Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 17
Maggie entendió que debía comenzar a dar explicaciones y que el momento de la verdad había llegado. Entonces tomó la mano de su hermana y se sentó a su lado dispuesta a abrir su corazón.
—Marie, tu hijo está muy bien. Es un pequeño muy travieso.
Marie cerró los ojos. Ella se sentía arrepentida de sus acciones pasadas. Lo único que deseaba era estrechar a su pequeño en brazos y darle todo su amor.
Marie presionó la mano de su hermana menor y con un gran esfuerzo comenzó a hablar pausadamente. Sentía que sus cuerdas vocales se pegaban y su lengua le pesaba.
—Per-do-na-me. Gra-cias a ti mi hi-jo está bien. ¿Dón-de es-tá?
Maggie dio una risa fingida, no podía negar que escuchar a su hermana decirle a su pequeño koala "mi hijo" despertó un poco de celos en su corazón.
—Male lo está cuidando y Marie no tienes nada que agradecer. Eres mi hermana y te amo mucho.
—Gracias Maggie. Siempre has parecido más la hermana mayor que yo. Siempre nos has cuidado a nosotras.
—Siempre estaré para ustedes.
Maggie sonrió y abrazó a su hermana.
Marie miró a su hermana a los ojos y le preguntó.
—Y Magdalena, ¿dónde está? Quiero verla.
Maggie sintió un vacío en su estómago. Al parecer, su hermana no tenía noción del tiempo que había pasado y era lo primero que debía aclararle.
Entonces Maggie tomó una gran bocanada de aire y la dejó escapar poco a poco.
—Marie. Yo estaba en Estambul cuando me avisaron de que tú habías fallecido en un accidente de tránsito. Declararon a todos los pasajeros muertos. Afortunadamente, Maddi y tu padre estuvieron apoyando a Malena hasta que yo llegué. Después se marcharon.
Marie frunció el ceño.
—¿Mi pa-dre? ¿No es el tuyo también?
Maggie negó rápidamente con la cabeza.
—Dios me libre —le respondió Maggie persignándose y Marie no pudo evitar sonreír, pero miró fijamente a su hermana y retomó la conversación.
—Pero Maggie, ¿cómo me dieron por muerta? ¿Cómo me encontraste? —le preguntó Marie, comenzando a asustarse.
Maggie le acarició la frente y siguió hablando.
—Sí, Marie. Nosotros recibimos unas cenizas con tu nombre e hicieron una misa pública para todas las víctimas y Magdalena casi enloquece. Después de dos meses de tu supuesta muerte me llamó una antigua compañera de clases y me dijo que estaba trabajando de enfermera en un hospital público y que había una paciente en terapia intensiva y que estaba segura de que eras tú, porque ella te había visto algunas veces en la casa cuando iba a estudiar conmigo.
—¿Alana? —le preguntó Marie. Recordando a la enfermera que la atendió en la mañana.
Maggie asintió.
—Sí, yo me vine desesperada y mi corazón casi se sale de mi pecho cuando te vi. Tu estado de salud era delicado y tu embarazo seguía su curso. Afortunadamente, el pequeño estaba bien, pero los médicos pensaban que ibas a morir durante la cesárea. Por eso, nunca le conté a nuestra madre que seguías con vida. Ya ella había sufrido mucho y no te daban esperanzas de vida.
Marie se tocó la cicatriz de su vientre.
—Te entiendo, pero gracias a Dios sigo con vida. Y mira mi cesárea ya no me duele y, mira, Maggie eso me quedó horrible Maggie. Me cosieron como a un zapato de cuero. Recuerda que me debes dinero con eso voy a operarme.
Maggie no pudo evitar sonreír al fijarse que su hermana seguía siendo la misma mujer frívola y caprichosa de siempre, pero igual ella estaba feliz de tenerla de regreso.
—Seguro Marie, pero primero debes recuperarte.
Marie trató de levantarse y se sintió extremadamente débil. Sus brazos eran incapaces de sostener el peso de su cuerpo. Entonces Maggie la ayudó y logro sentarse.
—Maggie ¿por qué me siento tan débil? Además porque no tengo heridas y porque mi cesárea está curada totalmente —Marie tomó una gran bocanada de aire y una lágrima rodó por su mejilla. Había una pregunta atorada en su garganta, pero era necesaria hacerla. Entonces se llenó de valor y tomó la mano de su hermana entre las suyas.
—Marie —susurró Maggie y Marie le apretó la mano y cerró los ojos, para tomar la fuerza necesaria para hablar.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —le preguntó Maggie, tapándose el rostro con ambas manos como si presintiera que la respuesta no iba a gustarle.
Maggie se acercó a su hermana y la abrazó antes de susurrarle al oído.
—Tres años
Marie soltó el llanto retenido y se aferró al cuerpo de su hermana.
Maggie se unió al sentimiento y comenzó a llorar también.
De pronto se escuchó el ruido de la puerta al abrirse y ellas interrumpieron su triste momento.
Santiago Jr. se dió cuenta de lo inoportuno que había sido, pero tenía mucho tiempo esperando y se había preocupado por su esposa.
—Perdón. No quise interrumpir —dijo notablemente apenado, pero ya no podía regresar en el tiempo.
Maggie cerró los ojos antes de voltear a verlo. No quería tener que explicarle a su hermana nada más.
—¿Santiago Jr.? —le preguntó Marie en un susurro y él terminó de acercarse hasta ella.
—Si. ¿Me conoces? —le preguntó extrañado.
Marie asintió y después negó.
—Bueno solo de vista. Pero ¿que haces aquí?
Santiago Jr. pudo sentir la tensión en el cuerpo de su esposa y decidió salvarla de un momento incómodo.
—Disculpe, solo me equivoqué de habitación.
—Que bueno, tenía más de tres años sin ver a un hombre guapo —le dijo Marie en un tono coqueto y Santiago Jr. se sintió intimidado.
Maggie no pudo evitar soltar una pequeña risa y el momento se volvió más incómodo aún.
—Que estén bien. Adiós —dijo Santiago Jr. y salió casi corriendo por la puerta.
Maggie al final le agradeció a su esposo que le sacará una sonrisa a su hermana. Aunque en realidad ahora ella estaba más confundida que tú 🫵🏻🫵