, estamos fuera de la casa

—¿Eh? —dije sorprendida al escuchar nuevamente la voz de Rin—. Mm, ¿Dónde están los fantasmitas? —pregunté buscando a nuestros compañeros dentro del pasillo—.

—Ellos están atados a Elizabeth, y al igual que ella tienen prohibida la entrada a mundos como este

—¿Dónde estamos?

—No lo sé, solo sé que nuestro bisabuelo abrió está puerta y se escondía aquí, lo sé, porque huele a su esencia

—¿Qué? ¿Puedes oler su esencia?

—Sí, y también lo escucho —añadió caminando al fondo del pasillo—. Si obtienes la tarjeta de nuestro bisabuelo, Elizabeth tendrá que irse de esta casa

—¿Y a qué huele la esencia? ¿La mía huele bien?

—La esencia de una persona no es algo que quisieras oler, no sé cómo describir su olor pero piensa en el olor más fuerte y feo que un humano puede captar

—Puagh, entiendo, huele a huevo podrido

—Jaja, más o menos

—¿Y qué pasará con los fantasmitas? Ellos vivirán en paz, ¿Verdad?

—No, ellos están atados a ella, por lo que aunque ganes, ellos seguirán vagando en el mundo de los vivos

—¿Qué? ¡Hay que ayudarlos!

—Mírate —se burló— Estás herida, cansada y eres una simple niña de 8 años, mientras que ella es la hija menor de un dios más antiguo que la existencia misma, puedes vencerla, ¡Sí! Pero no puedes matarla, y esa es la única forma de liberar a esas almas en pena

—¡Mm! Debe haber una forma de liberarlos que no tenga que ver con matarla

—¿Crees que puedas convencerla de dejar libres esas almas? Porque esa es la única manera pacífica de liberar a esos pobres niños

—¿Qué tal un último juego? Si la reto a otro juego, a cambio de esos niños

—¿Y que le darás a cambio? Si ya le ofreciste tu alma

—Ella debe tener un deseo, todos tienen uno

—Lo tiene, pero como dije, ya se lo ofreciste

—Pues entonces los voy a ayudar de una manera distinta

—Jaja, me gustaría ver eso

Creíamos que el pasillo era infinito pero después de unos minutos, llegamos al final, su final era otra puerta roja que llevaba a la habitación de mi bisabuelo. Rin se subió a mi hombro para mantenerse junto a mi, en todo momento. Con un chasquido, Elizabeth cambió toda la habitación y moldeó la realidad a su antojo para hacernos aparecer en un teatro, la mayoría de las ratas ahora eran el público.

—¡¡Todos denle la bienvenida al Rey de los dramas!! —gritó una rata mientras sus compañeras levantaban el telón—.

Cuando el telón se levantó, apareció Elizabeth disfrazada de una bruja, en su mano tenía una varita y una tarjeta del tarot con el rostro de horror de mi bisabuelo.

—Bienvenida al último Show, Mayday