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"Objetivo" Domar Al Ceo

"Objetivo" Domar Al Ceo

Status: Terminada
Genre:Completas / Grandes Curvas / Autosuperación / Reencuentro / Amor-odio / Ascenso de clase social / Mujeriego enamorado
Popularitas:7.6k
Nilai: 5
nombre de autor: valeria isabel leguizamon

Teodoro es hijo de un magnate, el es un joven malcriado que vive sin preocupaciónes pero todo se acaba cuando su padre para darle una lección le da el puesto de ejecutivo a su Rival de la escuela Melanie el debera trabajar para ella y no será nada fácil porque es perfeccionista y poco flexible a diferencia de Teodoro,

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capitulo lo inesperado

Teo respiró hondo, intentando calmarse, y luego esbozó una sonrisa forzada.

—¿Entonces me vas a seguir hasta la puerta? —preguntó con sarcasmo.

Melanie respondió con serenidad:

—Lamento decirle que sí.

Teo suspiró y reanudó su marcha. Melanie lo siguió en silencio hasta la puerta principal. Él salió, dejando atrás una mezcla de emociones encontradas. Aunque sentía resentimiento y rabia hacia Melanie, no podía evitar cierta contradicción en su pecho. Sabía que ella no era del todo culpable, pero la situación lo tenía atrapado en una telaraña de rencores.

Esa noche, mientras Teo intentaba ahogar sus pensamientos en la soledad de su departamento, Melanie recibió una llamada inesperada al amanecer. Era el dueño de la empresa, el padre de Teo. Su voz sonaba firme y decidida.

—Tengo una propuesta para ti —dijo sin preámbulos.

Melanie frunció el ceño, sorprendida.

—Lo escucho, señor.

—Quiero que seas la nueva jefa ejecutiva. Confío en ti y sé que harás un trabajo excepcional.

Melanie sintió que el aire se le escapaba.

—¡Pero solo soy su secretaria! Eso sería un cambio demasiado drástico —respondió, incrédula.

El hombre rió suavemente, pero no retrocedió.

—Sé de lo que eres capaz, Melanie. Llevo tiempo observando tu dedicación y talento. Además, necesito delegar responsabilidades. Hay muchos asuntos que reclaman mi atención fuera de la empresa.

Melanie permaneció en silencio por un momento, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Pero antes de que pudiera articular una respuesta, el empresario añadió:

—Hay una condición.

Ella entrecerró los ojos, intrigada.

—¿Cuál sería?

—Quiero que mi hijo trabaje para ti. Será tu secretario personal.

Melanie parpadeó, atónita. La propuesta no solo era ambiciosa, sino también absurda. Sin embargo, no podía negar que necesitaba el dinero. Sus deudas eran muchas, y una oportunidad como esa era irrechazable.

—¿Por qué quiere hacer algo tan… extremo? —preguntó finalmente.

El padre de Teo suspiró, dejando entrever un rastro de tristeza.

—Mi hijo está perdido. Necesito que alguien le sirva de ejemplo. Creo que tú eres esa persona. Sé que con tu influencia puede cambiar para bien. Estoy preocupado por él, Melanie. Su comportamiento autodestructivo podría llevarlo a la ruina.

La sinceridad en sus palabras conmovió a Melanie. Aunque no le interesaba Teo personalmente, no podía ignorar la súplica de un padre. Además, le debía mucho. Él le había dado un trabajo cuando nadie más lo hacía y la había ayudado en los momentos más difíciles de su vida.

—Está bien. Acepto. Le prometo que haré todo lo posible por corregir a su hijo —respondió con determinación.

Esa misma tarde, el empresario llamó a Teo para informarle su decisión.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó Teo, visiblemente irritado al entrar a la oficina de su padre.

—Tengo dos opciones para ti. O comienzas a ser responsable y trabajas en la empresa, o te interno en un centro de rehabilitación.

Teo lo miró, incrédulo.

—¡No puedes estar hablando en serio!

—Oh, lo estoy. Y para que quede claro, si no eliges la primera opción, dirás adiós a las tarjetas de crédito y a tu vida de lujos.

Teo frunció el ceño, sintiéndose acorralado.

—¿De verdad harías eso? ¡Soy tu hijo!

—Precisamente por eso. Porque te quiero y no pienso quedarme de brazos cruzados mientras destruyes tu vida.

Resignado, Teo preguntó con ironía:

—Bien, ¿cuál será mi puesto? Supongo que al menos será algo digno de mi apellido.

El padre de Teo esbozó una sonrisa cargada de malicia.

—Serás el secretario personal de la nueva jefa ejecutiva.

Antes de que Teo pudiera protestar, la puerta se abrió y Melanie entró a la sala. Al verla, la indignación de Teo alcanzó un nuevo nivel.

—¡Esto es un castigo! No puedo creer que me estés haciendo esto —gritó, dirigiéndose a su padre.

—Espero que aprendan a entenderse. Melanie, asegúrate de que siempre llegue a tiempo —dijo el hombre, ignorando las quejas de su hijo mientras recogía sus cosas para marcharse.

—¿A dónde vas? ¡No puedes dejarme aquí con ella! —exclamó Teo.

—Lo siento, tengo un viaje de negocios. Estaré fuera varios meses. Cualquier problema, resuélvelo con Melanie. —Sin más, se despidió y salió apresuradamente.

Teo se quedó paralizado, sintiendo que el mundo se derrumbaba a su alrededor. Trabajar bajo las órdenes de Melanie, la persona que más detestaba, era la mayor humillación que podía imaginar.

—¿Por qué no te vas a casa y te tomas el día? —sugirió Melanie con aparente amabilidad—. Mañana tenemos mucho trabajo, y será mi primer día como jefa ejecutiva. También estoy bajo mucha presión.

Sin responder, Teo salió apresuradamente, decidido a ignorar sus responsabilidades. Esa noche, se revolcó en su cama, frustrado, planeando no asistir al trabajo al día siguiente.

Sin embargo, su plan fue interrumpido cuando despertó al sentir una mano en su hombro. Al abrir los ojos, vio a Melanie de pie junto a su cama.

—¡Estás loca! ¿Qué haces en mi casa? —gritó, sobresaltado.

Al percatarse de que estaba en ropa interior, se cubrió con las sábanas, avergonzado.

—¿Cómo entraste aquí?

—Tu padre me dio la clave y la dirección. Me encargó que no permitiera que llegaras tarde, así que aquí estoy. Te traje ropa limpia. —Melanie dejó una bolsa sobre la cama con una sonrisa inocente.

—¡Esto es una invasión a mi privacidad! —protestó, pero Melanie no le prestó atención.

—Te espero afuera. No tardes —dijo antes de salir de la habitación y sentarse en el sofá de la sala.

Teo se quedó paralizado, incrédulo ante la situación. Por su parte, Melanie se acomodó en el sofá, reprimiendo una sonrisa. Sabía que trabajar con Teo no sería fácil, pero tenía la sensación de que disfrutaría cada momento.

 

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Elizabeth Sánchez Herrera
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