Todos dicen que ella es la villana, que su pobre hermana, la heroína, es una victima de sus maldades y envidias, así que ella les demostrará lo que en verdad es ser villana y les arrebatará todo, a los que se atrevieron a menospreciarla. Layla Amary, los hará desear haberla tratado mejor...
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capítulo 18...
Tras una apasionada noche, Layla y Hades durmieron hasta casi entrando la tarde. El primero en levantarse fue Hades, quien pidió que les dejarán algo de comer y bebidas frescas en la puerta, la doncella no tardo en llevar todo, toco y se retiro dejando el carrito con la bandeja. Hades es quien abrió la puerta para meter el carrito, pero como ya se había bañado, salió al balcón cerrando la puerta y aquella sombra se aparece en la pared.
[La emperatriz no esta nada feliz, podría intentar algo, debe tener cuidado, majestad.]
— su objetivo debe de ser mi esposa, asegúrate que este protegida.—
[¿Cree que sea necesario? Su esposa no es débil, creo que es peor que usted.] Se burla.
— puede ser, aunque prefiero que tenga refuerzos.—
[De acuerdo, haré lo que pide.]
La sombra desaparece, mientras que Hades observa el palacio que ve a la distancia, si lo que Layla planea funciona, ese palacio pronto regresará a sus manos. Nunca tuvo la intención de tomarlo de regreso, creyó que su hermano hacía buen trabajo, pero, al saber que fue la concubina quien al parecer mato a su madre, no permitirá que siga usurpando su lugar, le quitará todo y hará que la vieja concubina sufra al ver como su hijo pierde todo. Hades aprieta las mano sobre el barandal, casi rompiendo el concreto al verse en sus manos formarse garras y cubierta de algunas escamas rojizas. Incluso se escucha un leve gruñido.
Pero pronto se ve interrumpido al ver que un par de delicadas manos lo rodean desde la espalda y puede sentir en esta, el cuerpo de su ahora esposa.
— pronto obtendrá su venganza, excelencia...— menciona la chica azabache.
Hades se calma y coloca sus manos sobre las de Layla, pero no dice nada. Después de comer, Él y Layla bajan, reuniendo a todos, para presentar a Layla como su ahora esposa y duquesa Mondragon, por lo que deben servirle a ella, como lo han hecho con él, además, la gestión de la mansión, pasará a sus manos, liberando de este deber a la jefa de doncellas, una mujer mayor, quien se acerca para hacer una reverencia, mientras le dice que todo los libros contables y lo que necesite, lo podrá a su disposición.
— como eres quien mejor sabe las funciones de esta mansión, espero puedas ser mi asistente mientras aprendo.— pide Layla.
— por supuesto mi señora, estoy a su servicio.—
La mujer se retira. El mayordomo también se presenta, así como el asistente de Hades. Todos le dan la bienvenida y tal parece que Layla no es mala persona, en especial porque ha dicho que no piensa cambiar puestos, ni despedir a nadie. Tras la presentación, Hades la guía por la mansión, para que vaya conociendo el lugar.
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Por otro lado, Denis ha estado bebiendo toda la noche, sus amigos quisieron detenerlo, pero era terco, al final lo dejaron solo en su residencia. Estaba recostado en un sofá, llevaba así casi dos días desde la boda de Hades y Layla. La puerta se abre, era Felicia quien entra, había encontrado la forma de entrar y paso a todos los sirvientes para poder llegar al príncipe, pero al verlo así se horroriza, se veía tan devastado y la habitación apestaba a alcohol, ella se acerca para sacudirlo suavemente y despertarlo.
— alteza, por favor abra los ojos, soy yo, Felicia...— suplica.
Denis abre los ojos, observando el rostro de la joven preocupada, aunque su vista era algo borrosa, puede notar el largo cabello negro, así que sonríe.
— eres tú...estás aquí...sabía que vendrías...— habla arrastrando las palabras.
— si alteza, estoy aquí, así que por favor, levante...—
Felicia no pudo decir nada, sus labios fueron sellados por un intenso beso del príncipe, aunque ese beso sabía a mucho alcohol, ella no demoró en corresponderlo, aunque el príncipe estaba borracho, ella sabía que él la quería. Pronto fue derribada sobre el sofá y las manos del príncipe recorren su pierna, causando que ella se ponga nerviosa, intenta alejarlo rompiendo el beso, pero este besa su cuello.
— espere alteza...así no...no estamos casados...— pide.
— nos casaremos pronto, ya que estás aquí se que me amas y serás mi esposa...— menciona.
Felicia siente emoción al escuchar sus palabras, así que deja de resistirse, permitiendo que el príncipe continúe, sus ropas caían por el piso. Felicia se entregaba a ese chico, ella sabía que la amaba y que de ese modo, el nunca podría negarse a casarse con ella. Le estaba ganando a Layla, porque ella sería la princesa heredera, aunque ese momento no estaba siendo tan especial para ella, el príncipe estaba siendo brusco y solo buscaba su propio placer, hasta terminar. Ambos respiran agitados y Denis la abraza contra su cuerpo.
— Layla...sabía que me amabas...— susurra.
En ese momento, Felicia salió de su momento triunfal, sintiendo como su esfuerzo no valía tanto la pena, el príncipe la hizo suya, pensando en Layla, ella aprieta los labios, estaba molesta, ¿por qué siempre Layla? Nisiquiera tiene nada de especial, solo es una mujer fría y sin corazón.
Un sirviente del príncipe entro, observando aquella escena, así que Felicia se cubre con su vestido, mientras que el sirviente sale corriendo, Felicia debe vestirse rápidamente, si alguien más la ve, todos se enterarán y si eso pasa, su padre estará muy molesto, al ir de salida, cruzando los pasillos del palacio, ve a la emperatriz venir hacía ella, se notaba furiosa y apenas esta cerca, recibe un cachetada que la hace caer el piso.
— todo es tu culpa sucia ramera y tienes el descaro de venir a mi palacio.— grita furiosa.
La emperatriz se va contra Felicia golpeando y tirando del cabello de esta, las doncellas rápidamente las separan, Felicia estaba tirada en el suelo, con la ropa toda desordena al igual que su cabello, rasguños y golpes adornaban su cuerpo.
— largo de aquí, ¡ramera! — sigue gritando.—
Una de las doncellas ayuda a Felicia a ponerse de pie para sacarla de ese lugar, mientras que la emperatriz se apresura a ir a la residencia del príncipe, este se había despertado e iba de salida de aquella sala, pero tan pronto abre la puerta, recibe una cachetada de su madre.
— este es el colmo, traes a tu puta a mi palacio.—
Denis puede ver la ira en el rostro de su madre.
—¿de que hablas madre?, la que vino fue la señorita Layla, yo estuve con ella...madre, ella volvió a mi.— menciona emocionado mientras se soba la mejilla.
— ¿que? Eres un estúpido.—
La emperatriz no podía con su enojo y una doncella le dice al príncipe que quien estaba con él, era Felicia, no Layla.
—¿que?, no, no...era la señorita Layla, lo juro, madre debes creerme.—
— la señorita Layla se caso anoche, esta en el ducado Mondragon, no hay manera de que haya venido hasta aquí.— le responde la doncella.
Todas las doncellas aseguran que fue Felicia quien salió de su residencia. Denis no podía creer lo que escuchaba, la mujer que estuvo con él no fue Layla, entonces, ¿por qué Felicia no lo detuvo? Ellos no son nada, debió decirle que no era Layla. Denis se deja caer sobre el sofá, frotando su cabeza con la mano, mientras aprieta los ojos, no recuerda claramente, pero estaba seguro que había sido Layla quien volvió. Eso no puede ser posible. Ignorando los gritos de su madre, se va de la sala, irá al ducado Mondragon, les demostrará que Layla no está allí y que es con ella con quien estuvo.
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Algunas horas después, en el ducado, le informan que Layla no está en la mansión, ella y Hades se habían ido hace unos minutos, tenían que supervisar la reparación de una presa en un pueblo al límite del territorio Mondragon. Denis los llama mentirosos, así que sube a su caballo para alcanzar el supuesto carruaje.
Después de unos minutos logra ver un carruaje con el escudo del ducado Mondragon, así que pasando a los guardias llega hasta haciendo que se detenga y el Hades quien baja luciendo molesto.
—¿que es este escándalo? ¿Alteza?, ¿que carajos le pasa?— pregunta sin importar las normas.
— solo venia a decirte que gane, Layla volvió a mi y anoche la hice mía. Has perdido.— se burla.
Hades voltea hacía el carruaje y cuando Denis mira, era Layla quien se asoma por la ventana.
— no debería consumir alucinógenos, alteza, hacen daño.— menciona Layla, mientras sonríe con burla.
Denis estaba sorprendido, pues es claro que no hay forma de que Layla haya llegado tan rápido al ducado, ¿entonces era verdad?, ¿estuvo con Felicia?, no, eso no era posible, aunque ella es linda, nunca pensó verdaderamente tener una relación con ella.
— le pido alteza no levante falsos contra mi esposa, esto podría atentar contra su reputación.— le reclama Hades.
— y-yo...l-lo siento...señorita Layla...por favor...aún es tiempo...reconsidere todo.— pide.
— no hay nada que reconsiderar, así estoy bien.— cierra la cortina del carruaje.
Hades sube y ordena seguir, mientras que Denis se queda en el camino y cae de rodillas, su vida se ha arruinado, Layla se ha casado con otro y él ha estado con Felicia, una mujer a la que no quiere.
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En mansión Amary, Felicia recibió un golpe de su padre, este estaba furioso porque no regreso en toda la noche y además, regresaba en un estado todo lamentable y sin querer decirle que paso. Celestine por su parte, solo observa, pero espera que esa chica no haya sido abusada en la calle, que no le agrade no significa que le desee esa clase mal. Felicia no quiere hablar, pero la doncella del palacio que la llevo hasta la mansión le cuenta que la encontraron desnuda con el príncipe heredero, pero que los golpes fueron hecho por la emperatriz cuando esta supo lo que paso.
— entonces era verdad, si eras la amante del príncipe, eres igual de ramera que tu madre.— grita el duque.
— no es verdad, esa fue la primera vez...padre, debes hacer que el príncipe se haga responsable.— se pone de rodillas suplicando.
— ¿crees que te toma en serio? No soy estúpido para creer que era la primera vez. No cabe duda que eres como ella.— levanta la mano para pegarle de nuevo.
Pero antes de poder acercar el golpe, su mano topa con el bastón de la ex duquesa, quien lo mira con enojo.
— y aun así la hiciste tu esposa, no te hagas el digno que no te queda hijito, que te revolvacabas con su madre, mientras tu esposa estaba enferma.— le riñe Celestine.
— ¡madre! T-tu sabes que ese matrimonio fue arreglado...no la quería...— se defiende.
— pero le debías respeto, ahora, lo que ella hizo, es porque siguió tu ejemplo y el de su madre.— dicho esto, Celestine prefiere retirarse.
Ya lo que pase, es asunto de su hijo y de Felicia, no tiene caso entrometerse, porque nisiquiera sabe si es verdad lo que Felicia dice y que fue la primera vez que pasaba. Felicia le sigue suplicando a su padre, le dice que les convendría bien si ella se casa con el príncipe, el duque sabe eso, pero por la reputación que tiene Felicia, duda que los emperadores quieran un matrimonio entre ella y el príncipe heredero.
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