Grei Villalobos, una atractiva colombiana de 19 años, destaca por su inteligencia y un espíritu rebelde que la impulsa a actuar según sus deseos, sin considerar las consecuencias. Decidida a mudarse a Italia para vivir de forma independiente, busca mantener un estilo de vida lleno de lujos y excesos. Para lograrlo, recurre a robar a hombres adinerados en las discotecas, cautivándolos con su belleza y sus sensual baile. Sin embargo, ignora que uno de estos hombres la guiará hacia un mundo de perdición y sumisión.
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Capítulo 3 Italia 1/2
Grei Villalobos
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Después dé 17 horas de vuelo, finalmente había llegado a Italia. Me sentía extremadamente cansada y agotada, incluso me dolía el cabello. Sin embargo, nadie podía quitarme la alegría de estar aquí, lista para practicar mi italiano. Al salir del aeropuerto, tomé un taxi y le pedí al conductor que me llevara a un hotel. Él me observó por el retrovisor y me preguntó:
—¿Eres latina?
—Sí, colombiana —le respondí con orgullo.
—Por eso eres tan hermosa. Las latinoamericanas son muy bellas —me comentó con una sonrisa.
Sonreí de vuelta. Minutos después, llegué al mejor hotel y me instalé en mi habitación. Me di una ducha rápida; lo primero que tenía que hacer mañana era llevar mis documentos a la universidad y luego buscar un apartamento en la mejor zona que estuviera cerca de la universidad, además de conseguir un coche. Me sentía nerviosa. Decidí recostarme en la cama y me quedé dormida.
Al despertar, me levanté y, al caminar hacia la ventana, me di cuenta de que ya era de noche. Mi estómago sonaba, tenía mucha hambre. Me cambié, poniéndome un short blanco ajustado, una blusa negra y unos zapatos cerrados blancos. Recogí mi cabello y salí de la habitación en dirección al restaurante del hotel, sintiendo las miradas de los demás. ¿Acaso nunca habían visto a una mujer? ¿Me veía mal? Me senté y un camarero se acercó, me entregó la carta y, tras realizar mi pedido, se retiró. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Rosario para informarle que había llegado y que estaba bien. Empecé a revisar mis redes sociales.
Minutos después, el camarero me trajo la comida. Agradecí el servicio, pero noté que él me miraba con sorpresa, aunque no entendí por qué. Simplemente comencé a comer, acompañando la comida con un vino. A medida que avanzaba, me di cuenta que varios hombres, así como algunas mujeres, me observaban con desagrado. Arqueó una ceja y pensé: ¿Qué pasa? Estoy presentable. No es mi culpa que ellos me miren; no tengo la culpa de que sus hombres se sientan atraídos por mí.
Al terminar de comer, pagué la cuenta y me dirigí al ascensor. Dos chicos se subieron a mi lado y noté que me observaban con deseo. Rodé los ojos y les dije en tono molesto:
—¿Aja qué están mirando? ¿Qué les debo? ¿Nunca han visto a una mujer? ¿Quieren que les de una muñequera?
Ellos arquearon una ceja, confusos, y luego sonrieron.
—Solo estábamos admirando lo linda que eres. Tu acento es colombiano. ¿Te gustaría tomar un trago con nosotros? —me dijo uno de ellos con una sonrisa.
Rodé los ojos, ya que estos europeos parecen pensar que ser colombiana implica ser fácil. Respiré hondo para calmarme.
—Sí, soy colombiana, y no estoy interesada en tomar un trago con ustedes, así que, no me jodan... caras de ...
Me callé cuando el ascensor se abrió en mi piso. Salí, necesitaba calmarme. No podía estar peleando con todo el mundo, especialmente si no estaba en mi país. Camine lentamente, esperando que el ascensor se cerrara. Al llegar a mi puerta, entré y aseguré la puerta con el seguro. Respiré profundo, me quité la ropa, quedando solo en ropa interior. Programé la alarma, ya que mañana debía irme temprano. Tenía que ser más puntual que una novia fea. Era importante dar una buena impresión.
Al día siguiente, al sonar la alarma, me levanté y la apagacé, dándome cinco minutos más de descanso. Sin embargo, al cerrar los ojos recordé que debía alistarme para ir a la universidad; así que me levanté rápidamente, tomé mi teléfono y me dirigí al baño, donde puse algo de música. Comencé a ducharme, cantando canciones de vallenato con gran entusiasmo. Al salir, elegí un atuendo elegante y presentable, apliqué un maquillaje suave y dejé mi cabello suelto. Tomé mi bolso y salí de la habitación, dirigiéndome al ascensor.
Al llegar a la recepción, pedí ayuda a la recepcionista para descargar unos documentos, y ella, amablemente, aceptó. Una vez que tuve todo listo, me pidió un taxi.Luego Me subí al vehículo y al mirar mi reloj, noté que iba a tiempo. Todo debía salir perfecto este día. Cerré los ojos y recé a Dios, pidiéndole que me ayudara, recordándole que también soy su hija, y prometiéndole que trataría de portarme bién y dejar de ser grosera.
Al llegar a la universidad, bajé del taxi y le pagué al conductor. Respiré hondo y crucé la calle, cuando de repente, un coche pitó. No pude reaccionar a tiempo y caí al suelo. No puede ser cierto Nojoda, pensé mientras me levantaba. Sentí unas manos que me ayudaban a incorporarme, y al limpiarme, escuché una voz grave que hablaba en italiano.
—Señorita, ¿se encuentra bien? ¿No está herida? —preguntó con tono angustiado.
—¡Qué suerte la mía! —respondí molesta en español—. Este pedazo de Torombolo,jueputa ¿acaso este maldito no sabe manejar?
Me alejé rápidamente hacia el interior de la universidad. Pasaron unos minutos y, con la ayuda de un conserje, llegué a una oficina donde entregué mis documentos. Tras una entrevista, me informaron que a partir de mañana podría asistir a mi primera clase. Sonreí y agradecí sinceramente.
Al despedirme y cerrar la puerta, brinqué de alegría y realicé un pequeño baile triunfante. Al mirar hacia atrás, noté que una chica me observaba, así que me quedé quieta y sonreí de manera tímida, antes de caminar rápidamente hacia la salida.
Una vez afuera, lo primero que debía hacer era buscar un apartamento. Comencé a caminar, pero antes decidí alimentarme, ya que tenía bastante apetito. Al pedir algo de comer, sentí que alguien me observaba; miré a mi alrededor, pero no vi a nadie. Tal vez eran solo ideas mías.
Una vez terminé, revisé mi teléfono y hablé un rato con mi hermana antes de colgar. Luego, busqué apartamentos y después de varias horas, encontré uno ya amoblado en una zona exclusiva, cerca de la universidad. Era perfecto. Pagando por seis meses, ya era mío y me mudaría ese mismo día; solo necesitaba mi auto.
Minutos después regresé al hotel y, al llegar a mi habitación, me di un merecido baño. Al mirarme en el espejo, noté un hematoma en el glúteo debido a la caída. Todo por culpa de ese. Torombolo que no sabe manejar.
Pasaron los días y ya estaba instalada en mi apartamento. Mis clases eran estupendas; amaba mi carrera y todo iba a la perfección. A veces no necesitaba usar mi auto, ya que mi apartamento quedaba muy cerca de la universidad.