El Último Cliente

La lucha era muy fuerte, Jairo le aventaba los golpes tremendos a José Luis y viceversa.

Ni uno ni otro se daban tregua.

Unas personas que entraban a ese lugar fueron a separarlos.

Se calman o le hablo a la policía, dijo un nombre.

Jairo se fue hecho una fiera de lo enojado que estaba.

José Luis se sentó en una pequeña banca que estaba cerca.

¿Está bien?, ¿quiere que le hable a la ambulancia?

Gracias, estoy bien.

Media hora después, José Luis decidió salir, no quería encontrarse de nuevo con Jairo.

Iba tan distraído caminando por un sendero de árboles que no vio a una chica que caminaba del lado opuesto.

El choque entre ellos fue inevitable.

Perdón, señorita, ¿está bien?

No fue nada, no se preocupe, iba distraída. ¿Es usted de aquí?

Bueno, no precisamente, soy de San Luis Potosí. Me llamo José Luis, ¿y usted?

Yo no, jajaja, no se crea, me llamo Jazmín. Vengo de una entrevista de trabajo, pero no me fue bien.

¿De qué buscaba?

Pues de lo que caiga, no me puedo poner moños, debo trabajar para ayudar a mis padres, se las están viendo muy duras.

Mira yo no tengo mucho dinero, pero tengo un pequeño negocio y necesito un empleado que esté ahí el turno completo porque yo tengo que dar muchas vueltas.

¿De verdad me daría el trabajo?, ni siquiera me conoce.

Me gusta darles un voto de confianza a la gente. Además, tú te ves una persona muy seria y trabajadora.

Sin poderlo evitar Jazmín se ruborizó. Gracias, acepto el trabajo.

Bueno, sube a mi coche. Te llevaré en este momento para que vayas conociendo lo que vas a hacer, ¿ok?

Tiempo después cuando llegaron a su negocio él le explicó el mecanismo.

Aquí se vende ropa de la mejor calidad, las más importantes marcas desfilan por todos los pasillos. Ocupo una persona que esté al frente de todo esto algo así como una mano derecha. Te pagaré bien, no soy rico, pero gano lo suficiente para vivir tranquilamente, sin lujos, claro está.

Así, poco a poco Jazmín se iba adentrando en el mundo de la moda aprendió muy rápido a todo lo que José Luis le indicaba.

Ella pensaba que José Luis era muy guapo, pero tenía un aro de tristeza en su mirada.

Algún día, cuando me tenga la suficiente confianza, ¿podrá platicarme porque está triste?

Un mes después...

Vaya, este mes hubo muy buenas ventas, Aquí está tu ganancia.

Gracias, es más de lo que yo esperaba. Don José Luis, ¿puedo irme temprano hoy para llevar a mis padres a comer a un lugar bonito?

Por supuesto que sí, es más, tómate lo que resta del día, mañana no vengas, ven hasta pasado mañana y cómprate lo que quieras y haz lo que mejor te guste. Y, por favor, háblame de tú no soy tan grande como parezco, solo te llevo unos pocos años.

Está bien, gracias José Luis.

Jazmín se fue directo a su casa, ya le había hablado a su madre para que estuvieran listos para cuando ella llegara.

José Luis vio a Jazmín salir de ahí muy feliz y se sintió feliz él también. Al menos su vida no era un perfecto fracaso, ya que podía hacer feliz a una mujer.

"¿Alguna vez podré olvidar a Violeta?"., pensó.

José Luis no había vuelto a amar a ninguna otra mujer, pero tenía el deseo de formar una familia.

"¿Estará soltera? ¿Cómo va a ayudar a sus padres?, si tuviera marido no creo que el marido la dejara hacer eso".

José Luis sentía una pequeña admiración hacia Jazmín pero no quería asustarla.

"Es una chiquilla encantadora", pensó.

Por su parte, Jazmín también se sentía atraída hacia José Luis, pero no quería verse muy obvia.

José Luis no había vuelto a ver a Jairo y eso lo tenía contento, le desagrada sobre manera ese hombre.

Jairo seguía con su vida, había abierto otra casa de citas. La tenía en un lugar donde no la descubrieran las autoridades.

En el fondo pensaba en Violeta, ella fue la única mujer que lo amó desinteresadamente.

Y, sin embargo, él la engañó llevándola a ese lugar.

"Violeta, no sabes cómo me arrepentí de haberte metido a ese lugar hubiéramos sido felices tú y yo. Espero que algún día me puedas perdonar".

Jairo era de esas personas que jamás se disculpaban con nadie. Siempre estaba acostumbrado a hacer su voluntad. Muchas veces engañaba a las mujeres y les quitaba a sus hijos para venderlos, pero la policía siempre estuvo presente en todo y lograron salvar a todos los niños.

Jairo pagó una condena de 5 años y desde entonces él juró que jamás volvería a caer en lo mismo.

¿Para qué voy a casarme con una mujer si puedo hacer felices a muchas?, pensaba vulgarmente como la mayoría de los hombres.

Jairo le daba "vuelo a la hilacha", con las mismas mujeres que trabajaban ahí. No había una sola mujer que no hubiera pasado por sus manos.

A Jairo no le faltaba el dinero, las mujeres le daban para vivir bien, extremadamente bien.

Él era muy déspota y maltrataba a las mujeres que trabajaban para él...

Martha, si no quieres trabajar aquí la puerta está muy ancha, aquí todas valen lo mismo, si no les gusta pueden irse, así hablaba Jairo con todas. Ellas se quedaban por necesidad, la mayoría no tenía a dónde ir. Pero eso a él no le importaba.

Desgraciadamente, Jairo nunca iba a cambiar.

Tenía a todas las mujeres que quería, dinero, poder, ¿qué más podía pedir?