"Ash, cometí un error y ahora estoy pagando el precio. Guiar a esa alma era una tarea insignificante, pero la llevé al lugar equivocado. Ahora estoy atrapada en este patético cuerpo humano, cumpliendo la misión de Satanás. Pero no me preocupa; una vez que termine, regresaré al infierno para continuar con mi grandiosa existencia de demonio.Tarea fácil para alguien como yo. Aquí no hay espacio para sentimientos, solo estrategias. Así es como opera Dahna." Inspirada en un kdrama. (la jueza del infierno)
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Sembrando dudas
El salón de clases de la universidad estaba lleno de murmullos, el profesor escribía en el tablero mientras algunos estudiantes intentaban prestar atención, aunque la mayoría ya tenía la mente en otros lugares, especialmente en la fiesta que esa noche se celebraría en el Hotel Sirius. Entre ellos, Dahna, quien estaba absorta, no en la clase, sino en la planificación de lo que sería su estrategia esa noche. Mientras tanto, en la parte trasera del salón, Cassandra charlaba con sus amigas con una sonrisa arrogante.
—Ya tengo el vestido perfecto para esta noche —dijo con aires de superioridad—, ninguna irá tan espectacular como yo. Es una lástima que hayan invitado a gente de baja categoría, pero bueno, al final eso solo hará que destaque más.
—¡Vas a ser la reina de la fiesta! —dijo una de sus amigas, exagerando el entusiasmo en su tono—. Todas te envidiarán, Cassandra. Ese vestido hará que te veas increíble, nadie podrá competir contigo.
—Exacto —apoyó otra, inclinándose hacia ella—. Javier no podrá apartar los ojos de ti. ¿Quién podría? Vas a deslumbrarlo como siempre.
—¿Y qué esperabas? —añadió la tercera amiga con una risa ligera—. Solo tú tienes ese estilo y porte, Cassandra. Todas las demás se verán como simples aficionadas.
Cassandra sonrió con satisfacción, dejando que los halagos la bañaran. Desvió la mirada por un momento hacia Amara, quien estaba sentada al otro lado del salón, ajena a la conversación. Un destello de molestia cruzó su mirada, pensando en lo mucho que le desagradaba la presencia de esa chica.
—Esa idiota... —murmuró entre dientes.
Sus amigas no la escucharon, pero ella no dejó de observar a Amara con desdén. Desde que esa chica dejó de ser la estúpida tímida de siempre, Javier parecía haberse distanciado de Cassandra más de lo que ella estaba dispuesta a admitir. Aunque antes no eran tan cercanos, al menos le hablaba, le dedicaba miradas. Ahora, ni siquiera eso. Todo por culpa de Amara, pensaba, maldiciendo cada vez que recordaba cómo había empezado a ganarse la atención de los demás, incluido Javier. "Maldita idiota", pensó con rabia. "Si solo se mantuviera en su lugar..."
El sonido del timbre indicando el final de la clase la sacó de sus pensamientos. Dahna, quien no había prestado mucha atención a la charla ni al profesor, se levantó rápidamente, ignorando la multitud que salía del aula. Tenía una ligera necesidad fisiológica que atender, así que se dirigió hacia el baño, mascullando para sí misma:
—Malditas necesidades humanas...
Entró en uno de los cubículos y cerró la puerta con un suspiro, pensando en la fiesta de esa noche. Se veía a sí misma como una estratega, siempre calculando sus movimientos, y esta noche sería una oportunidad perfecta para avanzar su propio juego.
Mientras estaba allí, escuchó la puerta del baño abrirse y entrar a las amigas de Cassandra, todavía hablando, pero esta vez de algo completamente diferente. Dahna permaneció en silencio, prestando atención a cada palabra.
—¿Te diste cuenta de lo presumida que está siendo últimamente? —dijo una, con un tono que distaba mucho de la adulación que había mostrado momentos antes—. Cassandra actúa como si fuera la única que existe en el mundo. Ya estoy cansada de que siempre nos trate como sus segundonas.
—Lo sé, es insoportable —respondió otra—. Ni siquiera nos agradece por todo lo que hacemos por ella. La verdad es que, sin nosotras, no sería nadie.
—Y esa fiesta de esta noche —dijo la tercera, con un deje de molestia—. Nosotras ayudamos a elegir su vestido, ¡y ni siquiera se molestó en invitarnos! Claro, es porque sabe que podemos robarle la atención. Especialmente con Javier allí, no quiere que ninguna de nosotras tenga la oportunidad de opacarla.
Dahna sonrió desde su cubículo, disfrutando del giro que la conversación había tomado. Esto era perfecto. Sabía que las inseguridades y los celos entre amigas como ellas siempre podían ser explotados. Salió del cubículo lentamente, las chicas se quedaron en silencio al verla, claramente incómodas. Dahna las observó con una sonrisa enigmática.
—Si dices algo de lo que oíste —le advirtió una de las chicas con tono desafiante—, te haremos la vida imposible.
Dahna fingió estar asustada, abriendo los ojos con una expresión de temor.
—Lo siento... Yo no... —balbuceó, intentando parecer aterrorizada, mientras las chicas la miraban con satisfacción, creyendo que habían impuesto su autoridad.
Pero entonces, Dahna soltó una carcajada oscura, un sonido que resonó en el pequeño baño con una frialdad que las hizo retroceder un paso.
—Jajajajaja... —se rió mientras las tres la miraban con incertidumbre—. Ah, nunca me había divertido tanto.
—¡Maldita loca! —exclamó una de ellas, evidentemente perturbada por la actitud de Dahna.
La joven detuvo su risa y se acercó al lavabo, abriendo el grifo para lavarse las manos con calma, como si nada hubiera sucedido.
—Cassandra es arrogante... —dijo mientras se miraba al espejo—. Y por lo que escuché, también es arrogante con ustedes. No les parece injusto, ¿verdad? Ustedes, que siempre la ayudan en todo, ni siquiera reciben un "gracias" de su parte.
Las amigas se miraron entre sí, dudando, pero claramente afectadas por las palabras de Dahna. Esta era su especialidad, sembrar la duda y el caos dondequiera que fuera, sabiendo exactamente cómo manipular a las personas.
—Ustedes hacen el trabajo sucio, pero ella es la que se lleva todo el mérito —continuó, sonriendo con malicia—. No les gustaría ser ustedes las que mandan, ¿no? Después de todo, son ustedes quienes la sostienen.
Una de las chicas la miró con escepticismo y respondió:
—Ja, claro, solo quieres que nos pongamos en su contra para vengarte de ella.
Dahna levantó una ceja, y con una sonrisa autosuficiente, le respondió:
—No necesito que ustedes me ayuden a acabar con Cassandra. Si quisiera hacerlo, lo haría sola. Pero estoy diciéndoles esto para que piensen: ¿qué ganan ayudando a alguien que ni siquiera es una buena amiga? Si lo fuera, las habría invitado a la fiesta con Javier. Pero no, se va sola, porque sabe que ustedes son bonitas, y teme que puedan opacarla frente a él. Las mantiene por debajo para asegurarse de que Javier no se fije en ninguna de ustedes.
Eso dio en el blanco. Dahna podía ver cómo la duda comenzaba a enraizarse en sus mentes. Sabía que todas sentían algo por Javier, y la simple idea de que Cassandra las estuviera usando solo para mantener su ventaja era suficiente para hacerlas vacilar.
—No les gustaría tener la oportunidad de conquistar a Javier también, ¿verdad? —agregó Dahna, su tono suave pero lleno de veneno—. ¿Por qué solo Cassandra debería tener esa oportunidad? ¿No es injusto?
Sin esperar respuesta, Dahna se secó las manos, sonrió y salió del baño, dejando a las tres chicas sumidas en sus pensamientos. Mientras se alejaba, su sonrisa se ensanchaba. No solo había sembrado la discordia, sino que ahora estaba aún más motivada para asistir a la fiesta y divertirse a lo grande.
Tomó sus cosas y se dirigió a casa. Tenía mucho que preparar para esa noche. Sería una noche de caos, y Dahna estaría allí para disfrutar cada segundo de ello.