El mejor amigo y líder de la banda a la que pertenece tu hermano, ¡te besa!
¿Está bien romper los lazos de amistad por la pasión?
Areum siempre tuvo una relación envidiable con su hermano que ahora corre peligro por la lujuria y la pasión.
Acompáñame en esta historia donde la amistad, la familia y el amor están en juego.
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Capítulo 20

Su celosía se filtra en cada caricia. Mis muros, los que he construido en su ausencia, caen en un instante.
Estoy enojada porque se fue sin decirme nada, por no darme explicaciones, pero también lo quiero por volver, por no rendirse a pesar de todo.
Quiero olvidarlo todo en este momento, aferrarme a él como si fuera la única persona en el mundo.
Su mano se desliza por mi rostro, levantándome la barbilla para mirarme a los ojos.
—Lo siento, Areum —susurra antes de besarme otra vez, con una pasión que electriza cada fibra de mi ser.
Esas palabras tienen un poder en mí; es todo lo que quería escuchar de su boca.
Sus labios son urgentes, necesitados, y mi cuerpo le responde con el mismo fervor.
No puedo creer que este hombre, que conozco desde hace años, es el mismo que ahora me tiene entre sus brazos y el que me está volviendo loca.
Su aroma, su piel, sus labios, el calor que emana su cuerpo, me seducen como nunca en mi vida.
Dejándome llevar, le beso el cuello, dejando una estela etérea de besos.
Su piel explota en piel de gallina y escucho un corto gemido en protesta, lo cual me incentiva a seguir.
Sus manos empiezan a recorrer mi cintura, recorriendo mi espalda y caderas. Yo posiciono mis manos en su nuca para atraerlo aún más hacia mí y profundizar el beso.
Mi lengua busca urgente la suya. Siento un fuego que solo él puede apagar.
En un solo movimiento, coloco mis piernas alrededor de sus caderas. Él me toma del trasero para que no caiga. Al tener contacto de cadera a cadera, sin espacios, puedo sentir su excitación, así que me restriego levemente para provocarlo más.
Él me coloca delicadamente sobre mi cama; está encima de mí sin aplastarme.
—Te extrañé —suelta de repente. Yo no puedo dejar de ver sus labios rojos e hinchados por el ímpetu de nuestros besos.
Sus palabras provocan mariposas en mi estómago y me llenan de dicha.
—Yo también —confieso. Mis manos se mueven solas y acarician su definido rostro.
Besa la punta de mi nariz, en un acto que se siente tan íntimo y cariñoso. Deposita aún más besos en todo mi rostro.
Mis manos no se quedan quietas y empiezan a explorar su torso, hasta dirigirse al borde de su camisa.
Introduzco mis manos dentro, acariciando sus abdominales. Lo hago lento y tortuoso, levantando al paso su prenda, hasta que entiende mi intención y se la quita, dejando a la vista su blanca piel.
Beso sus pectorales, sus brazos con arrobamiento. Quiero más de él.
Empiezo a jugar con el botón de su pantalón y ríe.
—Ya veo que me extrañaste —dice en tono burlón, y no puedo evitar reír.
—No seas tonto, también extrañé al dueño. —Su risa es aún más fuerte.
—No puedo creer que esta carita tan inocente, al final, fuera toda una pervertida —dice mientras su mirada se oscurece al observar mis labios.
Su expresión me enloquece, y soy yo quien se quita la blusa del pijama, dejándome al descubierto.
Sus manos se posicionan en donde sus ojos no dejan de quemarme.
Sus labios empiezan a devorar mis protuberancias, y arqueo mi espalda para darle más acceso.
Mis gemidos bajos llenan mi habitación.
El silencio de la habitación es sustituido por nuestras respiraciones agitadas.
La luz de la luna que entra por la ventana alumbra lo suficiente para vernos. Su iluminación me deja deducir que es luna llena, tan llena como se siente mi corazón.
Este lugar, que ha sido testigo de mis lamentos y llantos, que ha sido triste, de repente toma tintes diferentes, dándole un ambiente más cálido.
Jamás pensé que haría esto en mi recámara, y menos con Chris.
Sus manos en mis caderas me regresan a este momento. Sus largos dedos toman el elástico de mi pantalón, retirándolo lentamente junto con mi interior.
Deposita besos por donde la piel es descubierta, hasta llegar a mis pies, y de regreso, hasta besar mis caderas.
No puedo parar de moverme, inquieta bajo su toque que me tortura.
Se posiciona entre mis piernas y las abre ligeramente para darse espacio.
Sus labios tocan mi zona más sensible, y no puedo evitar gritar.
—¡Chris! —tapo mi boca inmediatamente. ¿Alguien habrá escuchado?
A él parece no importarle y sigue devorándome.
—Por favor, Chris —gimoteo. Me avergüenza un poco que haga esto.
Él me mira desde abajo con una sonrisa traviesa.
—¿Te gusta? —pregunta, su voz suena diferente, más ronca.
No soy capaz de pronunciar palabra, solo asiento con la cabeza.
—Solo eso quería saber —dice mientras prosigue.
Liba esa zona de mí, cual abeja en una flor.
—Eres tan dulce, Areum —dice entre gemidos ásperos.
El tiempo pasa tan rápido mientras me pierdo en el toque de sus labios.
Cuando logra llevarme al clímax, me abraza fuertemente.
Mi cabeza sigue aturdida por el momento, pero un sentimiento de decepción se posiciona en mi pecho.
Él lo nota.
—¿Está algo mal? —dice tierno mientras coloca mechones de cabello tras mis orejas.
Pienso mucho en mis palabras.
—¿No quieres estar conmigo? —intento sonar despreocupada, pero suena más a reproche.
Su expresión es de desconcierto total.
—Claro que sí, no tienes idea de cuánto te deseo —su abrupta sinceridad me golpea.
—Entonces... —digo tímida—, ¿por qué no lo has hecho? —Me refiero a culminar el acto; él parece entender mis palabras.
—¡Yang Areum! —dice en reproche—, no sabía que eras tan atrevida. —Su tono ahora es divertido—. Estamos en tu casa, por Dios.
¿Es porque estamos en mi casa que no llega a tercera base?
—Eso no te importó hace unos minutos —murmuro bajo, pero él me escucha.
—Esta muchachita... —dice riendo y empieza a hacerme cosquillas.
—¡Basta, Chris! —grito bajo; las cosquillas son mi punto débil.
—Solo si te arrepientes de tus palabras. Solo tienes que decir: "Chris, soy tuya".
Sus manos no dejan de torturar mi barriga.
—¡Está bien, está bien! Soy tuya, Chris —digo riendo.
Él para.
—Así me gusta —dice mientras toma mis manos y las besa—. Yo también soy tuyo, Areum —añade en un tono más serio de lo esperado, pero que, de alguna manera, calienta mi corazón.
Lo abrazo fuertemente, mientras nuestros pechos desnudos se tocan y nuestros ritmos acelerados se escuchan.
Pasamos unos minutos disfrutando este silencio entrañable, hasta que él lo rompe.
—Creo que mereces una explicación —dice mirándome directo a los ojos—. La razón por la que me fui de repente... —continúa—. Tú mejor que nadie conoces la personalidad de nuestro CEO, y como recientemente cumplí los 30 años... —baja la mirada avergonzado—, me estaba hostigando para tener una relación pública con una idol. En ese momento no sabía de quién hablaba, pero sinceramente no me interesaba. Me negué, pero no parecía aceptar un no por respuesta.
Busca mi mirada, analizando mi reacción. Suspiro.
—Ya lo sabía, Chris —admito. Él se sorprende—. Lo escuché, te escuché —me corrijo— mientras lo hablabas con Changbin.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—Lo escuché sin querer —aclaro—. Además, no imaginé que te irías casi inmediatamente; no me diste tiempo ni de preguntar.
Me abraza fuertemente.
—Lo siento, Areum. Fui un tonto. Debí hablarlo contigo antes de irme. Debiste pasarlo mal.
—Un poco —admito hasta donde mi orgullo me deja—. No es para tanto.
Pero sus palabras son un bálsamo para mi corazón.
—No volverá a pasar. Además, ya le dejé en claro al CEO que no pienso participar en esa “campaña publicitaria”.
—¿Y la foto?
—Me tendió una trampa —explica—. Me escuchó tan renuente a aceptar que me pidió reunirme con él, y cuando asistí, no estaba él, sino Jung Suck. Él mismo fue quien tomó la foto y la envió a los medios como un sujeto anónimo.
Lo que me cuenta me asquea. Qué bajo puede ser el mundo del entretenimiento.
—¿Y la conferencia de prensa? —indago.
—Fue la manera más diplomática y menos mediática que encontré para aclarar el malentendido y que no saliéramos tan mal del asunto, además de ponerle un alto claro al CEO, al menos para que lo piense mejor antes de volver a atreverse a hacerme lo mismo —se encoge de hombros de forma despreocupada.
¿No tuviste miedo? ¿Por qué no me llamaste? ¿Te sentiste solo? Son preguntas que se ahogan en mi garganta. No me atrevo a preguntar.
En estos momentos admiro su coraje y valentía.
—¿Cómo lo tomó el CEO? —pregunto.
—No te preocupes por eso —alborota mi cabello en un gesto juguetón—. Claro que no le gustó, pero no tuvo más opción que rendirse con ese tema.
La forma en que desvía la mirada me deja entrever que hay algo más.
—¿Pasó algo más? —interrogo.
—No, todo bien —sonríe, pero parece una sonrisa forzada.
—Está bien, si me quieres contar, aquí estaré —beso su mejilla.
—Oh, qué dulce es mi Areum —dice mientras me da muchos besos en el rostro.
—Cállate —digo sonrojada—. Mejor tápame, tengo frío.
Y mientras la luna baña con su luz la habitación, Chris templa mi pecho.
y si no es mucho pedir no tardes mucho en subir capítulos. Mira que no me gusta leer nivelas en emision porque me he quedado a medias ya que no las concluyen. Gracias de antemano y bendiciones.