Soy Emilia Jones, llevo dos años de matrimonio con Antonio Del Castillo, hoy se cumple nuestro acuerdo de matrimonio, y estoy en mi oficina cuando veo entrar a su abogado.
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De mujer a mujer
Capítulo 17: De mujer a mujer
EMILIA
Estoy en la oficina, recuperándome de la pregunta de Antonio, considerando si debía o no decirle sobre los gemelos. Y en ese instante, llega mi mejor amiga Kati.
Emilia: hola Kati, ¿cómo estás?
Katiuska: ¿qué, cómo estoy? Pues estoy enojadísima contigo, desde la última vez que hablamos no me has llamado, ni siquiera me has escrito, eh amiga.
Emilia: lo siento, de verdad corazón, no es mi intención, pero he estado muy ocupada estos días, y también he pensado muy seriamente lo que me dijiste sobre Antonio y los niños, estuvimos hablando por teléfono y me preguntó, pero yo le dije que no son suyos, tengo miedo, amiga, no sé qué hacer.
Kati: amiga, debes de hablar con él, no deberías de seguir ocultando la verdad, pronto, ella solita saldrá a la luz, debes hablar con él y contarle todo, no solo por él, sino por los niños, piensa en tus hijos, ¿alguna vez te han preguntado por su padre?
Quedé pensando en lo que me dijo Kati, y es cierto, la verdad siempre sale a luz, y mis hijos, más Evans, me ha preguntado innumerables veces por su padre. Decidí en hablar con Antonio sobre los niños, pero primero, debía comprobar que esta noticia no iba a dañar su estabilidad, pues era lo que menos quería, también pienso en Chris, enterarse de que tiene dos hermanos y de su misma edad, debe ser impactante y no sé como reaccione, y más Jimena, por eso debo primero averiguar que reacción tendrá esta gran verdad.
Kati ya se había ido, cuando Gabriela, mi secretaria, entra a mi oficina y me informa que el señor Del Castillo, pronto estará aquí por una reunión sobre el nuevo proyecto, yo asiento y me dispongo a ir a la oficina de Ernesto, para esperar a Antonio.
La reunión avanza naturalmente sin interrupciones, pues todos somos adultos y sabemos separar muy bien la vida personal de la vida laboral, termina la reunión y Antonio me invita a almorzar, pues ya llegó la hora del almuerzo, al principio, tenía pensado ir a la casa y almorzar en familia, pero decidí aceptar la invitación de Antonio porque quiero saber como afectaría la noticia de nuestros hijos en su vida.
Estamos en el restaurante y Antonio inicia la conversación entre nosotros.
Antonio: Emilia, discúlpame, de verdad, por preguntar sobre tus niños, no quería ser entrometido, solo que dentro de mí, creció la esperanza de qué, por lo menos, fueran mis hijos.
EMILIA: no te preocupes Antonio, como te dije anteriormente, no son tus hijos, no quiero dañar tu estabilidad amorosa ahora que la has encontrado, si ellos fueran hijos tuyos, te lo hubiera dicho hace mucho tiempo atrás.
Le mentí, porque aún no estamos listos para la verdad, quiero comprobar todo.
ANTONIO: de verdad, lo siento y no volveré a tocar más el tema, lo prometo.
Acepté su disculpa, y reímos al recordar el pasado, cuando éramos jóvenes y nada nos detenía, cuando de pronto, siento algo húmedo, correr por mi cabeza, hasta bajar a mi vestido, quedo en shock mientras escucho unas fuertes palabras, provenientes de una mujer que hablaba con arrogancia.
JIMENA: eso te pasa por meterte con hombres casados, déjanos en paz, solo regresaste a nuestras vidas para arruinar la felicidad que tenemos, lárgate por donde viniste zorra, ya me lo quitaste una vez y no permitiré que me lo quites dos veces, y menos, con el chantaje de que tus hijos son de mi esposo, eso nunca sucederá, me escuchaste, nunca.
ANTONIO: ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que estábamos aquí? Ah, responde de una buena vez.
Grite.
JIMENA: encima de que me pones los cuernos, me reprochas porque quiero intentar salvar nuestro matrimonio?
Dijo entre sollozos.
Sabía que ella estaba dolida e impresionada, al vernos hablar y reír como lo estábamos haciendo, pero nunca se dignó a preguntar, y decidí, que era yo, quien debía hablar con ella y ser clara de una vez, para que no se siguiera malinterpretando la situación, incluso, las personas a nuestro alrededor, creyeron todas y cada una de esas ofensas, y mi honor y mi nombre, estaba quedando por el piso, por lo cual, me levanté, me puse erguida y le dije.
EMILIA: Jimena, tú y yo, nunca pudimos tener una conversación de mujer a mujer, y creo que ha llegado el momento.
Ella empezó a gritar una cantidad de cosas que hasta yo, me las creí, cuando terminó de ofenderme, empecé a hablar.
Emilia: primero que todo, quiero aclarar, que entre tu marido y yo, nunca hubo nada, no hay y no habrá. Además, en el pasado, yo no te robé nada, fue un matrimonio arreglado, y Antonio, me explicó sobre tu existencia, es por eso, que horas después que nos casamos, firmamos un acuerdo de divorcio, y cumplido el tiempo nos separamos. Yo me fui de este país por 6 largos años, y no fue huyendo de nadie, y regreso ahora, porque mi padre está enfermo, y eso, lo sabes muy bien. Además, eres tú quien está casada con él actualmente y tienen un hijo juntos, mis hijos, son solo míos y no debo de dar explicaciones sobre quién es el padre, porque a nadie le interesa esa información, pero te puedo asegurar, que no es Antonio.
Sin más que decir, me retiro. Con permiso.
Salí de ahí dando zancadas grandes, no quería seguir en aquel lugar. Además, debía ir a casa a cambiarme de ropa y relajarme para que la rabia pasara pronto y poder continuar con mi día.
será grave y profunda
y sigue con la esposa
quitarlo de hay y ya