Lyra Blackwood es ultrajada por el hombre que creía amar que además es su mate, Pero este que no quiere nada con aquella niñita, la rechaza, Pero no contento con eso también la humilla y maltrata, por lo que lyra vuelve a casa y piensa en vengarse de todos.
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Reunión
Lucian despertó temprano, sintiendo el peso de otro cuerpo sobre su pecho. Selene yacía profundamente dormida, enredada entre las sábanas y él, su piel desnuda contrastando con la luz que comenzaba a colarse por la ventana. Sin miramientos, Lucian la empujó hacia un lado para levantarse, sin molestarse en disimular su desdén. Sin decir palabra, se dirigió al baño y cerró la puerta tras él, dejando a Selene aún medio dormida y algo confundida.
Bajo el agua caliente de la ducha, Lucian dejó que sus pensamientos se deslizaran en dirección a la manada de Magnus, pensando en la misteriosa hija de este, hasta que su pensamiento se desvió. Había pasado mucho tiempo desde que Lyra escapó, y el hecho de que su "mate" se le hubiera escapado todavía le hervía la sangre. Se enjuagó rápidamente y, al salir del baño, recibió una notificación urgente que lo esperaba sobre la mesa. La misiva estaba sellada con el símbolo del rey licántropo, y al abrirla, sus ojos se entrecerraron al leer las palabras.
—Cuatro días… el rey quiere verme en cuatro días —masculló con desprecio.
Ese maldito presumido, gruñó su lobo desde lo profundo de su mente. A Lucian nunca le había agradado el rey; lo consideraba débil y carente de verdadero poder.
—Nos ve como inferiores —respondió Lucian en un susurro, una sonrisa amarga estirando sus labios—. Pero su reinado pronto terminará. Tantos años y ni una luna le ha concedido la Diosa.
La sonrisa de Lucian se amplió mientras pensaba en su propio poder. Él, a diferencia del rey, sí poseía una luna, un mate. Y aunque había elegido rechazarla, el simple hecho de tener la opción lo llenaba de satisfacción. Sin embargo, un destello de rabia cruzó por sus ojos al recordar cómo Lyra había escapado de él, arruinando sus planes y heriendo su ego. Se le escapó una risa amarga, pero su ira pronto apagó cualquier rastro de diversión en su rostro.
En la manada Blackwood, el día comenzaba con normalidad hasta que Magnus recibió una misiva que también venía del rey licántropo. Apenas reconoció el sello real, supo que el asunto debía ser importante. Lyra, siempre atenta, se acercó al ver la expresión seria de su padre.
—¿Qué es eso, padre? —preguntó con curiosidad.
Magnus suspiró y la miró, extendiendo la carta para que ella pudiera verla.
—Es una misiva del rey. Quiere verme en dos días. Parece que la reunión es urgente.
Lyra parpadeó, sopesando las palabras de su padre. No era común que el rey pidiera audiencia con tanta premura, y mucho menos que Magnus tuviera que viajar solo. Sin embargo, esta vez no dudó en hacerle una petición inesperada.
—Padre, quiero acompañarte —declaró con firmeza.
Magnus la miró sorprendido. Recordaba bien que, desde niña, Lyra siempre había mostrado desinterés por los asuntos del rey y sus reuniones. Durante años, había intentado convencerla de que lo acompañara a las audiencias reales, pero ella siempre había rechazado la idea.
—¿Estás segura? Nunca has querido ir —comentó, sin poder ocultar su sorpresa.
—Ya lo sé, pero esta vez quiero ir contigo —respondió ella con convicción, sin titubear.
Antes de que Magnus pudiera responder, Mateo, su beta, entró en la sala con rostro de preocupación. Magnus se volvió hacia él, percibiendo la seriedad en sus ojos.
—Alfa… señorita Lyra —saludó Mateo, inclinando la cabeza—. Mi señor, mi esposa está enferma. Quisiera pedir su permiso para ausentarme hoy y estar con ella y mis hijos.
Antes de que Magnus pudiera responder, Lyra intervino con rapidez, mostrando una ternura que pocos llegaban a ver en ella.
—Por supuesto, Mateo. Tu mujer te necesita ahora más que nunca. No hay nada más importante que tu familia —dijo, con una sonrisa cálida que hizo que el beta sintiera un profundo alivio.
Magnus asintió con la cabeza, confirmando la decisión de su hija. Mateo agradeció sinceramente y se retiró, dejando a Lyra y Magnus solos de nuevo. Apenas Mateo salió, Lyra aprovechó la oportunidad.
—¿Ves, padre? Mateo no podrá acompañarte. Yo iré en su lugar —declaró con determinación.
Magnus la miró por un momento, evaluando la seriedad en su mirada. Sabía que su hija había cambiado en el tiempo que había estado lejos. No era la misma joven de antes; había madurado, y su temple ahora era mucho más sólido y fuerte.
—Está bien, pero no olvides que estas reuniones no siempre son lo que parecen. Debes estar preparada para cualquier cosa —dijo finalmente, resignado pero al mismo tiempo orgulloso de ella.
Lyra asintió, sabiendo que su decisión ya estaba tomada. Sin perder tiempo, fue a buscar a su amiga Nessa para invitarla a unirse al viaje. Nessa, con su energía contagiosa y su lealtad inquebrantable, no dudó en aceptar. Mientras tanto, Magnus permaneció en su despacho, perdido en pensamientos.
Al mirar hacia un rincón del despacho, sus ojos se posaron en el gran retrato de Elara, su difunta esposa. La pintura mostraba a una mujer de cabellos castaños, ojos marrones llenos de calidez y una piel de porcelana que brillaba incluso en el cuadro. A medida que Magnus observaba los detalles de su rostro, sintió que el vacío en su pecho se intensificaba. El tiempo no había logrado borrar el dolor de su pérdida, y aunque había aprendido a vivir con la ausencia de Elara, cada día la extrañaba más.
—Es idéntica a ti, mi Elara… —murmuró en voz baja, con una tristeza profunda.
La imagen de su esposa y el reflejo de ella que veía en Lyra le recordaban lo mucho que había cambiado su vida desde su partida. La había amado con todo su ser, y ahora su hija era el único consuelo que le quedaba. Lyra no solo era la viva imagen de Elara, sino que también llevaba su espíritu fuerte y su bondad en el corazón. Magnus sabía que Elara estaría orgullosa de la mujer en la que su hija se estaba convirtiendo.
Los días previos al viaje pasaron rápidamente. Lyra se preparó para lo que sería su primer encuentro con el rey en años, mientras Nessa y los demás miembros de la manada la apoyaban y la ayudaban a alistarse. Durante las noches, Lyra aprovechaba para continuar su entrenamiento con Roderic, perfeccionando su técnica y aumentando su resistencia. Sabía que el viaje podría traer sorpresas, y quería estar preparada para cualquier reto. Tambien al pensar en la reunión, supuso que Lucian estaría allí, así que tiño su cabello castaño claro, por un negro y sus lentes de contacto también del mismo color, su padre al verla se sorprendió, pero la joven le explico que no era el momento de que Lucian supiera que ella era la omega que el había rechazado en caso de que este estuviera en la reunión también.
En la mañana del viaje, la manada entera se reunió para despedir a Magnus, Lyra y Nessa. Magnus se despidió de sus lobos con unas palabras de aliento, recordándoles que el bienestar de la manada era lo más importante, y que regresarían tan pronto como fuera posible. Los lobos observaron con respeto cómo su líder y su hija partían hacia el encuentro con el rey, conscientes de que el viaje era más que una simple visita real; era una oportunidad para mostrar el orgullo y la fortaleza de la manada Blackwood.
Lyra, por su parte, sentía el peso de su linaje sobre sus hombros, pero también el orgullo de ser la hija de Magnus. Su padre le había enseñado a ser fuerte y a no temer a los desafíos, y ahora, más que nunca, estaba lista para demostrarle que había aprendido bien esas lecciones.
Los tres partieron esperando llevar a cabo lo que necesitaban en aquel lugar y volver a su hogar.